
El vaciado de una fábrica del siglo pasado saca a la luz botellas de una bebida local llamada San Pelayo y otras reliquias del esplendor industrial
11 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En la esquina situada entre la Rúa do Muíño y la primera travesía de la Avenida de Fernando Conde hay un maltrecho edificio de una sola planta, con ventanas de aluminio y paredes de hormigón a la vista. Los actuales propietarios lo compraron al banco en el 2007 con la intención de promover la construcción de un edificio que iba a tener 42 viviendas. Todo estaba apalabrado, pero entonces llegó la crisis del sector y aquel proyecto se quedó en agua de borrajas. Es por ello que aquel viejo inmueble en su día embargado llegó hasta la actualidad prácticamente igual que estaba a finales del siglo pasado, cuando albergaba el almacén de gaseosas de Delio Vidal Vidal, un empresario estradense que tuvo, en ese mismo local, su propia fábrica de hielo y de chocolates.
De la fábrica de chocolates no quedan vestigios. Hubo moldes para hacer tabletas y alguna maquinaria destinada a esta faceta industrial, pero todo llegó al siglo XXI en un penoso estado de conservación y acabó en la basura en cuanto se acometió la primera limpieza preliminar del local. De ella se salvaron otros vestigios del pasado industrial estradense que acaban de salir a la luz.
Recientemente, en el local se han llevado a cabo nuevas tareas de acondicionamiento que han permitido redescubrir un paraíso vintage que ha llamado la atención de nostálgicos y devotos de la historia local.
Entre los objetos rescatados ha llamado especialmente la atención una colección de botellas de gaseosa vacías de la marca San Pelayo. En ellas aparece rotulada una esquemática imagen del patrón local junto con las palabras: «Gaseosas San Pelayo. Marca registrada. La Estrada».
La aparición de estos envases originó en el pueblo un pequeño misterio, ya que aunque su procedencia está más que clara, ni los más mayores se acordaban de haber tomado esa gaseosa o haberla visto siquiera.
La solución al misterio la tiene Delio Vidal Herrera, que es hijo del empresario que regentó en su día el almacén de la Rúa do Muíño y que durante años trabajó con él en la distribución de las gaseosas.
Según aclara Delio, las Gaseosas San Pelayo, tristemente, nunca llegaron a existir. Su padre era en realidad distribuidor de la marca La Revoltosa, que tenía su sede en Lugo. Fue el quien, analizando la demanda del mercado, le propuso a la empresa lucense empezar a envasar las gaseosas en formato de un litro. Hasta entonces en la zona todos ofrecían el tamaño de medio litro, pero la acogida del nuevo formato de La Revoltosa fue tal que obligó a los demás a empezar a fabricar también botellas de litro.
Por aquella época, gaseosas y sifones eran una bebida que se consumía casi como si fuera agua. A Delio, sin tener fábrica de gaseosas propia, se le ocurrió crear una gaseosa estradense. Se llamaría San Pelayo y llevaría la imagen del patrón por toda Galicia. El empresario llegó a diseñar y a mandar fabricar las botellas y las cajas rotuladas con la marca. Incluso ideó servilleteros y otros objetos promocionales en los que podía leerse Gaseosas Chocolates San Pelayo, La Estrada. Sin embargo, la gaseosa San Pelayo nunca llegó a venderse. Según cuenta su hijo, Delio Vidal había llegado a un acuerdo con la fábrica de La Revoltosa para embotellar su producto con la marca San Pelayo. Sin embargo, un problema técnico con las chapas obligó a abortar la iniciativa. Las cajas y botellas con la marca San Pelayo quedaron en el almacén como recuerdo de lo que pudo haber sido.
Delio Vidal fue un hombre emprendedor donde los haya. Empezó trabajando en los célebres almacenes estradenses Ismael. Cuando cerraron en los años sesenta se puso él al frente del negocio, a donde acudían los estradenses con sus cartillas de racionamiento. «Por alí ía moita xente da aldea e o meu pai ás veces metíalle ás mulleres nas cestas da feira un queixo ou unha tripa de chourizos», cuenta Delio hijo. «El era como era, pero teño atopado xente pola rúa que me comenta: ‘Moita fame nos ten quitado teu pai e moitos caramelos lle ten dado aos nenos’», comenta el hijo.
Su negocio de gaseosas estradenses no fue arriba y el empresario siguió distribuyendo la marca La Revoltosa por toda Galicia.

De los sifones Ovidio a los de Roberto
Aunque la gaseosa San Pelayo nunca llegó a ver la luz, A Estrada sí fue potencia en su tiempo en esta industria. Según un programa de fiestas de la época en el que se hace una reseña de «La Estrada Industrial y Mercantil», en A Estrada existían en 1956 cinco fábricas de bebidas gaseadas.
De algunas marcas que llegaron hasta la historia reciente se conservan todavía envases en muchas casas de A Estrada. Incluso las hay a la venta en Wallapop y Todocolección por precios que oscilan entre los 8 y los 20 euros. De las Gaseosas Roberto (con fábrica en O Moucho-Vinseiro) y de los Espumosos Ovidio (junto a la antigua carrocera Igrovi) se acuerdan aún muchos vecinos. De las fábricas de A Paciencia, Gaseosas Vinei (Viras y Neira) o la de José María Puente, menos.