La electricidad, a merced del gas

Juan Antonio Martínez ANALISTA DE MERCADOS ENERGÉTICOS DE GRUPO ASE

ECONOMÍA

JOSE PARDO

01 nov 2021 . Actualizado a las 05:01 h.

El precio de la electricidad ha superado los 200 euros el megavatio hora. Detrás de este histórico encarecimiento, que preocupa a los hogares y pone en jaque a las empresas, está el gas. No es un hecho aislado, sino un fenómeno global. ¿Qué nos ha traído hasta aquí y cómo saldremos? El gas ha cobrado un gran protagonismo en la transición energética. Hasta hace poco, competía con el carbón, al que los objetivos de reducción de emisiones han desplazado porque contamina el doble. 

¿No hay tecnologías más baratas? Existen y las usamos. Nuestro mercado eléctrico diario es marginalista. Según la demanda estimada, se aceptan ofertas de producción. Hora a hora, van entrando por orden de precio, de menor a mayor. La última tecnología en entrar fija el precio de esa hora. Este sistema se usa en Europa y en la mayor parte de los países desarrollados. Los ciclos combinados de gas entran al final porque sus costes de producción implican ofertas caras. Ahora mucho más caras. La escalada que ha sufrido su precio, junto a los derechos de emisión, ha disparado sus costes. El nivel de sus ofertas, a las que tenemos que recurrir para atender la demanda eléctrica, explican el precio actual.

La nuclear produce todo el tiempo. Sus ofertas son muy baratas porque las centrales o venden o pierden. Lo mismo ocurre con eólica o fotovoltaica, pero de forma intermitente. Su potencia instalada en España ha crecido un 16,2 % en los dos últimos años y se espera que mantenga ese ritmo. Pero deben resolver la irregularidad en su producción, mejorando su capacidad de almacenamiento para mantener estable su oferta.

Mientras, necesitamos gas y debemos importarlo. Este año, Europa ha recibido menos desde Noruega y Rusia. El conflicto Marruecos-Argelia amenaza con recortar su llegada desde el sur. El descenso de suministro por gasoducto solo deja una salida a Europa: el gas natural licuado y competir con su demanda mundial. Asia está recuperando su actividad y, además, ahora se está aprovisionando para un potencial invierno muy duro. Cuando, como ahora, se produce un incremento de la demanda, la oferta no puede responder porque es muy rígida. La competencia por conseguir el gas disponible sube su precio.

Los productores de gas son los que son. Poner en marcha nuevas instalaciones lleva entre dos y cuatro años. El número de barcos para su transporte es limitado. Para que crezca su oferta y distribución, se requiere inversión. Durante la próxima década, la descarbonización con el cierre de las plantas térmicas de carbón reforzará el papel del gas como tecnología flexible para garantizar el suministro eléctrico, ante la intermitencia de las renovables. Una vez pase la tensión de este invierno, su nuevo nivel podría quedar en 35 o 30 euros el megavatio hora durante el bienio 2022-2024, lo que llevaría a la electricidad por encima de 70 o 80 euros, siempre que las emisiones se mantengan en 60 euros por tonelada de CO2. Con el tiempo, el crecimiento renovable y la reducción de la demanda (mayor eficiencia y expansión del autoconsumo) restarán protagonismo al gas en el mix eléctrico. Mientras tanto, el precio de la electricidad estará a su merced.