Los tres motivos que enturbian el nuevo triunfo de Abel Caballero

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

ELECCIONES 28M

Oscar Vázquez

El alcalde de Vigo retrocede en 19.000 votos y la Diputación de Pontevedra y la FEMP escapan ahora a su control

30 may 2023 . Actualizado a las 17:36 h.

En la noche del domingo, tras amarrar 19 de los 20 concejales que ya tenía, Abel Caballero ofreció un breve discurso, de unos siete minutos. En ese tiempo, repitió tres veces la misma idea: «No hay un precedente en la historia democrática de España de algo parecido a lo que acaba de suceder aquí». Caballero llevaba toda la campaña insistiendo que su partido se llama VIGO y, por primera vez, se dejaba ver con un letrero rojo del PSdeG-PSOE, con el puño y la rosa. La frase y su insistencia parecían un mensaje interno.

Ayer, el alcalde de Vigo no tuvo ningún acto público. En su hiperactividad institucional habitual, un día sin ningún acto público, inauguración, discurso, reunión, declaraciones o, al menos, nota de voz, es en sí mismo algo noticioso. Pero es que el resultado del 28M —sin precedentes en España— se queda lejos de los objetivos socialistas. Su mayoría absoluta es incontestable, le permite gobernar Vigo plácidamente. Pero hay al menos tres hechos que enturbian la considerada «mayor mayoría absoluta de las ciudades de España».

Uno es que ha perdido votos. La ley d'Hont le ha ayudado a que apenas se note en el reparto de concejales, pero Caballero ha recibido 19.000 papeletas menos que hace cuatro años. Es un 19 % menos. Él mismo se había marcado el objetivo de llegar a 21 ediles y para eso necesitaba más de 100.000 sufragios. Habría necesitado 25.000 papeletas más para llegar a esos 21 concejales.

La otra, que inquieta mucho en el PSOE, pero sobre todo al vigués, es la pérdida de la Diputación de Pontevedra. Caballero ha presentado al gobierno de Carmela Silva como una extensión del suyo. Ella es su número dos en la ciudad y ha presidido el ente provincial durante dos mandatos gracias al resultado de Caballero (los presidentes de diputaciones no se presentan a las elecciones, son concejales). Silva ha marcado su propia agenda en estos últimos ocho años, en la que se han incluido pagos de obras que eran estratégicas para el proyecto del alcalde, como la reforma de algunas calles de la ciudad o el pago de parte del nuevo Balaídos. El propio Caballero la presentaba en los mítines como uno de los activos de lo que llama su «proceso de unidad con la ciudad».

El otro activo es el secretario provincial del PSOE, David Regades, porque dirige el Consorcio de la Zona Franca de Vigo, también con un fuerte músculo inversor a disposición del alcalde vigués. Su nombramiento depende del Gobierno central y se renueva, como cualquier alto cargo, cada vez que llega un nuevo Ejecutivo. Por lo tanto, ahora queda a expensas de lo que ocurra el 23 de julio en las generales.

El tercer motivo que enturbia el triunfo electoral de Caballero es la Federación Española de Municipios y Provincias. Lleva ocho años al frente como alcalde más votado del PSOE en una gran ciudad socialista. Él insiste en que «Vigo preside la FEMP». Pero esto sucede gracias a pactos a gran escala. El partido más votado en España es el mejor posicionado para lograr la presidencia. En su equipo recuerdan que nada impide que pueda presidirla de nuevo y que «es prematuro» hablar de ello, pero está claro que el vuelco en la FEMP tras las generales será muy probable. Esto le haría dejar de ser el referente oficial del municipalismo en España y lo alejaría de Ferraz.