La luz del túnel africano

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

El más pequeño de los emergentes es un territorio de oportunidades empresariales que no ha logrado reducir las desigualdades

12 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Era conocido por el apartheid. Hoy se asocia al Mundial que coronó a España. Y mañana se espera que esté entre las diez economías que más aporten al planeta. Sudáfrica aporta la última letra al puzle de los Brics y es también el último por tamaño y crecimiento entre los llamados emergentes. Un país de oportunidades, sobre todo llegadas del exterior, que se colocará pronto entre los cinco países con mayor capitalización bursátil del planeta. Pero con numerosos retos.

De entrada, Sudáfrica es el segundo país del mundo (por detrás de Namibia) con mayor desproporción en su reparto de riqueza. Cuanto más cerca se está del 1 (igualdad absoluta, algo imposible), mejor. Suecia tiene un índice de 23; Sudáfrica, 65. Eso se advierte en la calle a diario. «Ves un Lamborghini, un Hummer y un Porsche al lado de una madre pidiendo en un semáforo con 4 hijos. La diferencia es que ahora hay ricos negros y blancos», dice Irene García, una madrileña que acaba de regresar del país tras dos años trabajando allí. «El futuro, en plena crisis, está fuera de España, y Johannesburgo o Ciudad del Cabo son dos ciudades en pleno crecimiento». La primera se ha convertido en un centro industrial, y la segunda, en uno de negocios. Ciudad del Cabo es un lugar para el asentamiento de nuevos negocios: empresas de publicidad, diseño, fotografía...

La fortaleza del turismo

Hay, además, un negocio que florece desde hace años: el turismo. Ernesto Furlong, argentino, llegó en 1971 a Johannesburgo y ahora dirige una empresa dedicada, precisamente, a organizar visitas para público en español. «La transformación se ve en todo el país, aunque en diferentes grados, hay oportunidades que están surgiendo, pero, lamentablemente, por el nivel educativo no todos pueden acceder a esos nuevos negocios», apunta.

El Gobierno sudafricano ha facilitado la llegada de empresas extranjeras al país aportando seguridad jurídica. China se ha convertido en un socio muy relevante, con un fuerte asentamiento en el sector industrial. Pero también firmas europeas y norteamericanas buscan negocio en el país, entrando como accionistas en empresas de alimentación, telefonía, energía...

Sin embargo, tiene algo que le diferencia (a peor) de otros emergentes: su mercado interior es bastante limitado. Tiene una población similar a España, y eso acota el negocio. Y a ello hay que sumar, además, una alta tasa de paro que, si bien parece asumible si se compara con sus vecinos, comienza a ser preocupante. La tasa ronda el 23-24?%. Pese a todo, atrae a trabajadores, sobre todo de Nigeria y Zimbabue. Además, la orden de cuotas raciales en el empleo, para reflejar la realidad del país, ha motivado que algunos jóvenes hayan optado por emigrar al no encontrar, paradójicamente, un empleo. «El Reino Unido es la primera opción, pero también Dubái y Nueva Zelanda», indica Melissa Caramés, gallega casada con un sudafricano.

Las diferencias raciales se siguen palpando, quizá menos evidentes para los llegados de fuera. «Pero, como decía Desmond Tutú hace poco, si países como el Reino Unido o Francia no han sabido resolver ciertos problemas en su larga historia, no se puede pretender que Sudáfrica arregle los suyos en solo 20 años», dice Melissa.

49

Millones de habitantes

24?%

Desempleo

2,8?%

Crecimiento del PIB

33?%

Deuda sobre PIB