Punto y aparte del «bruxo de Palas»

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

ELECCIONES 2020

Oscar Vázquez

Blanco llevó a Zapatero a la victoria en el año 2000 en el PSOE, lo que permitió su asalto a la Moncloa en el 2004

19 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Sus más allegados graban su número en el móvil como Pepe, como si no hubiera más Pepe que uno. Cuando intentan degradarlo le sueltan lo de Pepiño a la misma persona a que le llegaron a reverenciar como «don José». También es Blanco para muchos otros, o incluso el Blanquito aquel de las asambleas de estudiantes, pero hay un sobrenombre que le colgaron cuando empezó a forjarse su leyenda: el bruxo de Palas.

José Blanco nació en la pequeña aldea de Ferreira, en Palas de Rei, en febrero de 1962. Su padre, un peón caminero, se esforzó en que el chaval gastara los codos estudiando porque era el ascensor social de los humildes. Blanco lo contrarió y no tardó en mostrar su inclinación por subirse en el ascensor de la política. Hizo bachillerato en el instituto Xoán Montes de Lugo y allí conoció a López Orozco, su profesor de filosofía. Con solo 15 años, el alumno ya militaba junto a su profesor en el PSP de Tierno Galván. A los 16 era engullido por el PSOE y antes de cumplir los 20 se convertía en secretario xeral de las Xuventudes Socialistas y, después, en presidente del Consello da Xuventude de Galicia. Sánchez Presedo lo captó para la rúa do Pino, donde se alza la sede central del PSdeG, como coordinador de organización y las aulas de Derecho, donde coincidió estudiando con Núñez Feijoo, dejaron de interesarle. Cuando Feijoo buscaba su sitio en el cuerpo de funcionarios autonómicos, Blanco se convertía en senador. Tenía solo 27 años y Laxe era el presidente de la Xunta.

Fracasó en los noventa peleando por la alcaldía de Palas y el entonces alcalde y rival del PP, Fernando Pensado, dijo más tarde que le había hecho un gran favor al comprobar lo que llegó a escalar en el PSOE.

La leyenda se empezó a gestar en el congreso del PSdeG de 1998. Blanco era, junto a Antón Louro, el coordinador de la campaña para convertir a Touriño en secretario xeral frente a Miguel Cortizo. Ganó Touriño contra pronóstico y se acudió a lo esotérico: el bruxo de Palas.

Ahí empieza la racha. En 1999 fue decisivo en empujar a Orozco a la alcaldía de Lugo y, poco después, de la mano del juez lucense Pérez Mariño conoce a un tal Rodríguez Zapatero, que veraneaba en Porto do Son, con el que sintoniza. El bruxo ingresa en el grupo Nueva Vía y lleva en volandas a Zapatero a la dirección del PSOE, en el 2000, y a la Moncloa, en el 2004.

Blanco siempre fue la mano derecha de ZP para el partido y este nunca lo disimuló. En el 2008, tras revalidar la presidencia del Gobierno por segunda vez, el líder del PSOE lo dejó entrever en un almuerzo con periodistas en Moncloa, rebotando al de Palas cualquier cuestión sobre el partido, como si no fuera cosa suya.

Más poder tras Pablo Iglesias

Zapatero propició que Pepe Blanco se convirtiera en el gallo que tuvo más poder dentro del PSOE después del fundador, el ferrolano Pablo Iglesias. El lucense ascendió a la vicesecretaría general y a un ministerio más inversor, el de Fomento, donde empezó a codearse con el Ibex 35.

Blanco se acordó de todos. Rescató a Sánchez Presedo, Laxe, Xaime Barreiro, Cortizo, Rosa Miguélez o María Xosé Porteiro para nuevos puestos. En paralelo creó una cantera de dirigentes en Ferraz, como Óscar López, Antonio Hernando, Pedro Sánchez y, en Lugo, el propio Besteiro.

Después vino la crisis y al bruxo se le empezó a ofuscar la bola de cristal. Touriño palmó la Xunta en el 2009, Zapatero daba el volantazo hacia los recortes en el 2010 y un año después Jorge Dorribo cuenta a la jueza del caso Campeón que pagó 400.000 euros a Blanco, con el que se vio en la gasolinera de Guitiriz. El asunto quedó, judicialmente, en nada, pero dañó su carrera. Ahí empezó el declive. Don José volvía a ser Pepiño para la derecha madrileña que quería ajustar cuentas. El accidente ferroviario de Angrois, línea inaugurada cuando Blanco era ministro, hizo el resto y parecía poner al de Palas definitivamente en la picota.

Sobrevivió alejado desde el 2014 en Bruselas, pero jugando siempre a la política. Apostó por Susana Díaz, en vez de por su alumno, y se equivocó. Ahora le pasan factura. Pero es solo un punto y aparte. Pepe, Pepiño o Blanquito, de 57 años, va a resurgir. Y todos lo veremos.