Alejo Santolino (generación X): «Adquirí el piso en gran parte con ahorros, quiero vivir en él cuando voy a A Coruña»

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

ECONOMÍA

cedida

Tuvo que retirar su vivienda en alquiler de la plataforma Airbnb

05 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Vive a caballo entre Moscú, donde trabaja como profesor de español, y A Coruña, de donde es y donde está montando una pequeña empresa online. Alejo Santolino (A Coruña, 1978) pertenece a la conocida como generación X. Con su trabajo pudo adquirir un piso, «gran parte con ahorros», destaca. Un ático en el barrio de Os Castros, donde pasa los meses que está en España. Para amortizar los gastos lo alquilaba para estancias cortas. Sin embargo, este año lo retiró de la plataforma Airbnb.

«Con la nueva ordenanza municipal, ya no podré alquilarlo. No es un primero ni un bajo, ni está en un edificio dedicado por completo a usos turísticos. Desde enero ya no lo alquilo», explica. Tenerlo en alquiler de larga estancia no es una alternativa que baraje. «No podría tener donde estar cuando voy a casa. Tendría que pagar un hotel o ir a casa de mis padres. Quiero mantener mi piso de Os Castros, mis orígenes. Los alquileres cortos servían tanto para la gente que venía de vacaciones como para vecinos que hacían una mudanza y necesitan un lugar donde vivir, o que por otros motivos, como laborales, tenían que estar unos días en la ciudad. En este barrio no hay hoteles. Me atrevo incluso a decir que el piso tenía una función social ante la falta de alternativa hotelera», manifiesta Alejo. Además, subraya: «Están persiguiendo los pisos turísticos como si fueran la causa de los precios altos. Muchos abandonamos esta alternativa, y estoy seguro de que no va a servir para que bajen los alquileres», añade.

En Moscú vivió primero de alquiler y ahora en un barrio nuevo de la periferia: «En Moscú se están construyendo muchos pisos pequeños, sobre 40 m2 y en torno a los 100.000 euros», con los que dan servicio, añade, a los que se trasladan por motivos laborales. «En este caso, la hipoteca está a nombre de mi mujer, que es rusa», cuenta Alejo. «Las viviendas turísticas han permitido rehabilitar muchos pisos en A Coruña. Pagábamos impuestos por ellas y eran una forma de que personas como yo, que trabajamos fuera, mantuviéramos el arraigo», concluye.