
El presidente de EE.UU. asegura que el relevo en la Fed es su decisión más importante y mira a derecha e izquierda de los demócratas
18 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Washington anda revolucionado estos días, a pesar de que en teoría todo el mundo está de vacaciones -incluido el presidente estadounidense, Barack Obama- y los pasillos del Congreso están casi vacíos. Pero los rumores, las cartas, las presiones, los artículos en la prensa, las entrevistas en la televisión y las conversaciones tienen un único tema: ¿quién va a ser el elegido por Obama para presidir la Reserva Federal tras la partida de Ben Bernanke, presumiblemente este otoño?
En su última rueda de prensa justo antes de partir de vacaciones a la exclusiva isla de Martha?s Vineyard, el propio Barack Obama dejó clara la importancia de esta cuestión. «Junto a los nombramientos para el Tribunal Supremo esta es probablemente la decisión más importante de mi presidencia», dijo el mandatario estadounidense.
Ahí es nada. La decisión más importante de sus ocho años de gobierno. Y eso que durante estos años se ha aprobado una reforma sanitaria y casi seguro que se aprobará una reforma migratoria radical. Pero a pesar de ello, la elección del presidente de la Fed es más importante. Y eso es así porque la persona que sea nombrada para ese cargo seguirá ostentándolo con el próximo inquilino de la Casa Blanca, sea del partido que sea.
Y esa persona, según anunció también Obama la semana pasada, puede ser o Lawrence (Larry) Summers o Janet Yellen. El presidente estadounidense fue muy cuidadoso a la hora de referirse a ambos para intentar no dar pistas sobre sus preferencias. Pero sus palabras de ese día han sido analizadas por los expertos hasta la saciedad para rastrear si, a pesar de todo, podía advertirse inclinación por uno o por otra.
Una llamada inminente
Lo que parece indiscutible es que Summers o Yellen van a recibir estos días la llamada de su vida. Y es que según los analistas, Obama se comunicará con uno de ellos desde Martha?s Vineyard para anunciarle que es el elegido, o la elegida. Y antes de que esa llamada se produzca y de que se haga público el nombre del designado por el presidente, todo el mundo intenta hacer presión a favor de un candidato o, sobre todo en el caso de Larry Summer, en contra de él.
Larry Summers tiene una larga, y exitosa, trayectoria en el servicio público estadounidense. Pero también ha conseguido convertirse en una especie de bestia negra para multitud de mujeres y para los votantes más a la izquierda del Partido Demócrata.
Summers fue secretario del Tesoro en el Gobierno de Bill Clinton y el principal economista de la Casa Blanca con Obama hasta el año 2010. Y lo que es indudable es que podría decirse que lleva la economía en sus genes.
Es hijo de dos importantes economistas, Robert y Anita Summer -y sobrino de otros dos investigadores de esta disciplina que, además recibieron el Nobel de Economía, Paul Sammuelson, hermano de su padre, y Kenneth Arrow, hermano de su madre.
Pero lo que hizo que el nombre de Summer se hiciera más popular fue su papel como rector de la Universidad de Harvard. En el año 2005, mientras ocupaba ese cargo, Summer hizo unas declaraciones sobre la menor capacidad de las mujeres para las matemáticas, una opinión infundada desde el punto de vista científico y que le acarreó multitud de críticas, sobre todo entre los profesores de su propia universidad. Parece que esas críticas fueron las que le llevaron a dimitir al año siguiente y las que, según opinan muchos expertos, impidieron que Obama lo nombrara en el 2009 secretario del Tesoro.
Apoyó la desregulación
Las críticas a Summers se han recrudecido en los últimos días. Además de sus opiniones machistas sobre la capacidad de las mujeres para las ciencias, los sectores más progresistas del Partido Demócrata le reprochan que durante la década de los noventa se opusiera a la regulación de los derivados financieros. Y según muchos expertos, la falta de control de esos productos financieros es lo que ocasionó la crisis del 2008.
Pero Obama contestó el pasado viernes a esas críticas con una defensa pública de Larry Summers: «No me gusta que alguien que ha trabajado duro para mí y ha trabajado duro en nombre del pueblo americano reciba estas bofetadas sin razón. Y en estos casos, quiero asegurarme de que estoy con ellos».
La oponente en la carrera hacia la presidencia de la Fed es nada menos que una mujer, Janet Yellen, actual vicepresidenta de ese organismo. Esta economista -que está casada con otro premio nobel de economía, George Akerlof-, al contrario que Summer, que ha trabajado en el sector privado y al que Wall Street considera uno de los suyos, está mucho más alejada del sector financiero privado y se ha dedicado mucho más al mundo académico. Aunque también fue -como Summers con Obama- jefa del consejo económico de la Casa Blanca durante la presidencia de Bill Clinton.
En Wall Street se la considera una paloma porque su interés es mucho más la creación de empleo que el control de la inflación. Ella es una de las defensoras más firmes del programa de flexibilización cuantitativa, el plan de compra de bonos para el impulso de la economía que mantiene en la actualidad la Fed. Además, cuenta con mayor prestigio que su rival entre los economistas del país y, por supuesto, la simpatía de las mujeres del gremio.