
Dos tercios de la ley todavía están en fase de borrador
12 ene 2014 . Actualizado a las 11:56 h.De las tres grandes reformas prometidas por Barack Obama cuando llegó a la Casa Blanca, quizás la más urgente era la que afectaba a la reestructuración del sistema financiero. Y eso por el calamitoso estado de la economía tras la hecatombe que sobrevino a la caída de Lehman Brothers. El presidente prometió que los bancos estadounidenses -los grandes responsables de la crisis- no quedarían impunes si volvían a emplear alegremente el dinero de sus clientes en hipotecas basura, mercado de derivados o cualquier otro artificio especulativo capaz de propiciar otro cortocircuito de semejante calibre.
Nadie en Wall Street osó levantar la voz en aquellos días oscuros y se dio por hecho que el nuevo marco regulatorio estaría listo antes que la ambiciosa reforma sanitaria o la también compleja nueva legislación migratoria. Justo un año más tarde, en enero del 2010, los legisladores Chris Dodd y Barney Frank entregan en el Despacho Oval el borrador de la Ley de Reforma de Wall Street y de Protección del Consumidor. Imbuida en la misma filosofía que la legislación que transformó el papel de la banca tras la Gran Depresión, las 400 reglas que integran la norma estaban pensadas para devolver al regulador todo el poder perdido desde la era Reagan. En julio de aquel año, la Ley Dodd-Frank era una realidad gracias al control demócrata de ambas cámaras del Congreso. Otra suerte muy distinta correría su aplicación
Ha habido que esperar al recién concluido diciembre para que la parte más significativa de la norma -la denominada Regla Volcker- sorteara los últimos obstáculos legales y recibiera el visto bueno de cinco agencias federales. Por el camino, los poderosos lobbies de Wall Street han movido cielo y tierra para desnaturalizarla. «Este retraso de tres años y medio, unido al hecho de que dos tercios de las leyes están aún inacabadas, da una idea del dominio de los bancos sobre el sistema político», subrayó recientemente el periodista económico Barry Grey.
Divergencias
Llegados a este punto, las valoraciones difieren. Aun aceptando que la Regla Volcker -elaborada por el que fuer presidente de la Reserva Federal entre 1979 y 1987- es una versión suavizada del primer borrador, sus defensores creen que es una herramienta potente para forzar a la gran banca a cambiar sus métodos de hacer negocios.
Los fundamentos de la Regla Volcker han sido extraídos en su totalidad de una medida aún más poderosa, la Ley Glass-Steagall ideada por el Gobierno de Franklyn Roosevelt en 1933 para separar la banca comercial y de inversión, y que fue derogada por el Congreso en 1999 cuando gobernaba Bill Clinton. Es ese paralelismo en la filosofía lo que hace pensar a Obama que las cosas van por buen camino. «Con la regla Volcker será ilegal que los bancos utilicen dinero asegurado por el Gobierno para hacer apuestas especulativas que amenazan a todo el sistema financiero».
Los críticos, por el contrario, creen que la letra pequeña de la ley es ambigua y deja a su paso demasiados vacíos jurídicos que permitirán a los pesos pesados de Wall Street seguir especulando con los depósitos garantizados y otros fondos de sus clientes.
análisis Reglas para embridar a los bancos