El año en que el euro se tambaleó

MERCEDES MORA REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Terminan 12 meses de angustia que han colocado contra las cuerdas a la moneda única y cambiado la suerte de millones de ciudadanos europeos.

31 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Los europeos recordaremos el 2011 como el año de la crisis del euro. Doce meses de angustia que han colocado contra las cuerdas a la moneda única y cambiado la suerte de millones de ciudadanos europeos, que han visto cómo los draconianos ajustes emprendidos por los Gobiernos en su alocada carrera por controlar el déficit han empeorado sus condiciones de vida y, lo que es peor, a los que todavía les aguardan más sacrificios. Irrumpirán en sus hogares tan pronto como la guadaña de la austeridad que tan pacientemente ha estado afilando la canciller Merkel durante todo este tiempo se ponga a funcionar. Después de observar atónitos cómo el torbellino de la deuda engullía en el 2010 a Grecia e Irlanda, el 2011 nos deparó, primero, en la primavera, la rendición de Portugal; y, después, en el último trimestre, la caída de los Gobiernos de Grecia e Italia. Porque el año que ahora termina será también recordado como el de el adiós de Berlusconi. Y, arrastrado, no por los escándalos políticos o sexuales, sino derrotado por la gran protagonista del ejercicio: la prima de riesgo.

También ha sido este, un año convulso para España. La incontrolable corriente especulativa que ha recorrido el continente la ha golpeado con saña, colocándola al pie de los caballos, elevando su prima de riesgo hasta cotas nunca vistas e incrementando los costes de financiación hasta niveles insostenibles.

Con un pie en el abismo

Un viacrucis que alcanzó su punto álgido en noviembre, justo después de que el entonces primer ministro griego, Yorgos Papandreu, dejara a todos boquiabiertos con su polémico referendo sobre las reformas. No debiera haber nada extraño en que un dirigente consulte a los ciudadanos sobre decisiones que van a condicionar, y de qué manera, su vida y la de los suyos. Pero, a Papandreu le costó el cargo. El vendaval que desató fue tal que la prima de riesgo española -el sobrecoste que ha de pagar el país para financiarse en comparación con Alemania- llegó el 17 de noviembre a las puertas mismas de los temidos 500 puntos, el abismo por el que cayeron Grecia, Irlanda y Portugal. En un día negro para la economía española, en el que el Tesoro tuvo que pagar un histórico 7 % para colocar sus bonos a diez años, el riesgo de España trepó hasta los 499 puntos. De momento, su máximo histórico.

Maratón de cumbres

Por el camino, nada más y nada menos que diez cumbres al más alto nivel para intentar salvar al euro. Todas ellas con el marchamo de «decisivas», aunque ninguna lo fue. Ni siquiera la última. La de la famosa refundación de Europa. Sin Londres y bajo la batuta de la austeridad.

Y, en medio de todo, las agencias de calificación. Malmetiendo. Recortando notas a diestro y siniestro. Y, siempre, en el peor momento. Tan alargada ha sido su sombra que ha llegado incluso al corazón de la eurozona. Hasta la todopoderosa Alemania ha tenido que ver cómo ponían su preciada triple A en cuarentena.

El balance

Y así hemos llegado al final del año. Sin una solución definitiva al problema. Porque no está claro que las medidas adoptadas en el Consejo Europeo de principios de diciembre, ese que consagró la regla de oro del déficit (0,5 % del PIB), vayan a servir para poner fin a la sangría.

Así las cosas, y después de un año angustioso, las cifras no pueden ser más desalentadoras. La prima de riesgo española continúa instalada muy por encima de los 300 puntos (despide el 2011 en 326). Esto es, 77 puntos por encima de como lo empezó; y la italiana, más allá de la línea roja de los 500 puntos (cierra el ejercicio en 528 puntos).