Celeiro salva náufragos en el Pacífico

salvador serantes VIVEIRO / LA VOZ

ECONOMÍA

El «Carmen Tere» se aproxima al «South Ern Lily» para transbordar a los tres náufragos en el Pacífico.
El «Carmen Tere» se aproxima al «South Ern Lily» para transbordar a los tres náufragos en el Pacífico. c.t.< / span>

El palangrero «Carmen Tere» libró de una muerte casi segura a tres neozelandeses

20 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Salvados. Los neozelandeses Carl Reller y la pareja Sajjty Perera y Caitlin Anya sobreviven cuando casi nadie lo esperaba. En parte, por el Carmen Tere, del armador viveirense José Fraga, con 18 tripulantes, al mando del coruñés Javier Díaz Taibo. Coprotagonistas del casi milagroso rescate, el mercante South Ern Lily y la Armada de Nueva Zelanda. En los mares del Sur, donde cada cierto tiempo son noticia náufragos perdidos durante semanas, un palangrero de Celeiro agranda la solidaridad gallega en el mar. Restándole importancia, con la misma naturalidad con la que reaccionaron, el armador cuenta un salvamento semidescartado, en el Pacífico Sur, entre las islas Fiyi y Auckland, la principal ciudad neozelandesa.

Sucedió allí donde se dice que el inglés James Cook descubrió Nueva Zelanda, aunque otra teoría apunta que antes llegaron gallegos, a bordo de la carabela San Lesmes. Cinco siglos después, por ahí siguen gallegos. Por ejemplo, el palangrero de superficie Carmen Tere, con base en Celeiro, en Viveiro, que en el mapa está situado en 43° 40? Norte y 7° 35? Oeste. A unos 18.000 kilómetros, en medio del Pacífico, en posición 27° 35? Sur y 176° 37? Este, el pesquero encontró entre aguas al pequeño yate neozelandés Finn.

Inesperado final feliz

A bordo, con una brecha en la cabeza, el dueño y patrón, Carl Reller, y dos jóvenes, Sajjty Perera y Caitlin Anya, sin lesiones relevantes. Soplaban vientos de fuerza 7 y 8, fuerte temporal que incluso impedía pescar. Sin mástil, semihundido, sin luz y sin motor, una radiobaliza emitiendo señales débiles era lo único que quedaba del velero, pero sus tres tripulantes seguían dentro. Hallarlos vivos fue la recompensa a un salvamento marítimo complicado y de inesperado final feliz.

José Fraga describe un rescate que él vivió desde Viveiro, en permanente contacto con Javier Díaz Taibo, el capitán del Carmen Tere y sus otros dieciocho tripulantes.

A través de la estación de radio Kiwi 358, al pesquero de Celeiro le comunicaron que una radiobaliza del Finn emitía señales, activada por un supuesto problema. La Real Armada de Nueva Zelanda precisaba la posición, a 165 millas del Carmen Tere. El temporal tenía paralizado al espadero gallego desde hacía dos días, sin poder capturar espada ni afines. Nueva Zelanda lo sabía, por el exhaustivo y permanente control de la pesca.

Lejos del alcance de la Royal New Zealand Navy, las autoridades navales sugirieron al Carmen Tere que valorase si podía navegar hasta el punto del supuesto naufragio. Presunto porque del Finn solo llegaban las señales de su radiobaliza, captadas por satélite. Se trataba de probar suerte, por si la alerta era real y había alguién en apuros.

José Fraga y Javier Díaz hablaron. Temporal de fuerza 7 y 8, como el que había en ese momento, equivale en tierra a vientos que, por ejemplo, dificultan caminar. El Carmen Tere podía navegar, y patrón y armador no dudaron, acordaron ir en busca del Finn. Quedaban más de 300 kilómetros por delante. A las ocho de la tarde del mismo día 4, el palangrero de Celeiro dejó de capear el temporal. Por la emisora de radio Kiwi 4218F supieron que una aeronave de los servicios de rescate neozelandeses había visto el yate. Iba a la deriva, empujado por el viento, hacia el norte, a casi un kilómetro por hora.

Transbordo a un mercante

Rondaban las seis de la tarde del día 5 cuando el Carmen Tere avistó una bengala en el horizonte. Recurrieron a la radio para averiguar quién la lanzaba, pero no lo consiguieron. En un punto del Pacífico marcado por las coordenadas 27º 35? Sur y 176º 37? Este, Javier Díaz y los otros 18 hombres del palangrero se toparon con un yate a punto de irse a pique. Lanzaron un bote salvavidas. Por el estado del mar, fueron precisos dos viajes para evacuar a Caitlin, Sajjty y Carl de lo que quedaba del velero en el que zarparon de las Fiyi. A Carl Reller, el patrón y dueño del yate, tuvieron que darle puntos de sutura, en una brecha que se abrió en la cabeza cuando iba al timón del Finn. Porque en el momento del naufragio estaba en el interior, más protegida, la joven pareja salió mejor parada.

A más de 1.000 kilómetros de Auckland, el Carmen Tere comunicó al centro de salvamento de ese país que trasladaría a los náufragos a ese puerto. Por la distancia a tierra, el pesquero de Celeiro planteó la opción de transbordarlos a un buque en ruta hacia la ciudad neozelandesa. Con la Armada de ese país como intermediaria, pactaron un punto de encuentro con el mercante South Ern Lily, de bandera de Monrovia. A las siete de la mañana del día 6, el mercante se hacía cargo de los tres náufragos. A las cuatro de la tarde del día 8, tocaban tierra. La reacción del Carmen Tere ante el naufragio del Finn, y el inesperado desenlace del rescate, fueron noticia en Nueva Zelanda, en las Antípodas de Galicia.