
Washington rebajará los gravámenes a las importaciones chinas del actual 145 % al 30 % y Pekín recortará los aranceles a los productos estadounidenses del 125 % al 10 %
12 may 2025 . Actualizado a las 21:05 h.Las negociaciones llevadas a cabo durante el fin de semana en la ciudad suiza de Ginebra han dado sus frutos para desescalar en la guerra comercial que hacía temblar a las economías de medio mundo. Reunidos a puerta cerrada durante dos días en la embajada norteamericana, los representantes de Estados Unidos y China acordaron autoimponerse una tregua de tres meses en la aplicación de los astronómicos aranceles con los que se bombardearon mutuamente —145 % de EE.UU. a las importaciones chinas y 125 % Pekín a las compras estadounidenses—, decisión que desde Bruselas se han apresurado a aplaudir.
El acuerdo mutuo, que entrará en vigor este miércoles por un período inicial de 90 días, se traduce en un recorte del 115 % de las tarifas aduaneras recíprocas de las dos principales economías mundiales. De este modo, Washington reducirá al 30 % el gravamen aplicado a los productos chinos, mientras Pekín rebajará el suyo hasta el 10 %.
Esta asimetría obedece a que, en la práctica, Estados Unidos aplicará a China una moratoria similar a la aprobada el pasado 9 de abril para el resto de los países, con un arancel de base del 10 %, al que se añade otro zarpazo del 20 % dirigido al gigante asiático aprobado a principios de año por la vinculación que le atribuye la Casa Blanca con el tráfico ilícito de fentanilo. Y este tramo del gravamen «va por su propio camino», explicó Jamieson Greer, alto representante comercial de EE.UU., que junto al secretario del Tesoro, Scott Bessent, encabezó la delegación norteamericana en la negociación en Suiza, en la que se hizo ver a la parte china que Washington espera que tome medidas contra los responsables del «envenenamiento de los estadounidenses».
Por su parte, Bessent explicó que el acuerdo alcanzado durante el fin de semana supone que «ninguna de las partes desea un desacoplamiento comercial. Lo que ha pasado con aranceles tan altos equivale a un embargo, y nadie quiere esto».
También desde Pekín valoran positivamente el paso dado en la desescalada de la guerra arancelaria, confiando en que Estados Unidos «corrija a fondo la práctica errónea de aumentos unilaterales» en las tarifas aduaneras, a la vez que espera que se refuerce la cooperación, se mantenga el desarrollo sano, estable y sostenible de las relaciones económicas mutuas y se aporte mayor certidumbre y estabilidad a la economía mundial.
Mesa permanente
Con esta tregua de 90 días, Washington y Pekín se dan un respiro mutuo mientras buscan un acuerdo global para asentar, y estabilizar, sus relaciones comerciales. Para ello, ambas parte decidieron establecer un mecanismo para seguir negociando, una especie de mesa permanente para definir las reglas que guiarán el comercio bilateral entre las dos superpotencias, que supera los 595.000 millones de euros, es decir, dos veces el producto interior bruto de un país como Portugal.
La guerra comercial amenazaba con dejar heridos por ambas partes, especialmente en Estados Unidos, pues buena parte de su sistema de producción depende de los suministros chinos.
El caso del gigante tecnológico Apple es paradigmático, pues prácticamente el 95 % de la fabricación de los iPhones dependen de China. Y lo mismo ocurre con más del 90 % de los coches de bebé, paraguas o libros para colorear. Hasta el 47 % de los productos importados a EE.UU. desde China son insumos para completar procesos productivos en sus propias fábricas. Pero también China se podía resentir, pues el mercado norteamericano es el destino del 15 % de sus exportaciones.
Con esta moratoria ganan las dos partes, de ahí que la Comisión Europea —que espera negociar con Washington también una rebaja de aranceles— se lanzaba este lunes a felicitarse por el acuerdo.