El ministro de Economía, Luis de Guindos, lanzó ayer oficialmente su candidatura para presidir el Eurogrupo a partir de mediados de julio, cuando termina el mandato de dos años y medio del holandés Jeroen Dijsselbloem, que venderá muy caro su sillón. «El presidente del Gobierno, y yo haré lo que me diga el presidente del Gobierno, ha dicho que vamos a presentar la candidatura de España y esa candidatura de España está ahí. ¿Creemos que existen posibilidades? Por supuesto. ¿Tenemos apoyos? Por supuesto», apostilló tras matizar que se trataría de un «reconocimiento a España».
Lo hizo en Riga, en una capital letona que acogió el viernes uno de los Eurogrupos más agitados que se recuerdan como consecuencia de la secular crisis griega. Porque ya sea Dijsselbloem o De Guindos, el toro heleno que tendrán por delante a partir de julio es de los bravos. Pero esto es futuro y ahora, «en cuestión de semanas», se conocerá si Mariano Rajoy cierra con éxito su particular operación retorno a la cúpula económica de la UE. Es una de sus obsesiones y al parecer, como aseguran fuentes diplomáticas de toda solvencia, todo está bastante atado: «No se contempla la derrota». Pero en Bruselas decir esto es decir mucho.
Así que la incertidumbre está ahí, sobre todo porque Holanda, la quinta potencia del euro, plantará batalla para seguir manteniendo un puesto que en la actualidad no es de dedicación exclusiva, sino que debe compaginarse con las responsabilidades ministeriales nacionales. Sin embargo, es posible que la naturaleza del cargo se modifique a medio plazo, lo que beneficiaría las opciones de Luis de Guindos.
El ministro también anunció que están «negociando» con el mecanismo europeo de rescate (MEDE) la posibilidad de seguir amortizando parcialmente la línea de crédito de 41.300 millones recibida a mediados de 2012. No habló de cifras, solo de voluntades. No obstante, Economía ya filtró hace un mes la intención de amortizar «10.000 millones», un auténtico puñetazo encima de la mesa que finalmente se quedó reducido a 1.500 por el alto coste financiero de la operación.