
En Don Freán los rayos destruyeron el tendido eléctrico y en el lugar lalinense de Celemín incluso una de las centellas causó la muerte de un vecino
11 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Como comentábamos al principio de este artículo, la tormenta de aparato eléctrico suele ser un fenómeno local y a veces puntual. Ante este hecho creemos oportuno remembrar la gran tormenta desencadenada en Deza en los albores de 1960.
El lugar de Don Freán sufrió en gran medida sus devastadores efectos. Según fuentes de transmisión oral de vecinos de cierta edad, se formó una tronada sin precedentes que permaneció anclada unas dos horas, produciendo continuas descargas de nube a tierra. Sobre este particular, es preciso señalar que, debido a sus especiales características este tipo de tormenta se encuadra en las denominadas «tormentas importantes».
En Don Freán los rayos destruyeron todo el tendido eléctrico, quedando la mayoría de los postes de madera hendidos de arriba abajo, mientras los alambres de espino de los cercados no dejaban de chispear. Los destrozos en los árboles fueron muy cuantiosos (de ahí el grave peligro que supone cobijarse bajo ellos).
Suponemos que el destello del relámpago; el estampido ensordecedor del rayo al tocar tierra y el estruendo del trueno debieron crear un ambiente apocalíptico, dejando el aire cargado del característico gas ozono (identificable por su olor a marisco cocido).
En el cercano lugar de Celemín, un rayo causó la muerte de un vecino. Según fuentes orales «... abrió la puerta y lo fulminó un rayo». Versión que aún perdura en la memoria de las gentes donde ocurrió el accidente y por los alrededores.
Efectos de la tormenta en el pazo
En el pazo de Don Freán el contador de electricidad, situado en el corredor fue violentamente arrancado de la pared, sobrevolando la distancia de 11 metros hasta estamparse contra el muro de enfrente (hay constancia bibliográfica de un rayo que lanzó una caja de metal de cinco libras de peso a 10 metros de distancia). El mayor peligro en esta clase de edificios radica en las enormes chimeneas. En la barroca de Don Freán (construida en 1725) un rayo partió el pináculo central de la peineta. Otro caso documentado tuvo lugar en el pazo de Liñares, que destruyó buena parte de la chimenea de la cocina.
En la robleda los rayos causaron grandes estragos, mientras que las continuas centellas no paraban de circundar el pazo. En las cuadras, las vacas mostraban una imagen dantesca, saltándoles chispas por el lomo y por los extremos de los cuernos. Debemos subrayar que las cuadras son un lugar peligroso para buscar refugio.
Para disipar las tormentas, Xerardo Dasairas, en su libro Os signos do tempo. Campás de Vigo, recoge que el toque de campanas es «diferente en cada lugar. Basicamente consistía en tanxe-las campás fortemente e con viveza ata que a treboada se fose. Nalgures era coñecido como Toque de Bobrado». Otra creencia, entre las múltiples existentes, es que donde hay un laurel nunca cae un rayo.
En el pazo de Don Freán la costumbre de protección contra el rayo, utilizada en siglos pasados, consistía en situarse en el centro de una habitación alejada de la chimenea y de corrientes de aire. Sobre el piso se colocaban cuatro vasos boca abajo, haciendo coincidir sobre los vasos las patas de una silla. La persona se sentaba y, sin apoyar los pies en el suelo se cubría con un paño de seda.
Fenómenos electromagnéticos
Entre los fenómenos electromagnéticos, cabe citar el relámpago en forma de bola de fuego. Chispa esférica a modo de globo luminoso, de más o menos un metro de diámetro, que flota en el aire lentamente y cuando está próxima al suelo termina produciendo una enorme explosión, desintegrándose. Dentro de este grupo de fenómenos se encuentran los fuegos de Santelmo, o pequeños penachos luminosos de color azulado, que se observan especialmente en los topes de los mástiles de los buques. Estas descargas luminosas, más o menos continuas pueden emanar de objetos diversos, incluso en algunas circunstancias de la punta de los dedos. (Sureda-San Gil. La Atmósfera y predicción del tiempo). Cuando existen altas tensiones eléctricas, los fuegos de Santelmo también pueden ser visibles en la copa de los árboles.
Otro fenómeno electromagnético es el fuego fatuo. Pequeñas llamas que se mueven por el aire a poca distancia del suelo, que surgen de la inflamación de sustancias orgánicas en estado de putrefacción, especialmente visibles en los cementerios.
La luz de Valdarada
En Don Freán, Celemín, Belelle y otros alrededores, se puede visualizar un enigmático «fenómeno luminoso en bola», que fue bautizado con el nombre de luz de Valdarada, por el sitio donde se origina. La esfera luminosa aparece de forma esporádica, particularmente durante las serenas noches de estío, y solo se deja ver en grandes intervalos de tiempo.
A esta clase de fenómenos la ciencia no le encuentra explicación. Se encuadra en los que se les dio en denominar «luces populares», aunque el nombre no le
hace justicia, por ser escasos los lugares en España donde se produce. La luz de Valdarada no figura catalogada, resultando para los investigadores desconocida.
Debido a la falta de espacio nos limitaremos a dar noticia, dejando en el tintero más información para otro artículo.
La iglesia de San Martín de Prado sufrió daños a finales del siglo XIX y en el 2007
La sabiduría popular dice que donde cae un rayo volverá a caer otro. Todo es cuestión de tiempo. Esto es aplicable especialmente en las iglesias, por su destacable arquitectura en el entorno, potenciada por los elementos sobresalientes de hierro en los campanarios. Valga como botón de muestra, la iglesia de San Martín de Prado en Lalín, donde cayó un rayo en el último tercio del XIX destruyendo la fachada románica.
El domingo 16/9/2007 ocurrió lo mismo durante la noche, causando considerables daños en el templo. Según el testimonio del propio párroco, las pérdidas humanas pudieron ser muy cuantiosas si la chispa cayese en el horario de misa. La catástrofe también afectó al retablo, y seriamente a las imágenes que saltaron despedidas desde lo alto cayendo de cabeza contra el suelo, al punto de que los feligreses las consideraban perdidas, y que tendrían que comprar otras nuevas. Afortunadamente pudieron ser restauradas.
Un caso de suma trascendencia destructora tuvo lugar en la catedral de Santiago, que sintió repetidas veces la acción del rayo —según recoge Pérez Costanti en su obra Viejas notas Galicianas— señalando día, mes y año de estos sucesos desde 1533 a 1867. Y apostilla «que, en 1731 en los meses de mayo y junio, en Santiago y otros pueblos de Galicia las tormentas fueron impetuosísimas».
En el acervo rural, entre los efectos favorables del rayo se encuentra el de fertilizar la tierra, así como producir la apertura de las fuentes en períodos de sequía. La parte negativa es provocar incendios y daño en las cosechas, árboles, tejados y diversos enseres.
La peligrosidad de las tormentas eléctricas no es un asunto baladí. Una de las razones que nos mueven a realizar este artículo es contribuir a difundir los entresijos de la tormenta, y así dar una imagen más acorde a la realidad que entraña. Otra razón que consideramos importante, es resaltar la necesidad de tomar determinadas precauciones cuando se intuye peligro, porque una acertada o errónea decisión puede poner en juego la salud o la vida.