La UE se prepara para aranceles de hasta el 20 % con el regreso de Trump
ECONOMÍA
Ha advertido que Europa «deberá pagar un alto precio» por vender en EE.UU.
05 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El primer mandato de Donald Trump estuvo marcado por las decisiones y medidas imprevisibles. El presidente republicano parecía actuar sin un guion marcado, pero si algo se sabe de su regreso a la Casa Blanca es que vendrá acompañado de aranceles que afectarán a la Unión Europea (UE) y a China. Tan solo veinte días después de ganar las elecciones estadounidenses, Trump anunció su intención de imponer un gravamen universal de en torno al 10-20 % a todos los productos extranjeros. Esta ofensiva comercial afectará especialmente a los bienes importados desde China, a los que quiere imponer aranceles del 60 % y, en el caso de los automóviles importados desde México, baraja que lleguen hasta el 200 %. La Comisión Europea (CE) insiste en que la relación comercial entre la UE y EE.UU. es de vital importancia para ambas economías. Sin embargo, Trump no parece tener miedo a agitar esta alianza.
El comercio bilateral entre los dos bloques se aproxima al billón de euros. Los países europeos exportan al norteamericano automóviles, productos farmacéuticos y químicos, maquinaria industrial y equipos eléctricos, productos agrícolas y bebidas; mientras que importan petróleo, gas natural, componentes de automóviles y semiconductores, entre otros.
El foco en la automoción
A la espera de que ocupe el despacho oval el próximo 20 de enero, el presidente electo tiene la vista puesta en uno de los sectores más importantes para la UE: el de la automoción. En octubre, antes de ganar las elecciones, Trump aseguró que Europa «va a tener que pagar un alto precio» si quiere vender coches y otros productos en EE.UU. y amenazó con imponer aranceles si el bloque europeo no aumenta la compra de petróleo y gas estadounidense.
Estas políticas podrían afectar a la relación comercial entre las dos potencias y asestarían un duro golpe a Alemania, la principal economía de la UE, y donde la automoción tiene un gran peso dentro del tejido productivo. El país germano está sufriendo, además, el zarpazo de la competencia con los vehículos eléctricos chinos, más baratos, y enfrenta el reto de la descarbonización de su industria.
Trump parece seguir así la hoja de ruta que marcó en el 2016. Ya en su primer mandato lanzó una serie de medidas proteccionistas que afectaron especialmente a los sectores del acero y el aluminio (con impuestos del 25 y del 10 %, respectivamente, con exenciones a Canadá, México y otros países); y propuso aumentar los aranceles a los productos chinos y mexicanos.
Su sucesor, Joe Biden, no solo no ha dado marcha atrás a estas políticas sino que ha redoblado la lucha contra plataformas chinas como Temu y Shein, a las que acusa de «competencia desleal». También lanzó la Ley de Reducción de la Inflación, con la que Washington ha prometido 370.000 millones de dólares en subsidios verdes y que ha generado una gran preocupación en la UE por la posible fuga de empresas europeas a EE.UU.
Esta decisión obligó a la Comisión Europea a flexibilizar las ayudas de Estado para que los países comunitarios pudiera igualar los incentivos fiscales estadounidenses y así mantener sus centros productivos en suelo europeo.
La segunda era Trump llega en un momento especialmente sensible para Europa, que trata de evitar una guerra comercial con Pekín por los aranceles europeos a los coches eléctricos chinos importados en la UE y que llegan hasta el 35,3 %.
La esperanza, en Mercosur
En este contexto, el acuerdo político en torno a la relación comercial con los países de Mercosur —Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia— es un rayo de esperanza, ya que supondrá, según Bruselas, un ahorro de 4.000 millones de euros al año en aranceles para las compañías europeas, al eliminar el 91 % de los impuestos a los productos de la UE. A falta de que el pacto sea confirmado por los Veintisiete, la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, aseguró a principios de mes que esta «no solo es una oportunidad económica, sino una necesidad política».
La debilidad europea arrastra al euro a mínimos de dos años frente al dólar
CLARA ALBA | Colpisa
El fantasma de la paridad entre el euro y el dólar ha resurgido esta semana, tras nuevas referencias macroeconómicas que han reactivado el temor a un frenazo del crecimiento económico en la eurozona. Entre ellas, el empeoramiento de la actividad manufacturera en Alemania y Francia «penalizada por una caída tanto de los pedidos domésticos como los que llegan desde el exterior», tal y como advierten los analistas de Bankinter. Esa debilidad se ha traducido de forma inmediata en una mayor fortaleza del dólar frente al euro, cuyo par ha llegado a cotizar en 1,02 dólares, mínimos de dos años para la moneda única, que amenaza con el riesgo de la paridad si finalmente se confirma la brecha que este 2025 guiará las políticas monetarias de los bancos centrales a ambos lados del Atlántico.
Con una economía más fuerte y proteccionista con Trump, todo apunta a que EE.UU. tendrá que frenar en seco las bajadas de tipos, frente a la previsión de que el BCE se vea obligado a lo contrario: acelerarlas para estimular el crecimiento en la zona.
«Unos tipos más altos en EE.UU. mantendrán el dólar más fuerte durante más tiempo, lo que afectará negativamente a Europa», indican los analistas de eToro. «No puede descartarse la posibilidad de una paridad entre ambas divisas», añade BBVA Research. Y aunque una mayor debilidad del euro puede favorecer la competitividad de las exportaciones vía precio, para el consumidor significará mayor tensión inflacionista y, por tanto, pérdida de poder adquisitivo. Cabe recordar que todo lo que compramos fuera saldría más caro como, por ejemplo, la energía.