El Gobierno de Italia, al borde la ruptura por la exigencia de la UE de nuevos ajustes

Í. D. roma / colpisa

ECONOMÍA

Los socios de Berlusconi se niegan a elevar la edad de jubilación a 67 años

25 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El Gobierno italiano estaba anoche con un pie en el abismo, al borde de la ruptura, con el pulso que mantenían Silvio Berlusconi y su socio, Umberto Bossi, de la Liga Norte, a raíz de un intento in extremis de reformar las pensiones. En un convulso consejo de ministros convocado de urgencia por el primer ministro tras volver caliente de Bruselas pretendía elevar la edad de jubilación a los 67 años, entre otras medidas, pero la Liga opuso un veto implacable. Había sido una de sus líneas rojas durante los dos planes de ajuste del verano y ayer lo siguió siendo. Al final estaba en juego la propia vida del Gobierno y se resolvió a la italiana: al cabo de hora y media, a las nueve de la noche, el consejo terminó sin ninguna decisión. Se dejó para hoy.

El magnate está entre dos fuegos, porque volvió el domingo con la badana bien zurrada de Bruselas. De nuevo cundió la sensación -tras la famosa carta enviada en junio por la BCE- de que Italia está comisariada por la UE. Ya es oficialmente la última de la clase junto a Grecia y hasta se le impusieron deberes a modo de ultimátum. Para mañana, en la nueva reunión comunitaria, debe llevar nuevas medidas de ajuste.

Los precedentes del verano pesan en la credibilidad de Italia. Aprobó un plan de ajuste chapucero que obligó a hacer otro en serio. Al final era casi todo impuestos, ni una medida para el crecimiento. Se le exigió también esto y Berlusconi prometió un paquete de desarrollo, pero lo ha aplazado todo este mes y la semana pasada llegó a decir que «no corre prisa».

Pero lo peor fue la imagen que transmitió el domingo la rueda de prensa de Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, que ante la pregunta de si confiaban en Berlusconi intercambiaron unas risitas que en Italia han hecho mucha sangre. Además de asfixiado, el país se sintió ridiculizado. Crece el convencimiento de que el principal problema para salir de la crisis es el propio Berlusconi y su nula credibilidad.

Berlusconi reaccionó como hace cuando está acorralado: atacó. Divulgó una nota de tono digno en la que dejó claro que Italia cumplirá con su parte y replicó que en la UE «nadie puede dar lecciones» a sus socios.