La economía mundial se replantea cómo carburar sin los combustibles fósiles

J. M. Camarero MADRID / COLPISA

ECONOMÍA

Santi M. Amil

Los países no se atreven a cortar el crudo para no dañar la actividad

10 dic 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Medio mundo se pregunta estos días en Dubái cuál es la fórmula mágica para hacer una carrera sin avituallamiento. Para sorber sin soplar. Crecer sin la gasolina que hasta ahora era necesaria en cualquier economía: los combustibles, el gas y todas las materias primas fósiles que impulsan la actividad aun a costa de contaminar. Los dirigentes internacionales se plantean en la cumbre del clima (COP28) cómo transitar en la descarbonización sin que afecte al consumo, las inversiones, el empleo o el poder adquisitivo de las familias. Porque todos quieren ser verdes. Pero ninguno aspira a empobrecerse en ese camino.

Y en esa disputa, el sector energético aguarda cualquier decisión de cambio que se materialice en un calendario del fin de los combustibles fósiles. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ya anticipaba antes de viajar a la cumbre su aspiración de fijar un calendario que determine el fin del petróleo. Aunque es consciente de su dificultad. Para Sergio Ávila, senior market analyst de IG, «seguiremos usando petróleo más tiempo de lo que los Gobiernos de los países occidentales quisieran».

A la vez, las organizaciones medioambientales presionan para acelerar el paso. Mario Rodríguez, director asociado para la Transición Justa y las Alianzas Globales de Ecodes, explica que «sin poner fecha al fin de los combustibles fósiles no será posible acabar con el cambio climático». «Solo de cara al 2030 hay que recortar un 50 % las emisiones», recuerda. «El sector petrolero ve que se le acaba el negocio y hasta que no tengan alternativas van a tratar de exprimir al máximo la extracción», explica.

Por ahora, las emisiones de dióxido de carbono (CO2) no han parado de subir, aunque con un amplio abanico de variedades: el año pasado se rozaron las 38.000 millones de toneladas, por encima de las 37.000 del ejercicio anterior, según el último informe de Global Carbon Project. Y aunque la UE las redujo sensiblemente, grandes potencias como China, India o EE.UU. siguieron al alza. Y sin la connivencia de estas economías, la reducción de emisiones mundiales será imposible.

Más largo de lo esperado

Ante este panorama, a nadie le interesa parar el motor en favor de la economía verde: ni al régimen chino, inmerso en una crisis de demanda, por una parte; ni a un Joe Biden, que se presentará a la reelección en EE.UU. en menos de un año, por otra. Por eso, el pragmatismo está extendiéndose en la COP28. Fuentes del sector energético recuerdan que el 70 % de la energía que se consuma en el año 2030 (en solo seis ejercicios) aún no será electrificable.

Es decir, que serán necesarios los combustibles y otros muchos productos similares para mover al mundo. «Hacen falta combustibles más allá de la electricidad, por limpia que sea», insisten estas mismas fuentes. Para mover un buque es necesario combustible. Para elevar un avión, también. Para transportar productos con camiones por las carreteras. Para mover a la gran industria siderúrgica, acerera, cerámicas... La cuestión reside en determinar qué alternativas existen a los actuales fósiles y cómo garantizar un camino que no implique una grave crisis económica.

El uso de combustibles renovables está ya a la orden del día en las compañías españolas. Estos productos, con un mayor grado de elaboración y por tanto con un coste más elevado para el consumidor al menos hasta que se extiendan, suponen una alternativa frente a la electrificación. No todos los vehículos funcionan con luz, especialmente el transporte por carretera, aviación y barcos. Repsol insiste en descarbonizar, «pero debe hacerse sin detener la economía ni destruir el tejido industrial». Los combustibles renovables son los que se producen a partir de materias primas que cumplen con criterios de sostenibilidad, como la biomasa y residuos orgánicos.

Dieciséis cotizadas españolas, entre las más sostenibles de todo el mundo

Dow Jones acaba de hacer público su nuevo índice de sostenibilidad (el Dow Jones Sustainability) en el que incluye a 15 empresas españolas entre las más sostenibles del mundo, un total de 16 si se tiene en cuenta a Ferrovial, que la firma valora este año como neerlandesa tras el traslado de su sede a Países Bajos.

En el codiciado ránking destaca el BBVA, que se consolida con la segunda mejor puntuación del sector a nivel global, siendo el banco más sostenible de Europa por cuarto año consecutivo.

Otros bancos como CaixaBank, Bankinter y Santander también repiten en el índice global, en el que destacan otros sectores como el energético. Iberdrola —líder en generación renovable, con más de 41.400 megavatios instalados y una producción libre de emisiones superior al 80 %— es de hecho la única utility europea (una compañía que presta servicios relacionados con suministros básicos) que ha estado presente en el selectivo durante sus 24 ediciones. Endesa y Enagás también forman parte del indicador, mientras que Inditex, Amadeus, Merlin, Grifols, Indra, Aena, Acciona y Redeia completan el club de las 16 cotizadas más sostenibles.