Galicia pierde una granja cada día desde el fin de las cuotas lácteas

Rubén Santamarta Vicente
rubén santamarta REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Paloma Ferro

El precio de la leche vuelve a marcar mínimos mientras el Gobierno lo fía todo a Bruselas

04 sep 2015 . Actualizado a las 08:59 h.

El fin de la temida cuota láctea el pasado 31 de marzo abría un período de oportunidades y también de incertidumbres en el sector lácteo gallego que, tres meses después, empiezan a comprobarse. Y no para bien, precisamente. Entre abril y julio, según los datos que ayer mismo hizo públicos el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA), la región láctea más potente de España se ha dejado por el camino 128 granjas, hasta quedar por debajo de las 9.400 explotaciones. En julio, el último mes contabilizado hasta la fecha, se recogió leche de vaca en 9.356 puntos, la cifra más baja desde que hay registros. Quedan apenas una tercera parte de productores de los que había cuando arrancó el siglo XXI.

En el último cuatrimestre, el primero ya sin limitaciones de producción, sin cuotas, se dio de baja una explotación ganadera cada día. Esa destrucción, e incluso mayor -hasta tres cada día- se produjo con intensidad entre los años 2005 y 2008, y se había atenuado algo en las dos últimas campañas. La liberalización del mercado (con la entrada sin restricciones de producto de otros países) y la subida de los costes por explotación -por la sequía, por ejemplo- ha supuesto un acelerón a esos cierres.

Coincide además esta situación con un declive del precio de la leche en toda Europa, que están acusando especialmente las pequeñas explotaciones en Galicia. Es la comunidad de la que sale más leche, y donde peor se paga, una media de 0,276 euros por litro (dato publicado ayer), frente a los 0,34 en Andalucía o los 0,31 en la vecina Asturias. También es una cifra histórica por lo bajo: desde hace casi 20 años no se registran precios tan exiguos. El último informe del ministerio estima que en Galicia el precio medio que deberían percibir las granjas para obtener un beneficio neto debería estar en los 36,9 céntimos. En lo que va de campaña, en cuatro meses, las explotaciones han perdido 3,2 millones de euros.

Todo esto provoca una falta de rentabilidad en las granjas que lleva a una conclusión: que la desaparición de explotaciones en Galicia no ha tocado suelo todavía.

El panorama no pinta especialmente bien para el sector primario, del que dependen, entre puestos directos e indirectos, unas 15.000 familias en Galicia, y comarcas completas en Lugo, A Coruña y Pontevedra. Y se sigue esperando por las soluciones. Ayer, el Ministerio de Agricultura se citó con los consejeros de todas las comunidades autónomas para exponer en qué situación se encuentra el lácteo. Y, como ya sucediera en citas anteriores, sin apuntar una solución. Se fía todo ya a lo que suceda en la reunión de ministros de Agricultura de la Unión Europea, una cita extraordinaria convocada para el próximo lunes. El número dos del ministerio, Carlos Cabanas, se limitó a apuntar tras el encuentro que el Gobierno español «trasladará a la Comisión Europea la necesidad de que ponga en marcha medidas que mejoren la situación». La receta que propuso hace una semana Isabel García Tejerina, la responsable española de Agricultura, de incrementar el precio de intervención de la leche para tratar de que indirectamente haga lo mismo la industria, choca con la posición del Ejecutivo comunitario. Pese a todo, Cabanas abundó en esa propuesta, así como en la de adelantar liquidez a las explotaciones, algo que podría realizarse con anticipos en la PAC o con la ayuda de 300 euros por vaca. Todo ello, sin embargo, a expensas de lo que suceda el lunes en Bruselas.

Porque el problema de la leche le pega de lleno a Galicia, pero no es exclusivo. Ganaderos de León, Asturias o Cantabria también reclaman medidas para subir los precios. En Europa ha habido movilizaciones recientes en Bélgica y en el Reino Unido, y con mucha más intensidad en Francia. Ayer, cientos de tractores entraron en París exigiendo soluciones ya. El primer ministro, el socialista Manuel Valls, prometió nuevas ayudas, sin concretar: «Francia no abandonará a sus agricultores».