Ante la imposibilidad de mejorar el precio de la leche, los ganaderos trabajan para limar costes de producción
17 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Las vacas de Martín Rego Baamonde pastan y se mueven libremente por los prados de Grañas do Sor, de día y de noche (solo pernoctan en el establo si cae una granizada o bajan mucho las temperaturas, en invierno). Suelen ser 25, cada una dispone de casi una hectárea de terreno para alimentarse (lo más habitual suelen ser cuatro o cinco reses por hectárea) y solo pisan la cuadra dos veces al día, para el ordeño y para tomar una ración de pienso. En invierno, cuando escasea el pasto, su dieta se refuerza con silo de hierba preparado en la granja y forraje que compra fuera, por la complicación de obtener hierba seca en una zona «de moitas néboas e orballada».
Con una carga ganadera tan baja, «apenas hai que abonar con produtos químicos, porque a terra en si xa recibe nutrientes; nin hai que removela dúas ou tres veces ao ano, como fan en explotacións intensivas, cun custe de tempo e traballo», explica el responsable de la granja Portobello. Su método de trabajo es tradicional: «Non é unha produción ecolóxica, porque utilizo algún químico, pero tampouco intensiva; é un sistema integrado, sostible, máis achegado á terra e ao noso medio». Este modelo contrasta «co que vén de Estados Unidos ou Canadá», el más seguido en Galicia, apunta, frente al de Francia o Irlanda, «onde seguen apostando polos pastos e a forraxe».
La vida al aire libre les sienta bien a las vacas de Martín, que producen una media anual de más de 11.000 litros de leche (alguna alcanza los 20.000), cuando el promedio en Galicia no llega a 10.000. Sus reses suelen situarse entre las diez u once primeras en la clasificación morfológica de frisonas gallegas y la leche destaca por su alta calidad, «anque a industria só paga pola graxa e a proteína», lamenta, sin tener en cuenta otras propiedades, como los ácidos grasos poliinsaturados. El sistema de trabajo que aplica acarrea «custes de produción» inferiores a la media y proporciona una rentabilidad superior. «Eu vivo con 25 vacas, fago inversións con 25 vacas e vou tomar os viños dúas ou tres veces á semana con 25 vacas», ilustra este ganadero de 50 años.
Robots en acción
Diferente es la manera de trabajar en As Cavadas, en Xermade. La granja que regenta José Ángel Blanco Purriños, el presidente de la cooperativa Os Irmandiños y de Clesa, es uno de los ejemplos en los que tecnología, mejora genética, alimentación a la carta y bienestar animal caminan a la par. Con 130 vacas en ordeño de media y una producción de 1,5 millones de litros de leche al año, cuenta con una sala de ordeño totalmente informatizada, que le permite despachar 96 vacas en una hora. El sistema -cada animal lleva incorporado un microchip y un podómetro que vigila todos sus movimientos- le posibilita no solamente controlar la producción, sino también otras incidencias como los celos, que detecta a través de los pasos que genera el animal a lo largo del día, o posibles enfermedades. También en la SAT (sociedad agraria de transformación) Ladeira mecanizan todo el proceso. Es una explotación de 430 reses, 220 en ordeño que producen entre 7.000 y 8.000 litros diarios. Los robots, de última generación, los incorporaron el año pasado. La inversión realizada desde 1995 por José Manuel Rodríguez Vázquez, Manuel López Gómez, Antonio López Grandes y Antonio López Mouronte, supera el millón. Los socios están convencidos de que no se equivocaron al dar el paso de unir tierras y trabajo y compartir inversiones.
Otra SAT, la de Busto-Corzón, fruto de la unión de tres granjas escasamente dimensionadas y sin vocación de continuidad, es ahora una de las explotaciones punteras de Galicia con una cabaña de más de 600 cabezas y una producción superior a los 3,5 millones de litros de leche anuales. Desde su constitución hace casi una década, la modernización y la optimización de los recursos han sido su prioridad, tal y como apunta José Manuel Fernández, uno de sus socios. «Como non podemos facer nada para mellorar o prezo do leite, traballamos insistentemente nos custos. Optimizando a alimentación e o manexo para producir o máis barato posible e facer a actividade minimamente rendible. O importante non é o prezo senón a marxe que se consegue». Tienen la certificación ISO 22000:2005, el estándar más elevado de seguridad alimentaria. Distinción que solo tienen diez explotaciones en toda Europa.