Lola suma 75 años al volante y sigue conduciendo a punto de cumplir 90

Rocío García Martínez
rocío garcía A ESTRADA / LA VOZ

A ESTRADA

Miguel y

«Poucas mulleres conducían, pero comigo non se espantou ninguén», dice

04 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Con 14 años Dolores Pazos Castro ya surcaba la parroquia de Riobó (A Estrada) pilotando una moto Norton y dejando a su paso un rastro de libertad. Corría el año 47 y las mujeres frecuentaban más las academias de confección que las autoescuelas, pero Dolores era una mujer valiente y decidida y en su familia no había un hijo varón, así que ella metió primera, cogió carrerilla y acabó convertida en Lola da Fábrica, que es como la conocen todos sus vecinos actualmente.

Si hubiese un premio a la excelencia al volante, Lola tendría muchos boletos. Lleva 75 años conduciendo sin un parte de accidente y, a sus 89 largos, sigue haciéndolo diariamente.

Lola nació en una familia de cuatro hermanos. El único varón falleció con solo cuatro años y a ella le tocó ayudar en la casa y en los negocios de la familia. «A miña irmá maior casou cedo e marchou da casa e a máis nova tivo pleura de pequena e custou traballo sacala adiante. Aínda vivía a avoa e mamá era diabética. A miña mestra estaba entusiasmada comigo e quería que fixera Maxisterio, pero na casa non había quen axudara. Fun o almacén dos paus...», dice Lola resignada.

Cuando a Lola se le pregunta por su arrojo responde: «Crieime entre os ferros». Su padre fue herrero y mecánico y Lola trabajó desde niña tanto en el yunque como en el taller. Conducir fue una rutina más, aunque el carné no lo tuvo en mano hasta que ya acumulaba más de una década de experiencia al volante. «O carné non o puiden sacar ata o ano 58 porque antes ás mulleres non nos deixaban. Para sacalo tiven que facer o servizo social e tivo que dar permiso o meu pai», recuerda Lola mientras repasa orgullosa su histórica colección de carnés.

«Daquela poucas mulleres conducían por aquí, pero comigo non se espantou ninguén. Xa todos me coñecían», explica satisfecha. A Lola le encantaba conducir. Coches, motos, camiones o lo que se le pusiese delante. Cuando su padre montó con otros socios la industria Serrerías de Balboa, Lola manejó sin complejos carrocetas y palas elevadoras, al tiempo que atendía la oficina y acudía en su moto a hacer gestiones en los bancos. Aquella joven resuelta que se movía con soltura en un mundo masculino se convirtió enseguida en Lola da Fábrica, casi un icono de la época.

Ahora, a tres meses de cumplir los 90, su radio de conducción se limita a 30 kilómetros de casa y su velocidad a 80. Pero Lola aún tiene cuerda para rato. «Conducir xa me gustou máis do que me gusta, pero gústame ser independente. Se preciso algo sei que están aí os fillos, pero de momento eu soa arréglome», dice.

Dos años en Guinea y una travesía por mar que casi le cuesta la vida

La vida de Lola está llena de aventuras. «Dache para un libro», advierte. Y es cierto.

En la fábrica de su padre conoció a Jaime Sueiro, un cuntiense que se dedicaba a la exportación de madera, y se fue con él a Guinea Ecuatorial. Vivió dos años y medio en Malabo, en la isla de Bioko, que entonces era colonia española. «O meu home traballaba en serradoiros portátiles nos que talaban madeira para exportar. Traballaban braceiros que traían de Nixeria e Camerún. Eu tiña un home negro ao meu servizo. Era obrigatorio. Paseino moi ben. Ía á praia, ou ver as danzas indíxenas, tocaba un acordeón que me regalaran aprendendo por correspondencia...», recuerda.

Lo peor de Guinea fue el viaje de vuelta. «A viaxe en barco duraba 23 días. Levabamos ata vacas vivas para sacrificar de camiño porque non había conxeladores para conservar a comida. Facíanse varias paradas. En Monrovia había que ter coidado porque viñan con caiucos e polos portelos dos camarotes levábanche ata a colcha da cama», cuenta. En el viaje de regreso el barco sufrió un incendio. «Empezaron a tirar bengalas e a facer soar as sereas do barco. Estabamos xa abrazados uns aos outros preparados para saltar aos botes, pero o primeiro maquinista arriscouse e sofocou o lume. A comida estragouse e os que eramos de bo dente coma min intoxicámonos, pero co barco escorado e todo conseguimos chegar ás Palmas», recuerda.

Lola colecciona muchas más anécdotas. Como que es pariente de la cantante Estrellita Castro o que ha conocido a Paco Rabal y familia durante un rodaje en el año 1958 en el Pazo de Oca.