La banca nacionalizada ante el riesgo de venta o inyección de capital

ECONOMÍA

La crisis del sector financiero internacional se resolvió en Francia, Alemania y EE. UU. con fuertes intervenciones públicas que se están recuperando. España evita riegos y prefiere regalar entidades

04 ago 2013 . Actualizado a las 16:19 h.

Imagínese usted y diez amigos, cenando en casa durante una noche de verano. Uno de ellos, al que nadie conoce, que se ha incorporado por sugerencia de su hermana, también presente en el grupo, les dice en los cafés que tiene un cáncer incurable y que es muy probable que no vea las uvas de fin de año. Sentirán su pena en la medida en que uno es empático con el dolor de los demás; la cena llegará a su fin, pues nadie se pone a tomar gin tonics delante de una persona que lanza un mensaje tan duro, pero posiblemente ahí se quede todo. Ustedes son meros observadores de la desgracia de un tercero.

Suponga, por el contrario, que el motivo de su muerte no es un cáncer incurable sino un virus terminal, tipo Ebola ¿Qué pasaría? ¿Seguirían siendo meros observadores? No, les entraría la histeria, crecería el pánico, posiblemente les aislasen y a cada instante mirarían para el rostro de ese invitado buscando señales de recuperación, porque en la medida en que él lo hiciese ustedes también podrían sobrevivir. Fíjese en las diferencias. Todo cambia. La historia es otra ¿la diferencia? El contagio. El que tiene el virus muere matando.

Si en vez de pensar en personas visualizáramos empresas, nos daríamos cuenta que el primer caso podría asimilarse al cierre de una de ellas. Nacen, se desarrollan y pueden morir; y al hacerlo solo lo sufren sus allegados más directos, es decir, sus propietarios, sus clientes, empleados y proveedores. En el caso de la banca, ocurre lo contrario, su derrumbe supone la destrucción de una buena parte del tejido económico y dentro de esa onda explosiva podemos estar nosotros; por ello, hemos de mirarla a cada instante, ver su rostro, creer que está sana y tiene vigor.

Es evidente que si salvamos a la banca es por propio interés; la sociedad no hace ninguna labor de beneficencia al rescatar una entidad, minimiza daños. Pero si bien esto es cierto, también lo es que en el proceso de reestructuración bancaria española hay, por un lado, demasiados claroscuros y, por otro, demasiados políticos sin formación financiera. Por el bien de esta democracia, espero que algún día destinen el dinero de los asesores a contratar gente cualificada y no a fichar fontaneros que les hagan ganar congresos.

Auditorías

Tampoco deseo hablar de la famosa auditoría de las cajas gallegas, que ni era auditoría, ni plan de viabilidad, ni nada que se le pareciese; sino simplemente una due dillegence y ¿Esto qué es? Pues una evaluación independiente y detallada del negocio. Es decir, algo parecido a permitir que alguien llegue a su empresa, entre en todos los despachos y abra los cajones comprobando lo que hay dentro de cada uno de ellos. Pero el problema de nuestras cajas no era ni de inventario ni de línea de negocio, sino de comprobar que los pilares que sostenían el edificio pudieran aguantar las diferentes tormentas que parte del sistema financiero visualizaba y debatía en diferentes foros, entre ellos el del Banco Internacional de Pagos de Basilea.

Pero permítame que avance en el tiempo; cada vez que recuerdo esos días de desconcierto global, con un gobierno autonómico perdido y una oposición que aún hoy sigue desnortada, se me hincha una vena en el cuello que no me favorece nada. Hablemos de Madrid, que diría Sabina.

El 25 de junio del 2012, el Gobierno solicita asistencia financiera externa para salvar a la mitad del sistema financiero español y al hacerlo, el nueve de julio, asume una serie de compromisos en lo que se ha dado a llamar el rescate financiero y que vienen detallados en el denominado MOU o Memorando de Entendimiento. Podríamos hablar media vida de por qué llegamos a esa situación, pero como decía Fraga ante determinadas preguntas fuera de contexto, hoy no toca. Hoy toca hablar de los miles de millones que nos hemos gastado en la reestructuración bancaria y como no, de la probable pérdida de Novagalicia.

Romper mitos

Una cosa que debemos hace los españoles es romper mitos, y el primero de ellos es asumir que no somos imbéciles; porque ahí es donde terminamos cuando una vez tras otra nos repetimos que tenemos la peor banca del primer mundo. Es necesario recordar que la mitad del sistema financiero español no ha recibido ayudas públicas. Y aquí, en nuestra tierra, Galicia, que alguien me responda cuánto dinero del contribuyente ha salido para sanear al Banco Pastor, el Etcheverría o a Caixa Rural Galega, se lo diré, cero euros; y no ha habido ayudas porque o bien no las necesitaban, o porque previendo peores tiempos decidieron agarrar músculo a través de la integración, como sería el caso de la unión del Pastor con el Popular. Voy más lejos, no existe en España ninguna institución que habiendo tenido el nombre de banco en el 2008 hubiera necesitado que el Estado le inyectase capital ¿Ocurrió lo mismo en otros países? No, prácticamente todas las naciones tuvieron que intervenir en el 2008 y en el 2009 para salvar sus a grandes entidades financieras.

En septiembre del 2008, los Gobiernos francés y belga nacionalizan Dexia, inyectando 6.500 millones, cantidad que se demostraría, pasado el tiempo, insuficiente. Dos meses más tarde, Sarkozy se ve obligado a entrar a fondo en el conjunto de su sistema financiero, ordenando la primera, que no la última, de sus inyecciones financieras, 10.500 millones repartidos entre Credit Agricole, BNP Paribas, Societé Générale, Credit Mutuel, Caisse d´Épargne y Banques Populaires. Mientras París vivía desbordada, Berlín ya había salido, con 50.000 millones, al rescate del Hypo Real Estate. El gigante alemán acabó absorbiendo 87.000 millones. A la vuelta de enero, Merkel tuvo que intervenir de nuevo, en este caso para adquirir el 25 % de uno de sus buques insignias, el Commerzbank. Y por si tanto descontrol creaba pánico entre los ahorradores germanos y esto provocaba desestabilización, no tardaron dos segundos en asegurar la totalidad de los depósitos.

Ya ve, lo de siempre, la eterna doble moral de los germanos. Le dan lecciones al mundo que ellos son incapaces de cumplir. Por qué no dijeron las autoridades alemanas a su pueblo, en esos momentos de incertidumbre, que lo justo era que aquellos que tuvieran más de cien mil euros en depósitos asumieran una quita parcial o total. Qué le voy a decir, avanzo, que me enfermo. Qué fácil es irse de campeón en la casa del vecino.

En EE.UU. no se vivieron situaciones distintas. La administración Bush creó un Programa de Ayuda de Activos Problemáticos (TARP, según sus siglas en inglés) que acabó teniendo una naturaleza similar a nuestro FROB. Realizaron nacionalizaciones parciales o totales de un número importante de entidades, más de trescientos bancos pequeños y gigantes de la talla de Fannie Mae, Freddie Mc, Citigroup o la aseguradora AIG. En total inyectaron capital por más de cuatrocientos mil millones de dólares. En el caso norteamericano, además, hemos visto cómo la administración actual, demócrata, siguió una hoja de ruta diseñada por una presidencia republicana.

Modelo español

Resulta obvio que en España lo que ha saltado por los aires no ha sido la banca, sino nuestro modelo de cajas de ahorro; ahora bien, era tal su dimensión que su onda explosiva nos ha roto los tímpanos y hundido en la autoflagelación.

Lo anterior también sirve para desmontar otro mito; que el rescate en España fue más intenso. Al contrario, las cantidades destinadas están por debajo de las manejadas por nuestro vecinos durante el 2008 y el 2009. Lo que sí es cierto es que nos agarró tan agotados que cuando decidimos rescatar el sistema de cajas, estábamos sin fuerzas. Pudimos haber actuado en el 2009 o en el 2010 y no lo hicimos porque la administración Zapatero no entendía el problema. El Gobierno Rajoy sí comprendía lo que estaba ocurriendo y pudo haber arrancado su acción de gobierno atajando el problema, pero prefirió sacar de un cajón del Ministerio de Economía una reforma, que tenía guardada la anterior administración, y que todavía no había sido implementada. Se inhibió para no perjudicar los intereses electorales de Javier Arenas.

Como dirían en el mundo de la abogacía, los procesos de reestructuración financiera están cargados de jurisprudencia. Es decir, ya hemos visto cómo piensan y actúan los actores, tanto los que trabajaron en la confección del MOU como aquellos otros, los norteamericanos, que han seguido caminos distintos. Nadie debería obligarnos a hacer lo que no ha sido capaz de ejecutar en su país. Y, aunque siempre he sido crítico con las posturas alemanas y la lentitud de Bruselas, me temo que en este último capítulo, que son las nacionalizaciones de Cataluña Caixa y Novagalicia, el Banco de España está mentando al diablo con el único fin de quitarse de encima a las dos antiguas cajas. Se siente incómodo ejerciendo de banquero, que es lo que realmente hace cuando desde la presidencia del FROB le indica, por ejemplo, a sus consejeros en Novagalicia cuál debe ser la política de riesgos que deben autorizar.

Su ADN muestra que solo tiene una regla, la solvencia del sistema, y todo lo que sea alejarse de ese principio lo muta. Ejercer de banquero lo convierte en parte y nadie puede ser agente cuando es supervisor. Podría pasarle la patata caliente de la gestión bancaria al Ministerio, pero es obvio que De Guindos no la quiere en sus manos; no desea asumir el riesgo de que bajo una gestión pública alguna de estas dos entidades puedan aflorar más activos tóxicos. Hay demasiados ejemplos, como Dexia, de que esto puede ocurrir. Bajo ningún concepto desean realizar una nueva inyección de capital; prefieren hacer ahora, que la opinión pública está perceptiva, una barra libre, sea cual sea su coste, que pagar, al borde de las elecciones generales, una ronda de cervezas.

La lógica de la inhibición, de la no asunción de riesgos, y no otra, es la que puede dejar a los gallegos sin su entidad de referencia ante las medidas que se prevén para ella. ¿Y qué han hecho otros? Lo contrario. Aguantan sus entidades y cuando pueden las privatizan en bolsa. Aquí, sin embargo, hemos generado un proceso brutal de concentración bancaria a coste del contribuyente. Regalamos el sistema bancario para que los burócratas estatales puedan dormir mejor y en esto, sí que somos una excepción.

En EE.UU.

La Administración Obama ha esperado a la recuperación de sus bolsas para colocar sus acciones en los mercados, ¿consecuencia?, a 30 de julio ya había recuperado 342.000 millones de los 411.000 millones desembolsados en su día ¿Y Alemania? Siguiendo una lógica similar, intenta obtener lo máximo posible por su participación en el Commerzbank (segundo banco germano) y como todavía no observa al mercado con fuerza, gestiona, con todas las consecuencias, el 90 % que tienen en el Hypo Real Estate.

Hay dos tipos de políticos, los que intentan no equivocarse, aunque eso les lleve a la inacción; y los ambiciosos, que arriesgan aunque crean que eso les puede provocar su retirada política.

Parece evidente que cuando se escriba, con perspectiva histórica, el proceso español de reestructuración bancaria, podremos comprobar que esta historia la construyeron los primeros, los burócratas que desean que la realidad no les quite el sueño.

Las cifras

Rescate financiero: 100.000 millones. El 9 de junio del 2012, el ministro Luis De Guindos comparecía para explicar que finalmente España se acogía al rescate financiero para sanear el sistema bancario. el plan de ayudas asciende a 100.000 millones de euros. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) es el instrumento que se encargará de inyectar dinero a los bancos que lo necesiten.

Primera entrega: 40.000 millones. El MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) procedía en diciembre del año pasado a la entrega del primer tramo del rescate financiero. Los 40.000 millones de euros se destinaría a la recapitalización de las entidades nacionalizadas Bankia, Catalunya Caixa, Novagalicia Banco y Banco de Valencia y al banco malo, que gestiona los activos tóxicos procedentes en su mayoría del sector inmobiliario.

Venancio Salcines es presidente de Escuela de Finanzas.