La instalación de «megafábricas» de microchips podrían ser una solución más cara y menos efectiva

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

SVEN DÖRING / AGENTUR FOCUS

Intel no ha decidido la ubicación de sus factorías en Europa, donde invertirá 80.000 millones de euros

07 nov 2021 . Actualizado a las 18:20 h.

De la fábrica de Stellantis de Vigo -ha dejado de fabricar este año 87.864 vehículos y prevé un nuevo ERTE en el 2022- a la factoría de Volkswagen en Wolfsburgo -es la más grande del mundo y ha reducido su producción a la mitad-, toda la cadena del automóvil se resiente por la falta de semiconductores. Faltan microchips para poder equipar los nuevos vehículos y esa escasez pone en cuestión la autonomía de Europa para fabricar sus propios coches. 

La situación es crítica. Asia, el gigante mundial de los chips, no da abasto con la demanda acumulada desde la pandemia. Se necesitan para ensamblar turismos, pero también en los dispositivos móviles, consolas y dispositivos médicos. Los países europeos concentran el 20 % de la demanda total de estos componentes, especialmente los menos innovadores, destinados a la automoción y la industria. Ante la falta de suministro, las marcas están retrasando meses la entrega de los pedidos a sus clientes. 

¿Qué soluciones se han puesto sobre la mesa? Reducir la dependencia de los dos grandes productores: la taiwanesa TSMC y la surcoreana Samsung. La Unión Europea (UE) se ha propuesto aumentar su producción desde el 9 % al 20 % en la próxima década, haciendo hincapié en los chips más innovadores, desplegando una batería de ayudas públicas multimillonarias para atraer fábricas al continente. 

Según ha avanzado el comisario de Comercio Interior, Thierry Breton, la estrategia consistiría en combinar las tareas de investigación con un aumento de la capacidad de producción gracias a la instalación de «megafábricas», recoge Efe. El francés quiere desplegar un nuevo fondo para apoyar los esfuerzos de la Alianza en Semiconductores europea. 

Discrepancias

¿Es una estrategia efectiva? Los expertos no están del todo de acuerdo. Creen que exigiría una enorme inversión relocalizar todas las fases de la cadena y sugieren concentrar los esfuerzos europeos en la investigación a través de IMEC o Fraunhofer, y en el suministro del equipamiento para producir chips, con la holandesa ASML, como apuntan a la agencia. «Donde la estrategia es problemática es en que mucho énfasis se pone en estas mega fábricas, que es el camino más caro y probablemente menos efectivo», aseguró a Efe Niclas Poitiers, experto del centro de estudios Bruegel, quien ve poco factible alcanzar la meta del 20 %. También pone en duda que su despliegue vaya a reducir la dependencia del exterior puesto que la plantas estarían gestionadas por empresas extranjeras -la propiedad intelectual concentrada en Estados Unidos y la producción en Asia-. Por no hablar del coste: para atraer una fábrica de última generación habría que movilizar entre 10.000 y 20.000 millones de dólares a lo largo de los muchos años que tarda en levantarse.

¿Hay dinero para tanta ambición? Los 30.000 millones de euros que Bruselas ha reservado para invertir en la próxima década en microelectrónica palidece frente a los 400.000 millones de dólares que destinará solo Corea del Sur, los 170.000 millones de China e incluso los 52.000 millones de Estados Unidos. «Los incentivos económicos para construir estas fábricas en Europa no son tan grandes. La demanda está en Asia, una empresa que tenga que decidir dónde construir no va a ir solo donde ofrezcan subsidios, sino también donde estén sus consumidores», apunta Poitiers, quien cree que Europa debería centrarse en la investigación y el diseño, áreas donde ya es fuerte.

El comisario Breton, por contra, defiende que «sin capacidad de producción, la autonomía estratégica está abocada al fracaso». No quiere confiar más en las redes globales de suministro ni dejar el «auténtico mercado del futuro» en manos de sus rivales. Hay expertos que respaldan algunos de sus argumentos. «La producción es una parte de la cadena de valor que te da un alto grado de autonomía estratégica si lo haces bien y dependiendo del coste asociado en términos de apoyo público», explicó a Efe Frederico Mollet, del Centro de Política Europea. En su opinión, es «razonable» tener una mega fábrica en Europa, sobre todo si se hace con inversión directa por parte de multinacionales líderes en lugar de partir de cero. La producción es una de las partes de la cadena «más difíciles de replicar» y, aunque fuese con una empresa extranjera, tener ese «importante» eslabón en Europa supondría una «ventaja geopolítica». 

 Fábricas de Intel 

 Al margen de las mega fábricas que quiere desplegar la Comisión Europea en el continente, los ojos están puestos en el gigante Intel. La multinacional anunció el pasado mes de septiembre que invertiría 80.000 millones de euros en la próxima década para impulsar la fabricación de microchips en las dos fábricas que quiere levantar en Europa. La compañía todavía no ha decidido dónde instalará las factorías: «En este momento estamos considerando varios países europeos, pero aún no lo hemos decidido», han afirmado fuentes de la empresa a Efe. Tomarán la decisión antes de finalizar el año.