Recuperar el crédito

A.?Sánchez Presedo

ECONOMÍA

10 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Europa es el centro de la preocupación mundial. Cuando el expresidente brasileño Lula da Silva dijo hace unos días que la UE es patrimonio democrático de la humanidad, no hacía un elogio, sino que planteaba una gran responsabilidad. De cómo salgamos de la crisis dependerá el futuro del bienestar europeo y de una globalización sostenible. La crisis tiene diferentes rostros. Su código genérico es el sobreendeudamiento ligado a la prolongada acumulación de desequilibrios. Deuda privada y deuda pública son vasos comunicantes. Sus problemas tienen que resolverse conjuntamente. Corregir los desequilibrios, la desregulación y la pérdida de competitividad es inexcusable para lograr crecimiento y creación de empleo.

La credibilidad de la democracia está en juego. Si no queremos depender de los mercados tendremos que aprender a no pedirles dinero descontroladamente y a no cargar esa factura a las generaciones futuras. El sentido de la deuda es financiar la inversión que estimula el crecimiento y proporciona beneficios a largo plazo. Ante la decaída de la economía el riesgo no es la inflación, y por ello el BCE debe asegurar bajos tipos de interés y no escatimar medidas para garantizar la estabilidad del euro. Desde el inicio de la crisis se han creado mecanismos para asistir a los países de la eurozona, se ha comenzado la reforma financiera, establecido autoridades europeas de supervisión, iniciado la coordinación presupuestaria y anunciado un impuesto sobre las transacciones financieras. Sin embargo, para superar la crisis Europa necesitará ir mucho más allá y avanzar en su integración económica y fiscal.

La Unión no puede ir a la velocidad del más lento ni con el equipaje del menos europeísta. Tampoco puede delegar en un dueto franco-alemán. Son necesarios el método y el espíritu comunitario. Los ciudadanos deben percibir que la dirección europea responde al interés común. La austeridad es una receta insuficiente. Además, algunos países y la propia Unión cuentan con margen para la expansión. La creación de un secretario del Tesoro Europeo, legitimado y controlado por el Europarlamento, es clave para una política económica común y un potente plan de inversiones financiado con eurobonos.

Solo un pacto social que asegure un reparto equitativo de esfuerzos cimentará una recuperación justa. La lucha contra la evasión fiscal, la tributación de los capitales y la sostenibilidad de los servicios públicos son esenciales. Afrontar la crisis juntos es la única manera de llevar a buen puerto las reformas. La catarsis griega promovida por Papandreu ha tenido éxito: por fin quienes promovieron las políticas que están en el origen de la crisis van a cooperar en su superación. Por contra, quienes como Berlusconi no han tenido coraje para adoptar las medidas necesarias y se aferran al poder para preservar sus privilegios, agudizan las tensiones y el riesgo de recaída. Aviso a navegantes: solo saldremos de la crisis con reformas y cohesión.