De tener una agencia de publicidad en Costa Rica a vender bocadillos en el Orzán
ECONOMÍA
Eduardo Gil vino a Galicia a seguir los pasos de su abuelo y acabó montando un negocio
25 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Recorriendo las calles del centro de A Coruña, en la rúa del Orzán, puede uno encontrarse en una pequeña esquina un local con mucha personalidad, con esencia costarricense y sabor gallego, de nombre Oinkoinkoink.
Con un horario inicial adaptado a los adeptos a la vida nocturna de la ciudad, de ocho y media de la tarde a cinco de la madrugada, se encarga de alimentar cada fin de semana a los que disfrutan de la fiesta hasta altas horas de la madrugada. Ofrece bocadillos para llevar: de cerdo asado durante 15 horas a fuego lento. Son su especialidad.
El emprendedor que está detrás de esta iniciativa es Eduardo Gil (San José, 1974), tico de nacimiento, con sangre gallega en las venas y coruño por elección. Con esta aventura en suelo extranjero, ha logrado Eduardo fusionar dos de sus grandes pasiones: el diseño y la gastronomía. Antes ni tan siquiera de empezar su licenciatura en Diseño Gráfico, este costarricense, con algún que otro curso de gastronomía bajo el brazo, emprendió su primera aventura hostelera: un local de comida tex-mex en su país de origen. Lo mantuvo abierto durante su etapa universitaria, pero al final lo que tuvo que dejar en manos de su familia para poder adentrarse de lleno en su profesión.
Después de trabajar durante un tiempo en firmas de publicidad, decidió montar junto a su mujer su propia agencia, en San José: UP Advertising, que cumple ahora 16 años. Aunque nunca olvidó su pasión por la comida y la hostelería.
Los orígenes de la familia de Eduardo hunden sus raíces en Galicia. Su abuelo nació en Agualada, en Coristanco (A Coruña). Dejó el país y emigró a Costa Rica. A Gil le generaba curiosidad conocer de dónde provenía. «Mi intención era venir a conocer a la familia, a los primos. Me encantó Galicia, se me hizo muy bonito. Galicia es tan verde como Costa Rica», comenta Eduardo.
En esa visita, por recomendación de sus parientes, probó los bocadillos de Oinkoinkoink y le fascinaron, quedó cautivado por el concepto y el sabor. Regresó a su tierra con muy buenas impresiones. Un día, de forma imprevista, recibió un mensaje de sus familiares, residentes en la zona del Orzán, que le puso en bandeja una oportunidad única.
«Me pasaron una foto con un mensaje que decía que Carlos [el anterior dueño] lo traspasaba por no poder atenderlo y les dije que me interesaba. Fui a buscar a mi esposa y se lo conté. A ella también le pareció buena idea. Me dijo: ‘Nos vamos ya’».
A finales del 2023 Eduardo tomó la decisión de hacerse con el local, la marca y las recetas, y mudarse a A Coruña, cambiando el rumbo de su vida. «Fue una carrera de locos para venirnos, alquilamos nuestra casa y vendimos los carros», agrega.
Esta aventura coincidió con que su hijo menor iba a comenzar a estudiar diseño de producto en Madrid, por lo que al emprender en este negocio estarían más cerca de su hijo. «Lo que lleva el mar el viento lo devuelve», agrega Eduardo para explicar el retorno a sus orígenes familiares.
A comienzos del 2024 dedicó tres meses a establecerse en la ciudad herculina, realizar las gestiones del traspaso y, lo más importante, aprenderse las recetas y el funcionamiento. En marzo del mismo año, con la imagen y el menú completamente renovados, reabrió las puertas de Oinkoinkoink junto a su esposa. Con su bagaje profesional creó una identidad visual propia, con un logo llamativo y una personalidad propia. A pesar de haber cruzado el Atlántico, no abandonó su agencia de publicidad, sigue en funcionamiento con proyectos en San José.
Su objetivo es expandirse pronto a otras ciudades de Galicia. «Nuestra idea es empezar a abrir puntitos en diferentes lugares empezando por A Coruña; luego, si se pudiera, en Santiago, en Vigo... Queremos llevar fuera el sabor de Galicia, darle potencia y hasta, quién sabe, llevarlo hasta Madrid».