La emoción histórica del gran derrotado en las primeras elecciones a la Xunta

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

ELECCIONES GALLEGAS 18F

María Pedreda

Quiroga, pese a que la UCD fue derrotada por Alianza Popular, su competidor en el centroderecha, apoyó con los 24 votos de su grupo la investidura de Gerardo Fernández Albor

10 feb 2024 . Actualizado a las 01:20 h.

A las doce y diez minutos de la mañana del 19 de diciembre de 1981 daba comienzo la sesión constitutiva del primer Parlamento de la historia de Galicia. Se trataba de una fecha que fue elegida por su simbolismo, pues fue cuando la asamblea de concellos de Galicia aprobó, en 1932, el proyecto de Estatuto de la República. «Hai momentos na vida do home nos que non pode subtraerse á emoción», aseguraba el presidente de la Xunta preautonómica, José Quiroga Suárez, en su discurso inicial, plagado de referencias a la historia, pero también al futuro que estaba por llegar. Los 71 diputados de la primera legislatura se acomodaban al abrigo de los fríos muros del salón de fiestas del pazo de Xelmírez, cedido por el Arzobispado para la ocasión, pues ni siquiera existía un edificio público y seglar para ubicar a la voluntad popular de la recién nacida autonomía gallega. Esa voluntad se había expresado el 20 de octubre de ese año y, contra todo pronóstico, la candidatura de UCD, encabezada por Quiroga, había perdido frente al candidato de Alianza Popular, el también médico y galleguista Gerardo Fernández Albor. Solo dos años antes la coalición de partidos y de sensibilidades (desde la socialdemocracia hasta el conservadurismo católico) liderada por Adolfo Suárez había logrado el triunfo en las primeras elecciones tras la restauración democrática. Pero fue una victoria frágil y en Galicia se adelantaría la descomposición del espacio político que lideró la transición ordenada a la democracia desde las estructuras del régimen caudillista.

Pese a la derrota, el discurso del líder centrista fue ilusionante y, al tiempo, integrador. «A Galicia nosa, dentro da España de todos». Esta frase pronunciada por Quiroga en el contexto fundacional de aquel día cobraría sentido tiempo después, cuando las instituciones gallegas ya estaban consolidadas, y también fraguó la idea de un galleguismo integrador con la idea de España, tal vez el espectro político de mayor amplitud en la Galicia actual.

Un año después su partido perdería nada menos que 146 diputados en las Cortes. Pero Quiroga ya había pasado a la historia de Galicia, pues durante su mandato se aprobó el Estatuto, que él mismo defendió ante el Pleno del Senado. Al margen de que hubiera perdido las elecciones —tal vez en aquel momento aún pensaba que tenía opciones de gobernar, pues AP tenía 26 diputados y UCD 24—, lo prioritario era Galicia, que definió de esta forma en dos párrafos históricos: «Ben sabemos que hai quen di que somos un pobo de visión cativa e desconfiada, que somos un pobo insolidario e escéptico. E poida que teñan algunha razón os que así opinan, quizais levados dunha santa intención patriótica. Mais tamén sabemos que, se nun pequeno recanto da nosa personalidade alenta unha magnanimidade creadora, espléndida e xenerosa, esa, aínda que pequena, faciana da nosa personalidade será abondo para nos salvar».