Algo se mueve en Europa

mercedes mora REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

ROBERT SCHLESINGER

El FMI presiona para que los países en apuros tengan más tiempo para cumplir con el déficit ante la amenaza de una recesión mundial

28 oct 2012 . Actualizado a las 15:55 h.

análisis La eurozona busca la puerta de salida de la crisis

Bajo la amenaza del fantasma de una auténtica recesión global -lo de hasta ahora ha sido solo cosa de ambos lados del Atlántico- algo se mueve, por fin, en la vieja Europa. Su crisis de deuda tiene con el alma en vilo a todo el planeta, y las exigencias de «actuaciones urgentes y con coraje» -la frase es de la directora del FMI, Christine Lagarde- le llueven desde todos los frentes.

Con esa espada de Damocles pendiendo sobre sobre la economía mundial, comienza a abrirse paso la constatación de que la política de la austeridad a ultranza, esa que santifica los objetivos de déficit, no conduce a nada bueno. Solo empeora las cosas.

Puede que por eso, la canciller alemana, Angela Merkel, la principal adalid de la austeridad a machamartillo, esté ahora dispuesta a abrir la mano con Grecia, después de haberle llegado a mostrar -y no una vez, sino varias- la puerta de salida del euro. Porque parece que, al final, el país heleno tendrá ese «aire para respirar» que reclama desde hace semanas su primer ministro, Antonis Samaras. Oxígeno que se traduce en dos años más, hasta el 2016, para embridar el déficit y recortarlo hasta el ansiado 3 %. Por eso, y por el evidente deseo de Merkel de calmar las revueltas aguas de la eurozona para navegar con mayor tranquilidad hacia las elecciones del 2013. Serán dentro de un año. Y también, claro, porque la economía alemana comienza a sentir en sus carnes la agonía de los socios del sur. Fieles compradores de los productos germanas. Con la máquina exportadora a medio gas, la locomotora europea está condenada a sufrir.

Más tiempo para cumplir

Pero, lo del aire de Grecia (si finalmente se lo dan) no es un caso aislado. Portugal ya ha conseguido una bula de un año para hacer los deberes y cumplir con el sacrosanto Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El que obliga a achicar el agujero de las cuentas públicas hasta el 3 %. Y, no sería descabellado pensar que España también se beneficiará de esa repentina clemencia. Porque, si hay algo que está claro en todo esto, es que los plazos para cumplir los objetivos de déficit dictados desde Berlín no son realistas. No hay quien los cumpla. Y menos, con la soga de la recesión y un desempleo pavoroso atada al cuello.

La idea de más tiempo tiene el apoyo del FMI. Pero en Alemania todavía quedan huesos muy duros que roer para que acabe siendo una realidad.

Y muchos de ellos moran en las filas de la coalición que sustenta a Merkel. Habrá que esperar, pues, a que caigan en la cuenta de que así no vamos a ninguna parte.

Los mercados, complacidos

De momento, los mercados parecen dispuestos a otorgarle un voto de confianza a la eurozona. A ver si de una soberana vez se levantan los cimientos para empezar a dejar atrás esta interminable crisis. Aunque solo sea porque Draghi anda al acecho y tiene particular empeño en salir de esta.

El italiano es uno de los que más carne está poniendo en el asador para salvar el euro. Por eso se plantó el miércoles en el Bundestag, territorio hostil para el presidente del BCE. Allí se han escuchado voces sugiriendo incluso la conveniencia de su dimisión. La más fuerte, la del liberal Frank Schäffer: «Cualquiera que utilice la política monetaria para financiar a los países, tal vez no debería ser el responsable del banco central», proclamó el miércoles poco antes de la reunión.

Y Draghi se metió en la boca del lobo para desbaratar todos los miedos que despierta en los parlamentarios alemanes su plan de comprar deuda de los países en apuros, previa petición de rescate. Algo crucial para España porque su salvavidas depende, y mucho, de que se disipen todas las dudas germanas.

Si Grecia consigue el plácet de sus socios y recibe el dinero del siguiente tramo de su segundo rescate (31.500 millones de euros), toda la presión se desplazará hacia el Gobierno español para que pida el rescate. Draghi ya le ha allanado el camino, ahora solo falta que Rajoy dé el paso.

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