Nelly Pilar García: «Pagamos de luz casi tres veces más, así se hace muy difícil continuar»

amelia ferreiroa LALÍN / LA VOZ

LALÍN

E CUIÑA

Deja con mucho pesar el negocio de hostelería en el que podría seguir trabajando unos años más, pero no ve viable el futuro ecomómico que está afectando al sector

08 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Nelly Pilar García Calvo lleva más de veinte y cinco años dedicándose a la hostelería, con una incursión profesional en medio en asistencia domiciliaria, y cuatro años en la sala de bingo lalinense. Su última atalaya gastronómica fue el Restaurante Asador O Toxo, en Lalín, en calidad de socia colaboradora en los últimos once años que bajó la reja con motivo de su jubilación. Nacida en el lugar de Barciela, en la parroquia de Vilatuxe, se crio en Montevideo hasta que el amor la amarró a Lalín; «el sitio más bonito que existe, y en el que mejor me siento», comenta con una sonrisa. Gran conversadora, siempre amable y cercana en el trato Nelly supo ganarse a lo largo de todos estos años una fiel clientela a la que, dice, ya extraña. Pero busquemos los inicios de su trayectoria profesional.

—¿Estudió hostelería?

—Pues no. A los 6 años me fui para Montevideo con mis padres; él era de Barciela y ella de Gondoriz Grande. Se casaron allá pero los hijos teníamos que ser españoles, así que un hermano y yo nacimos acá y otro en Montevideo. En el año 1983 un grupo de lalinenses viajó a Argentina, y uno de ellos Ricardo Faílde -muy amigo de mi padre- cruzó el charco hasta Uruguay, y me convenció para venir a España. Yo tenía 26 años, algo de dinero ahorrado, un puesto de trabajo en un gran centro comercial de Montevideo mientras estudiaba un Ciclo Superior de Administración... Pedí tres meses de vacaciones y me vine a Galicia. Aquí la hermana de mi madre me acogió tan bien, y me dio tanto cariño que ya no pensaba regresar. A mayores luego conocí a José Luis (Rodríguez), nos casamos en el 85 y ya entré en el sector de la hostelería y me quedé.

—Sus suegros eran los dueños de la Parrillada La Robleda de Vilatuxe, el primer establecimiento de este tipo que abrió en Galicia.

—Si. Dos personas maravillosas de las que aprendí mucho y con los que estuvimos trabajando un año. Posteriormente nos fuimos para Marín para regentar una taberna, pero la cuidad no me gustaba nada (ríe), luego trabajé en el bingo en Lalín, cogimos la Parrillada Os Palmeiros en Ponte Ulla, y allí fueron once años de mucho mucho trabajo. Posteriormente mi padre enfermó y me lo traje para aquí para cuidarlo, además me hice cargo del Restaurante La Pampa que estaba en Bergazos, estuve en la ayuda a domicilio y residencia durante 6 años y finalmente como socia en O Toxo en los últimos 11 años, siempre como pinche de mi marido que es el que lleva el gen de la parrilla al igual que mi cuñada Isabel. Ellos son los que se parecen a mi suegro Eladio (Rodríguez Villardefrancos), que era un pionero y gran profesional de la parrilla.

—¿Disfrutó del trabajo en los fogones?

—Pues mira, si. De hecho hubiera seguido ya que físicamente me encuentro bien, pero la situación económica se hace insostenible actualmente. Pagamos de luz casi tres veces más, así se hace muy difícil continuar y hemos aguantado la situación por ser una empresa familiar en la que no teníamos empleados. Subió todo tantísimo que ya no es posible mantener un establecimiento abierto, y si lo tienes es a duras penas. Las ayudas son meramente figurativas y las nuevas normativas que nos imponen a los hosteleros supondrán un desembolso económico difícil de asumir, para muchos. En nuestro caso el local tampoco era nuestro y eso también ha influido en la decisión final que hemos tomado de cerrar el restaurante. A pesar de todo ello, me puedes creer que me duele en el alma el cierre ya que no podíamos haber tenido una mejor clientela a lo largo de estos más de 25 años.

«Si de algo podemos presumir aquí es de nuestros productos: de lo mejorcito que hay»

A Nelly se le llenan de luz los ojos cuando habla de gastronomía, de Lalín y de su también querida ciudad de Montevideo a la que tiene previsto viajar en breve. Recuerda que para ellos los años dorados de la hostelería los tuvieron en Ponte Ulla, cuando regentaron Os Palmeiros entre los años 1993 y 2004. «Paraban muchos autobuses, tres diarios como mínimo, que acudían llenos de viajeros al Santuario de O Corpiño o a la Feira Semana Verde de Galicia. El establecimiento estaba en pleno Camiño de Santiago y aprovechamos también su proximidad a la autopista. Fueron años de muchísimo trabajo», explica Nelly. Restaurante en el que se ofrecían dos turnos de menú; con una carta en la que nunca faltaban los chipirones, pulpo, bacalao y churrasco, e incluso contaban con habitaciones. «La carne era de aquí y el pan lo venía a buscar José Luis, ya que si de algo podemos presumir aquí es de nuestros productos: de lo mejorcito que hay. La gente lo sabe y el cliente lo apreciaba y agradecía», sentencia.

A pesar de que en Ponte Ulla Nelly y José Luis gozaron de gran popularidad por el establecimiento que regentaron, y tantos comensales disfrutaron de sus menús, «siempre me sentí más a gusto en Lalín. Aquí me siento arropada, la gente te quiere, hablan contigo, conozco a los vecinos... Estoy en casa», comenta emocionada. Emoción también al recordar a sus antecesores; «mi padre fue chófer de autobús hasta los 73 años y mi madre cosechaba de todo y repartía con los vecinos; unos progenitores maravillosos, pero yo siempre fui emigrante incluso en la escuela en Uruguay». Montevideo que también lleva en el corazón, y al que volará en breve para visitar a su hermano y a sus sobrinos en una ciudad preñada para Nelly de vivencias y recuerdos.