De empresario prestigioso a gestor de una ruina

M. s. d. REDACCIÓN / LA VOZ

ECONOMÍA

Manuel Fernández de Sousa Faro, el día que dimitió como presidente de Pescanova
Manuel Fernández de Sousa Faro, el día que dimitió como presidente de Pescanova Oscar Vazquez

El que fue todopoderoso señor de Pescanova entra en prisión

14 jul 2023 . Actualizado a las 20:22 h.

Manuel Fernández de Sousa Faro nació el 5 de marzo de 1951 en Extremadura. Su padre, José Fernández López, negociante y emprendedor —trabajaba en la industria de la alimentación— fundó Pescanova en el año 1960, junto con Valentín Paz Andrade (padre de Alfonso Paz Andrade, fallecido en el 2021 en un accidente de tráfico), siendo presidente y vicepresidente, respectivamente, un tándem que ha hecho historia por su innovación en el sector de la pesca.

Sus orígenes le permitieron recibir una educación esmerada que se completó con un curso de alta dirección en el extranjero. Transcurrido un tiempo, en 1980 su padre decidió que fuese él, uno de sus herederos, quien se hiciese cargo de la gestión de Pescanova.

La por aquel entonces incipiente multinacional pesquera, pionera en la comercialización de la pesca congelada, quedaba así en manos de la segunda generación. Nada hacía presagiar en aquellos tiempos que el florecimiento de los negocios y la internacionalización de la compañía derivaría en el 2012 en una descomunal deuda financiera de 3.699 millones de euros, con un patrimonio neto negativo de 927 millones de euros.

Un largo camino

Pero el camino hasta la ruina fue largo. Mientras lo recorría, Manuel Fernández de Sousa se granjeó una fama de gestor eficaz, intachable empresario y mecenas de la cultura, la equitación y las artes. Nadie entre sus más de 10.000 trabajadores se atrevía a cuestionarlo; tampoco nadie lo hacía en su entorno social, ni en el empresarial, y las críticas a su gestión jamás trascendieron.

Hasta que el empresario se vio obligado a abandonar su despacho, acuciado por lo acontecimientos. Lo hizo en la más absoluta de las soledades, sin contar con el apoyo de ninguno de sus socios, y con la carga a sus espaldas de haber dilapidado los ahorros de los más de 9.000 accionistas que lo perdieron todo como consecuencia de una gestión delictiva envuelta en una apariencia intachable.