Tanto los que creen que España está siendo objeto de un ataque especulativo injustificado, como los que aprecian razones fundadas para la extrema desconfianza en las finanzas del país y en la gestión de la crisis por parte del Gobierno, están de acuerdo en algo: si cae, toda la zona euro estará en peligro. Lo resumía perfectamente el Nobel de Economía, Paul Krugman, en febrero pasado, cuando era la República Helena la que estaba en la cuerda floja. «La prensa ha puesto el foco de los problemas de la eurozona en Grecia [...], pero el corazón de la crisis es España», escribía en su blog.
Para empezar, dicen los expertos, si la quinta economía de la UE tuviera que ser izada del pozo, el dinero del fondo de rescate ideado tras la caída de Grecia -750.000 millones de euros- sería insuficiente y, además, si tuviera que reestructurar su deuda y esa operación incluyese una quita para los inversores -renuncia a parte de los intereses prometidos- muchos grandes bancos europeos estarían contra las cuerdas. Y no es para menos: tienen invertidos 120.000 millones en bonos españoles.
La receta
También coinciden los expertos en la receta para salir del atolladero: el Gobierno tiene que acelerar las reformas, reforzar el ajuste y meter en cintura a las autonomías. También hay deberes para Europa. Merkel tiene que controlar su boca y BCE seguir comprando deuda de los países en apuros.