Ximo Puig, el eterno superviviente que perdió unas elecciones en las que no se le esperaba

ELECCIONES 28M

Rober Solsona | EUROPAPRESS

El candidato socialista, que aseguró que solo cumpliría dos mandatos, no podrá constituir la tercera versión del Pacto del Botánico. Su derrota es un punto y aparte a una trayectoria política que se extiende desde 1983

29 may 2023 . Actualizado a las 15:23 h.

Ximo Puig (Morella, 1959) ha sido un superviviente. Así lo dice su dilatado currículo en política municipal, autonómica y nacional, que escribirá un renglón más a partir de hoy como líder de la oposición. El referente de los socialistas valencianos, además de presidente autonómico, ha sido diputado de las Cortes Valencianas y en el Congreso de los Diputados. Además, estuvo 17 al años al frente de la alcaldía de Morella. En total, cuatro décadas de vida política.

Precisamente, el principal freno a su campaña llega a través de unas presuntas facturas — más de 300 según El Mundo— sin declarar que emitió el consistorio de Morella a varias empresas del hermano de Ximo Puig, Francis. Esta polémica, junto a la supuesta financiación ilegal del PSOE valenciano durante los años 2007 y 2008 que investiga la Audiencia Provincial en el caso Azud, escarban en la credibilidad del único candidato que sigue al pie del cañón con respecto a los comicios del 2019. Y eso que el propio Ximo Puig aseguró en varias ocasiones que su intención era cumplir dos mandatos. 

Insaciable devorador de libros y periodista de formación —trabajó en la agencia Efe y en Antena 3 Radio, entre otros—, se define como un hombre de consenso. El candidato socialista confirmó este perfil con el ya histórico Pacto del Botánico, primero con Compromís y, en esta última legislatura, también con Podem Valéncia. Puig presume de que, en sus años como presidente, siempre consiguió cerrar los presupuestos autonómicos.

La resistencia de Puig también se evidencia en la lista de candidatos para estos comicios. Su rostro es el único que repite con respecto al 2015. Mónica Oltra, principal baluarte de Compromís y aliada del presidente en sus dos mandatos, dimitió de su cargo ahogada por el caso del presunto abuso sexual de su exmarido. De la caída de sus aliados dependía en gran medida sus opciones de revalidar su coalición de izquierdas.

El socialista Andreu Ferrer escondió una nota que decía un escueto «volveremos» en el marco de una ventana del despacho del Gabinete de Presidente en 1995, antes de que Eduardo Zaplana ganara las elecciones y desalojara de la Generalitat al PSPV. Puig era por aquel entonces el director de gabinete y, cuando regresó a esta estancia en el 2015, se encontró intacta la nota. 

En estas dos legislaturas, Ximo Puig ejerció de equilibrista con varios estamentos. Entre ellos, la cúpula nacional de su partido. El presidente apoyaba la candidatura de Susana Díaz y, tras la victoria de Sánchez en las primarias, tuvo que reformular su relación. Y, todo ello, sin dejar de denunciar de forma manida la infrafinanciación de la Comunidad Valenciana. Las discrepancias se dejaron a un lado en esta campaña. El jefe del Ejecutivo fue consciente de que el Gobierno valenciano estaba en juego y acudió en varias ocasiones a las tres provincias valencianas a arropar a los candidatos municipales y, por supuesto, a Ximo Puig.

El político de Morella presumió del aterrizaje de la gigafactoria de Volkswagen en la Comunidad, con una previsión de 30.000 empleos. También sacó pecho de las cifras de empleabilidad durante sus dos mandatos y de su capacidad para sobreponerse a la pandemia y a las consecuencias económicas de la Guerra de Ucrania. 

No fue suficiente para revalidar el cargo. El Partido Popular recupera su presencia hegemónica de antaño. Falta saber si, en este nuevo capítulo, Puig tendrá cabida como líder de la oposición.