España se agarra a una reforma fiscal que no convence a sus socios

Adolfo Lorente COLPISA / BRUSELAS

ECONOMÍA

La Comisión Europea afea que no se bajen cotizaciones sociales ni se suba el IVA

08 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Luis de Guindos se topó ayer en Bruselas con varias patatas calientes. Algunas inesperadas, como el escándalo de Gowex, y otras, como su posible candidatura a la presidencia del Eurogrupo o las críticas comunitarias a la reforma fiscal española, ya previstas en la agenda.

¿Será presidente del Consejo de Ministros de Finanzas de la zona euro? «No comment». Respecto a las modificaciones tributarias que regirán en España desde el 2015, volvió a defender la bondad de esta reforma destacando dos aspectos: la tarifa plana de 100 euros de cotización en la Seguridad Social y la bajada del IRPF. «Estas medidas tienen un impacto a la hora de reducir la presión fiscal sobre el trabajo para permitir que el funcionamiento del mercado laboral mejore», aseguró el ministro de Economía a su llegada a la reunión del Eurogrupo. Un encuentro en el que, entre otros asuntos, se intercambiaron impresiones sobre la llamada cuña fiscal, un «elemento que mide lo que un trabajador recibe neto y lo que la empresa paga por él, y que es fundamental para que el mercado de trabajo mejore», recalcó De Guindos.

Europa, atada de pies y manos por el Pacto de Estabilidad de Crecimiento (que limita el déficit al 3 % del PIB y la deuda pública al 60 %), ha empezado a hablar de crecimiento y no solo de estabilidad, de ahí que la hoja de ruta fiscal que se implante en cada país vaya a mirarse con lupa desde Bruselas. España ha proyectado una bajada del IRPF que tendrá un impacto de casi 9.000 millones sobre la economía real entre el 2015 y el 2016, pero la reforma aprobada dista mucho de las pretensiones de Bruselas. Y lo hace, sobre todo, porque no cumple dos de las principales recomendaciones que la Comisión Europea viene realizando desde hace tiempo: bajar las cotizaciones sociales en varios puntos y compensar este impacto en las arcas públicas subiendo el IVA, los impuestos medioambientales o los que gravan la propiedad. Unas recomendaciones, por cierto, que recibieron el aval unánime de los 28 jefes de Estado y de Gobierno el 27 de junio.

Pero ayer no hubo encontronazo. Como también hicieron Italia u Holanda, España presentó las líneas maestras de la reforma pero sin entrar en muchos detalles. «El objetivo era tener un debate, no analizar o examinar el caso concreto de cada país», matizó el comisario de Asuntos Económicos en funciones, Siim Kallas. Una declaración corroborada por el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, que abogó por reducir la carga fiscal sobre el trabajo para poder combatir con más garantías el que quizá es el problema más grave al que se enfrenta Europa: el paro. «La competencia fiscal es nacional, pero también debe haber un enfoque coordinado a nivel comunitario», recalcó.

Aval de Berlín

Hubo tregua, cierto, pero el malestar que existe en el Ejecutivo de Bruselas sobre la reforma fiscal española es considerable. Primero, por no haberla pactado con ellos y, segundo, porque no incluye la bajada de cotizaciones y la subida del IVA. Sobre todo, se centra en bajar impuestos, algo que genera «ciertos temores» en la Comisión sobre el cumplimiento del déficit en los dos próximos ejercicios. Unas críticas que fueron mal encajadas en España ya que ministros como José Manuel García-Margallo pidieron a Bruselas que se informe antes de criticar.

Pero tanto De Guindos como el presidente Rajoy ya han asegurado que se cumplirán todos los objetivos y que la reforma atiende los dictados de Bruselas. Como aval político, qué mejor que contar con el apoyo del ministro alemán de Finanzas, el todopoderoso Wolfgang Schäuble, que la semana pasada bendijo en Madrid los cambios en el sistema tributario, asegurando que se cumplirá el déficit. Y si lo dice Berlín...

«Reducir la presión fiscal sobre el trabajo permite que mejore el funcionamiento del mercado laboral»

Luis de Guindos