El pecado capital de invertir en una Sicav

La Voz

ECONOMÍA

¿Por qué IU se opone de forma tan clara a estos instrumentos financieros?

25 jun 2014 . Actualizado a las 19:56 h.

Si algún instrumento financiero goza de mala reputación, esa es la Sicav(Sociedad de Inversión de Capital Variable). Tras la reciente dimisión de Willy Meyer, eurodiputado de IU, después de descubrirse que el fondo voluntario de pensiones del Parlamento Europeo que él tenía estaba vinculado a una Sicav en Luxemburgo, la polémica en torno a este instrumento de inversión, el favorito entre los ricos y sospechoso de ser utilizado para pagar menos impuestos, vuelve a estar en el punto de mira.

Casi desde su nacimiento en 1983, con el gobierno de Felipe González, las Sicav han sido duramente criticadas, ya que los beneficios que generan sólo cotizan al 1% si se reinvierten en la propia sociedad para generar rentabilidad, y también porque, aunque se idearon para evitar la fuga de capitales a paraísos fiscales, a menudo se han utilizado para dar esquinazo al fisco de una manera tan sencilla y legal como es reducir su capital.

Sin duda la principal ventaja para los ricos inversores de las Sicav es esta baja fiscalidad, siendo vistas por la opinión pública como elementos que utilizaban las grandes fortunas para pagar menos y eludir impuestos. Antes de tributar, estos reducían la inversión. La retiraban o la desviaban a otros fondos o productos financieros. Las sociedades de inversión no tributaban por los beneficios obtenidos mientras sus partícipes no vendiesen sus acciones. Después de pagar impuestos reducidos, lo volvían a reinvertir en la propia sociedad, para generar rentabilidad y no tener que pagar los impuestos.

Aquí es donde radica el problema más importante, y que ha levantado la alarma contra este tipo de sociedades, y es que se utilizan a menudo para defraudar a Hacienda. Llegan a las 100 personas necesarias para constituir una Sicav gracias a individuos que sólo aportan su nombre a la sociedad (conocidos como socios de paja o mariachis). A menudo estos están muy relacionados con el inversor que aporta la mayor parte del capital (lazos de subordinación, familiares...). Desde este punto de vista, la Sicav dejaría de funcionar como instrumento colectivo para convertirse en una forma de gestión de un patrimonio individual. Por lo tanto aparece una familia ligada a un gran inversor, que tiene total control sobre este capital y que además, aprovechando la reinversión de ese 99% que le sobra puede adquirir bienes «necesarios» para la sociedad, como coches, inmuebles o bienes de lujo. De ahí que el concepto final se aleje bastante de lo que es una Sociedad de Inversión Colectiva.

Elevar la tributación de las Sicav, ha sido desde hace años un punto denunciado por la izquierda, en especial por el partido del «abdicado» Willy Meyer, Izquierrda Unida, quienes en múltiples ocasiones han abogado en el Parlamento por terminar con esa situación tan injusta para el trabajador común, que debe tributar entre un 21 y un 27% de tipo efectivo, retire o no sus ahorros, viendo mermada las ganancias de los mismos en una cuantía que puede suponer de media una cuarta de los ahorros iniciales. En cambio, el accionista de la Sicav sólo tributará si retira su dinero, para lo cual no existe ninguna obligación. Con unas cifras de fraude tan sonoras en nuestro país, y la bajada de inversiones de grandes patrimonios en nuestra economía, la ciudadanía ve inconcebible que se sigan subiendo impuestos en las rentas bajas y medias, pero las últimas noticias que afectan a los eurodiputados, entre ellos el ya citado miembro de IU, Elena Valenciano o Montoro, entre algunos más, pone en alerta especialmente al partido que dirige Cayo Lara, quien se ha movido para pedir la dimisión de su representante de inmediato tras algo que evidentemente va en contra de lo que durante años han denunciado.