¿Por qué pinchan las economías de Italia y Alemania?

La Voz MARÍA SIGNO / ÚRSULA MORENO

ECONOMÍA

Mientras España levanta cabeza y se asienta la idea de una inicial recuperación, las principales potencias de la eurozona se contraen

17 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Mientras España levanta cabeza y se asienta la idea de una inicial recuperación, las principales potencias de la eurozona se contraen. Italia, la tercera mayor economía de la moneda única, se enfrenta a su tercera recesión desde el 2008 sin ajustes concretos a la vista por parte del ejecutivo de Renzi, que dice mirarse en el espejo alemán. Pero este se ha roto por las crisis geopolíticas internacionales. Y si la máquina germana se para, el resto de Europa contiene la respiración.

Italia, un país que teme retroceder al nivel de vida de los setenta

La economía italiana no termina de salir de la crisis y los últimos datos económicos hablan de un país en recesión. Malos tiempos para Matteo Renzi, el primer ministro que hace tan solo seis meses llegaba al cargo prometiendo reformas y cambios que los italianos aún no han visto reflejados en sus bolsillos. «Sobre las reformas decido yo y no la troika ni el BCE (Banco Central Europeo). Haré yo las reformas porque Italia no necesita que nadie le explique lo que tiene que hacer» declaró en un entrevista al Financial Times, en respuesta a las críticas de Mario Draghi, presidente del BCE, sobre la lentitud de su gobierno a realizar los cambios necesarios para relanzar la economía.

El jarro de agua fría llegó la pasada semana, cuando el Instituto de Estadística italiano (Istat) comunicó que los datos no podían ser menos halagüeños: el PIB del segundo trimestre del año ha sido negativo, un -0,2 %, frente a las previsiones del ejecutivo, que pronosticó un crecimiento del 0,8 %. Así, la política económica del Gobierno de Renzi se ve comprometida, a pesar de sus intentos por minimizar la situación con las palabras tranquilizadoras del ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, asegurando que «aunque los datos son peores de lo previsto, no serán necesarios ajustes presupuestarios» para mantenerse dentro del 3 % de déficit presupuestario exigido por la Unión Europea.

Estas palabras no bastaron para calmar el nerviosismo de los inversores, que cada vez se alejan más del país mediterráneo. La Bolsa de Milán reaccionó con una caída del 2 %, mientras que la prima de riesgo, hasta ahora estable, aumentó hasta los 168 puntos. Las previsiones de Moody?s para este año son pesimistas ya que considera a Italia en retraso con respecto a otros países del área euro y calcula su déficit en un 2,7?% aunque matiza «con riesgo significativo de revisión al alza». El primer ministro Renzi también habla ahora del 2,9% de déficit.

Mientras tanto el desempleo ha llegado a cifras inimaginables, con un 12 % de parados que alcanza el 43,7 % entre los jóvenes. En abril Renzi había dicho que su modelo de reforma del mercado del trabajo era el alemán. Han pasado ya cuatro meses de los anuncios del proyecto y aún se desconoce cómo serán esa reforma. Las críticas de los sindicatos y la patronal se multiplican.

Los datos de consumo son también pesimistas. El bono de 80 euros para los trabajadores que ganan menos de 24.000 euros al año no ha sido el revulsivo que Renzi esperaba. Salarios y pensiones no ven una subida desde hace varios años y ya se habla de una vuelta al nivel de vida de los años 70.

Alemania, señales contradictorias y dudas sobre si este resfriado es una gripe

¿Se ha resfriado la economía alemana? ¿Es algo pasajero o corre riesgo real la principal potencia de la Unión Europea? Sí y no, dicen los expertos ante la incertidumbre geopolítica reinante. «Los problemas del sur de la eurozona se han trasladado hacia el norte», apuntan los economistas del Commerzbank. Y es que la economía alemana llegó a contraerse un 0,2 % durante el segundo trimestre del año (con respecto al trimestre anterior). Se trata de la mayor caída del último año.

La crisis de Ucrania, que se ha traducido en una guerra de sanciones comerciales entre Rusia y la UE, la situación en Oriente Próximo, y un euro fuerte que encarece los productos alemanes en el resto del mundo son solo algunas de las razones que explican ese preocupante desplome. El ministro de Economía alemán, Sigmar Gabriel, admitía esta semana que los «riesgos geopolíticos, así como una coyuntura más débil en la eurozona han dejado huellas de un frenado temporal (en la economía alemana)».

Mientras que en España y Portugal el PIB levantó cabeza, las tres primeras economías de la eurozona se han contraído. La alemana, dependiente como pocas de las exportaciones, es la que más sufre las crisis geopolíticas. La Confederación alemana de Cámaras de Industria y Comercio (DIHK) revisó a la baja la previsión de crecimiento de las exportaciones para el 2014 de un 4,5 % a un 3,5 % «en el mejor de los casos». Volker Treier, al frente del DIHK, reiteró que «100.000 puestos de trabajo peligran en Alemania» y revisó también a la baja la previsión de crecimiento del PIB del 2 al 1,5 %

La cuestión es si se trata solo de un contratiempo o estamos ante los prolegómenos de algo más serio. Las tensiones internacionales también han propiciado una caída de la confianza de los inversores, ya que la Bolsa alemana sufrió su peor retroceso en los últimos dos años.

¿Serán las exportaciones alemanas, principal motor de la primera economía de Europa, las próximas en resentirse? Hasta junio nada lo vaticinaba porque este mes crecieron más de lo previsto: un 0,9 %. Las importaciones por su parte se han convertido en un elemento clave en estos momentos, con un alza de casi un 5 %

Con indicadores a todas luces contradictorios, habrá que esperar para ver si el resfriado de la economía alemana se convierte, como temen algunos, en una gripe.

Pese a esta última ralentización y la incertidumbre que reina en el país germano, el Gobierno alemán sigue contando con un crecimiento del 1,8 % para el 2014 y de un 2 % para el siguiente 2015. Perspectivas que, a día de hoy, siguen generando envidia en la mayoría de los países de la zona euro. Una patronal alemana ya avisa: «Peligran 100.000 puestos de trabajo»