
Los empresarios quieren poner fin a una época de divisiones y personalismos
11 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Renovarse o morir. El dicho apela a todos: ciudadanos, Administraciones y también empresarios. Más, si cabe, en un momento histórico y tan crucial para el devenir de la economía gallega como el que ha emergido con la pandemia.
La crisis ha sorprendido a la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) con un grave problema de cacofonía y desunión, sin una voz autorizada al frente del organismo, que lleva casi tres años descabezada por el enfrentamiento entre las organizaciones de A Coruña y Pontevedra. La fractura interna que ha sufrido la CEG no tiene parangón en el conjunto de España. Tras los años de parálisis e interinidad de Antonio Fontenla -presidente de la Confederación de Empresarios de La Coruña-, las organizaciones parecen decididas a dar carpetazo a las batallas personales y dar un paso al frente en busca de un candidato fuerte y de unidad, dispuesto a modernizar la institución. La situación así lo exige. Galicia está a las puertas de una crisis y una revolución industrial que transformará por completo su tejido productivo. Y también ante una oportunidad histórica: la que representan las ingentes ayudas europeas que recibirá España (140.000 millones de euros) para acompañar ese proceso.
«Hay que conseguir ayudas para reindustrializar Galicia y atraer proyectos tractores», asegura el presidente de la Confederación de Empresarios de Pontevedra, Jorge Cebreiros, quien se autodescarta para tomar el relevo en la CEG: «Hay candidatos mucho mejor preparados y con más ganas», subraya. Se muestra muy crítico con la organización y pide que en las elecciones del próximo 24 de noviembre se designe a un presidente capaz de liderar las negociaciones con sindicatos y Administraciones: «Llevamos tres años de vacío de poder en la presidencia después de otros tres años de presidentes fallidos. En la pandemia, la CEG no ha estado a la altura». Galicia se la juega en la próxima década. Desde el pequeño comercio a la gran industria, la comunidad encara un tiempo difícil: «Tenemos por delante un año y medio complicado. Vamos a tener cifras dramáticas de destrucción de empleo [...] El escenario no está para peleas. Es la última oportunidad para una candidatura de consenso», advierte.
Recuperar el prestigio
En algo coinciden todos los portavoces de las confederaciones provinciales: es el momento de devolver el prestigio a la CEG. Aparcar los personalismos, cerrar heridas y sumar esfuerzos para la reconstrucción económica. «Estamos nunha situación moi complicada no mundo das empresas e hai que traballar pensando no ben colectivo e non no individual, como igual ten pasado ata agora», afirma el presidente de la Confederación de Empresarios de Lugo, Jaime López. Es optimista de cara a los comicios de noviembre: «Agora hai un ambiente de paz na organización [...] Agardo que se algunha xente ten agora o sentido común que ao mellor nun momento dado escaseaba, fructifique unha persoa de consenso».
López no descarta la irrupción de un candidato lucense. Aboga por enterrar los «protagonismos persoais» y fomentar la lealtad entre organismos. En su opinión, el próximo presidente debería tener «a capacidade e a valentía suficiente para esixirlle á Administración estar á altura da situación» porque «non podemos permitir que as nosas empresas e modelo económico se veñan abaixo por falta de apoio».
La presidenta de la Confederación Empresarial de Ourense, Marisol Nóvoa, también defiende dejar atrás las antiguas enemistades para trabajar y remar en la misma dirección: «Ahora más que nunca, con el escenario que atravesamos de crisis e incertidumbre, es cuando más necesitamos estar unidos», asegura. No coincide con el diagnóstico de Cebreiros sobre la supuesta inacción de la CEG durante estos tres años, pero sí en la necesidad de renovar la institución: «Tenemos que recuperar la posición de prestigio, acción e influencia social y económica de la CEG como representativa de los intereses empresariales de los gallegos», sostiene Nóvoa, quien anticipa una etapa dura para quien tome el testigo: «Estamos ante una situación enormemente complicada, nunca antes vivida y que requiere un equipo fuerte liderado, a poder ser, por un candidato de consenso».
Estabilidad
El propio presidente de la Confederación de Empresarios de La Coruña (CEC), Antonio Fontenla -hasta ahora presidente interino de la CEG-, admite que, tras el acuerdo unánime del comité ejecutivo para convocar unas nuevas elecciones, es el momento de pasar página: «Se inicia una nueva etapa», asegura. Defiende el trabajo hecho durante estos años de enormes turbulencias y divisiones en la organización aunque reconoce que «la convocatoria de elecciones dará paso a un nuevo período de estabilidad que permitirá a la CEG desempeñar su papel institucional y social, teniendo tras de sí la voluntad democrática de los empresarios». El próximo 24 de noviembre saldrán de dudas.
Los retos: reindustrialización, el brexit y la pandemia
«É o momento de ter valentía, poñerse á fronte e saír adiante», reclama Sergio López. El viento, por ahora, sopla en contra. Industrias tradicionales y claves para la economía gallega como el aluminio se van apagando, arrastrando consigo a las auxiliares y los empleos vinculados a la actividad. La competencia salvaje en los mercados globales ha dejado en carne viva el tejido productivo gallego. A pesar del progresivo deterioro de su industria, Galicia aún tiene grandes posibilidades para transformar la economía y atraer inversiones si los agentes sociales se ponen de acuerdo. El rol de la CEG será vital en los próximos años. No solo en el ecosistema de la comunidad sino -y mucho más relevante- poniendo sus ojos fuera de ella. Esa visión exterior es la que permitió a Galicia convertirse en una potencia exportadora dentro de España, impulsando la recuperación en los últimos años. Es una labor inaplazable, según los empresarios. Por eso el futuro presidente de la CEG debería acometer «una defensa a ultranza de las empresas del territorio» frente a la influencia de otras organizaciones empresariales españolas y retos como el brexit o incluso las elecciones americanas «de cuyo resultado dependen los mayores o menores aranceles» que se impondrán a los productos de sello gallegos, señala Cebreiros.
El futuro en juego
La pandemia ha roto las reglas del tablero. También en lo que concierne a la disciplina fiscal. Con el grifo abierto de las ayudas, la CEG necesitará una voz fuerte y bien articulada para hacer valer los intereses empresariales de Galicia, más a la hora de configurar el reparto de las ayudas europeas, todavía en el aire. La transformación empieza por la institución, pero deberá permear a todas y cada una de sus organizaciones para revitalizar la columna vertebral de la economía gallega. La comunidad se juega su futuro en esta crisis, aseguran.