Necesitamos psicólogos en los centros educativos
EDUCACIÓN

La experiencia de la pandemia nos enseñó que la digitalización de la enseñanza está lejos de ser una opción deseable. Por una parte, porque el alumnado, en su proceso de aprendizaje, se beneficia de la presencia de docentes que en lugar de pantallas sean cuerpos que sostienen el deseo de una vida posible. Por otra, porque la escuela es un lugar fundamental para la detección temprana de dificultades personales y para facilitar abordajes de estas. Así, durante el experimento pandémico de la enseñanza digital generalizada nos encontramos con niños, niñas y adolescentes desconectados de la experiencia relacional fundamental que supone el encuentro cuerpo a cuerpo entre el alumnado y los adultos que trabajan en un centro escolar. Y además, también perdimos mucha de la información sobre las situaciones de vulnerabilidad y experiencias adversas que condicionan el futuro de los más jóvenes, así como la oportunidad de intervenir sobre ellas.
En un artículo titulado «Contribuciones al simposio sobre el suicidio», de 1910, Freud afirmaba que la escuela, además de hacerse cargo del proceso de la enseñanza de contenidos académicos, debe infundir el placer de vivir, el amor por la vida, que no es un ideal de felicidad, y dar puntos de anclaje a los jóvenes. Atribuía de este modo Freud una función compensatoria e igualadora a la enseñanza que deberíamos tener siempre en cuenta: cada uno tenemos el contexto familiar, cultural, económico y social que tenemos, y la escuela debería ser un espacio que nos iguala a través de la transmisión de unos conocimientos y valores fundamentales en nuestra socialización. Debe ser además un espacio esperanzador, abierto a futuros deseables y posibles.
Pero es relevante que Freud hacía estas reflexiones en el contexto de unos encuentros sobre el suicidio en personas jóvenes, lo cual las hace muy pertinentes para nuestra actualidad. Si analizamos los datos oficiales de consumo de sustancias en estudiantes de educación secundaria en las últimas décadas observaremos que el único que ha subido de forma significativa es el de hipnosedantes, con y sin receta. De hecho, el 23 % de los jóvenes de 16 a 24 años consumen algún tipo de medicación psiquiátrica, principalmente ansiolíticos, hipnóticos y antidepresivos. Este incremento está relacionado con el aumento de problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión y los trastornos del sueño. Más del 50 % del estudiantado universitario ha consultado alguna vez con profesionales sanitarios por un problema de salud mental. La prevalencia de ansiedad moderada o grave es de aproximadamente uno de cada dos estudiantes. Las consultas clínicas relacionadas con ideación suicida y autolesiones han crecido exponencialmente.
Las causas detrás de estas cifras solo pueden ser múltiples y complejas. A las variables individuales se unen factores psicosociales como: la abusiva digitalización de los espacios de relación; las nuevas formas en que se manifiesta la exigencia a través de un temprano imperativo de productividad, popularidad y felicidad; la infantilización de los adultos, especialmente en la esfera pública; la erotización de la infancia; la desesperanza respecto al futuro, etcétera. Se une a todo ello la clara correlación entre bajo nivel socioeconómico y alto sufrimiento psíquico.
De ninguna manera podemos pedirle al sistema educativo que solucione por sí mismo toda esta cuestión. Pero si la pregunta es si este mismo sistema debe hacer algo para afrontar esta realidad y colaborar en la prevención, detección y acompañamiento de las dificultades de salud mental de los más jóvenes, la respuesta solo puede ser que sí. En este contexto, la presencia del profesional de la psicología en el centro educativo es fundamental para garantizar que el entorno escolar no solo sea un espacio de aprendizaje académico, sino también de desarrollo integral, inclusivo y de cuidado emocional. Un buen objetivo para este año sería que las administraciones públicas se comprometieran de forma definitiva en la incorporación efectiva de psicólogos que desde el ámbito educativo acompañen a los más jóvenes en el complejo proceso de crecer actualmente.