Manuel Fernández de Sousa: «Habremos cometido errores, pero nunca ningún delito»

Ana Balseiro
Ana Balseiro MADRID / LA VOZ

ECONOMÍA

Fernando Alvarado | efe

El macrojuicio de Pescanova, visto para sentencia tras 8 meses

22 jul 2020 . Actualizado a las 14:10 h.

Siete años después del derrumbe de Pescanova -la mayor quiebra empresarial no inmobiliaria de la historia de España, con una deuda oculta de 3.600 millones de euros- y tras ocho meses de sesiones (interrumpidas por la pandemia), el macrojuicio contra la antigua cúpula de la pesquera quedó este martes visto para sentencia.

Manuel Fernández de Sousa, expresidente de la compañía y principal acusado, se enfrenta a 28 años de cárcel por la presunta comisión de un rosario de delitos (ocho, en total), que volvió a negar ayer en la Audiencia Nacional, donde se le juzga desde diciembre.

Lo hizo acogiéndose a su derecho a ejercer la última palabra, cuando la magistrada Teresa Palacios, presidenta del tribunal, se lo ofreció con un escueto «¿quiere usted decir algo?». Ocupando de nuevo el banquillo y quitándose la mascarilla del rostro, Fernández de Sousa volvió a declararse inocente de las «prácticas fraudulentas» y la «estafa a accionistas e inversores» de las que le acusa el fiscal. «Mis compañeros y yo habremos cometido errores, sin duda, pero todos buscando el beneficio de la empresa, y nunca cometiendo ningún delito», aseguró.

Durante los 35 minutos que se prolongó su intervención, ayudado por unos folios con notas, mostró una actitud compungida y humilde al defender su gestión en el gigante pesquero, que alternó con las durísimas acusaciones contra los que considera responsables de la caída de Pescanova: BDO, como auditor externo, que conocía las prácticas contables irregulares y las permitió sin advertirles de nada; la banca, que se lucró de las necesidades de crédito de la compañía y que acabó quedándosela; y Damm y Luxempart, acusación particular en el juicio e inversores que entraron cuando la antigua caja gallega vendió su participación.

«Si todo estaba en la contabilidad [la deuda oculta, camuflada a través de artificios ilegales], pero luego fallaba cómo estaba expresada, no había ocultación alguna», aseveró, insistiendo en que era la función de los auditores y «fallaron». «BDO revisó los aspectos de la contabilidad que ahora se ponen en cuestión y de los que tratan de culpar injustamente a los trabajadores de Pescanova», añadió, acusando a la auditora -también juzgada en la causa- de «destruir» sus papeles de trabajo.

Las quejas del expresidente también se centraron en que, ya en el concurso de acreedores, se valoró mal a la compañía, aplicando «exageradamente» el principio de incertidumbre y estableciendo provisiones «excesivas». Aseguró que eso se puede comprobar en las cuentas de Nueva Pescanova, la instrumental que heredó el negocio de la pesquera, ya que en cuatro años se levantaron provisiones por más de 100 millones. «La administración concursal, con las estimaciones de BDO, procedió a achatarrar los activos de la empresa. La Pescanova que yo dejé valía mucho más de lo que aquí se ha dicho», sostuvo.

Fernández de Sousa -único de los acusados que ejerció su derecho a hablar- concluyó admitiendo que en sus 32 años de gestión hubo «errores y aciertos», y que aunque no supo ver lo que supondría la crisis financiera, la pesquera «sigue en pie, generando empleo y riqueza. Y nada más, señoría».