Muchos nervios y fuertes bandazos. Eso fue lo que deparó la sesión de ayer en las bolsas europeas. Un día de infarto que recordó en muchos momentos a las críticas jornadas de la crisis de deuda. Pendientes como andaban de lo que estaba sucediendo en Rusia, los inversores la vivieron con el corazón en un puño. Y los especuladores, como siempre, hicieron su agosto.
La volatilidad fue tal que el Ibex 35, que llegó caer más de un 2 % en los peores momentos, acabó enjugando todas las pérdidas acumuladas y ganando incluso terreno con fuerza. Subió un 1,8 % y recuperó los 10.000 puntos. Cerró en 10.081 puntos, después de haber descendido hasta los 9.661. Los cazadores de gangas lo hicieron posible.
En el resto de las plazas europeas, más de lo mismo. La mayor subida se la anotó Milán, con un avance del 3,2 %. Fráncfort acabó ganando un 2,4 %; París, un 2,2 % y Londres, otro 2,4 %. Y ello, con Wall Street de cara, ganando terreno, pese a la inestabilidad de Rusia.
En suelo ruso, las cosas también mejoraron en el tramo final de la sesión, pero no tanto como para que el día acabara con un final feliz. De hecho, la Bolsa de Moscú cerró sus puertas con un descalabro del 12 %, tras haber llegado a dejarse en el camino casi un 20 %. Después del vapuleo que ha sufrido estos día, el principal indicador moscovita, el RTS, se encuentra en los niveles más bajos de los últimos cinco años. Curiosamente, lo mismo que la cotización del petróleo.
La Bolsa de Moscú cae un 12 %, hasta su nivel más bajo en cinco años