Sus habitantes presumen de limpieza, movilidad y espacios verdes, uno a 250 metros de cada portal
22 may 2019 . Actualizado a las 11:17 h.A las cuatro de la tarde la plaza de la Virgen Blanca es un hervidero. Gente paseando, abuelos que se protegen la cabeza con la tradicional boina vasca charlando, jóvenes que salen de trabajar en bici y muchas sillas de ruedas. Este es, tal vez, uno de los aspectos que más llama la atención de Vitoria. «Gente mayor en silla de ruedas hay en todas las ciudades. En esta salen de casa porque pueden», aclara Luis Andrés Orive, el director del Centro de Estudios Ambientales (CEA), clave en el desarrollo medioambiental y en el plan de movilidad. Su madre, desvela, es un ejemplo. Los problemas de movilidad no le impiden disfrutar de la tarde.
Vitoria tiene un aire con Ámsterdam (15 de cada 100 vecinos se mueven en bici) y elementos comparativos con las urbes gallegas. Una población similar a la de A Coruña, 249.176 habitantes. Es capital autonómica, como Santiago, con la que comparte un origen y casco medievales (la urbe compostelana es Patrimonio de la Humanidad, en Vitoria lo es su catedral, Santa María, en la que inspiró para una de sus historias Ken Follett). La automoción es su eje económico, al igual que en Vigo: en 1959 Citroën estuvo a punto de venirse para aquí, en su lugar tienen la Mercedes, la fábrica más importante de Euskadi en número de empleados. Y, como en Pontevedra, el peatón es quien manda en el centro, más del 50 % de los desplazamientos se realizan caminando. El coche no llega al 20 % de incidencia mientras los transportes públicos, el bus y el tranvía, ganan usuarios.
Con una tasa de desempleo (12,71 %) que está por debajo de la de Bilbao (13,61 %) pero por encima de la de Donostia (7,92 %), Vitoria es uno de los municipios más ricos de España. En particular, la provincia de Álava tiene el PIB per cápita más alto del País Vasco, 34.525 euros por habitante. Es una ciudad se servicios (el 66,9 % de su valor añadido bruto o VAB). Aquí están, por ejemplo, la sede del Gobierno autonómico e instituciones como el Parlamento o el palacio de Ajuria Enea. Pero, Gasteiz también es un polo industrial, un sector que aporta el 27,6 % de su VAB, el porcentaje más importante en una capital de provincia vasca.
La edad media de su población es similar a la de urbes como Pontevedra, unos 43,3 años de media frente a los 43,5 de la ciudad del Lérez. La población mayor de 65 años es aquí el 22,55 % del total, una proporción superior a la pontevedresa, de un 20 %. La capital alavesa también destaca por contar con diferencias de la renta entre sus vecinos, hasta 50.000 euros según el código postal. De los 67.191 anuales del barrio de Mendizorrotza a los 15.000 euros del 20 % de sus vecinos.
Pájaros y flores
Sin embargo, Gasteiz tiene un rasgo distintivo que no existe en Galicia: macrocefalia. Es un «agujero negro» donde viven el 75 % de los alaveses (si la población de Vitoria es 250.176 habitantes, la de toda la provincia de Álava es de 328.868 censados). Su orografía, llana, a excepción del casco viejo, y concéntrica, favoreció su ordenado diseño, delimitado por una red de parques naturales.
En 1993, el mismo año en el que Bilbao ponía la primera piedra del Guggenheim, la capital del País Vasco hacía lo propio con su símbolo más internacional: el anillo verde. Un cinturón de 35 kilómetros de perímetro y mil hectáreas que rodea la urbe, reconocida en el 2012 por Bruselas como la Capital Verde europea o Green Capital. Salburua, donde estaba el desaparecido aeropuerto del que partió uno de los cazas que bombardeó Guernica, es hoy el mayor humedal de la comunidad.
«En 30 años se transformaron auténticos basureros en una Red Natura. Hizo falta valentía política. La gente no se concentraba en las plazas pidiendo el anillo verde. Nos criticaron por apostar por pájaros y flores. Hoy, en Vitoria hay un espacio verde a 250 metros de cada portal. Se hizo que la ciudad estuviera orgullosa de sus periferias de la misma forma que lo está de su casco medieval», describe Orive. Mientras habla, un adolescente se agacha para coger una bolsa de plástico en una de las calles peatonales del centro. «Más del 50 % del presupuesto anual del CEA es para la educación ambiental», presume. «Se fue interiorizando. Al hacer el anillo poco a poco, gota a gota, se genera un proceso de relación con el proyecto», considera el director del CEA.
«Se trata de entender el verde de una forma sistémica, global. Genera condiciones favorables para la calidad de vida urbana en unos tiempos en los que el cambio climático es más que obvio», destaca el responsable del Centro de Estudios Ambientales de Vitoria, que también recuerda la circunvalación verde aún no ha terminado. Falta un extremo por cerrar. Mientras, hay otro proyecto sobre la mesa: conectar el anillo verde exterior con uno interior, en el centro de Vitoria.
La independencia del CEA de los gobiernos municipales fue esencial en este proceso. Vitoria, a diferencia de San Sebastián y Bilbao, es la capital con más alternancia política del País Vasco, la única de las tres en las que gobernó el PP. «Lo que marca la diferencia en las ciudades es dotarlas de herramientas, de organismos autónomos que funcionen al margen de las coyunturas políticas», defiende Álvaro Iturritxa, portavoz de Medio Ambiente del PNV, que recuperó la alcaldía en el 2015.
«El anillo verde trasciende a cinco alcaldes. Se hizo desde dentro, por parte de funcionarios de la casa. De una manera técnica, progresiva y fue relativamente barato. ¡Restaurar naturaleza es barato! 25 años, es casi un milagro. Tiene dos millones de usuarios anuales», subraya Orive.
El anillo verde trasciende a cinco alcaldes
Las bicis son para vitoria
El plan de movilidad del 2007 da sus frutos. Se puso en marcha coincidiendo con la implantación de las primeras líneas del tranvía. «Somos la única capital del Estado que ha conseguido darle una vuelta a la movilidad. El parque de vehículos privados está descendiendo. También fuimos la primera con un carril bici», destaca Iturritxa. Todo esto en la ciudad de Michelin y Mercedes. «Queremos limitar aún más el número de automóviles», añade el político.
«Ponerle un cascabel al coche. Encarecer, por ejemplo, las tasas de aparcamiento. Si le das prioridad al turismo, le restas calidad de vida a mi madre y a mis hijos», alega Orive, que manda un mensaje: «En Galicia no se cuida el verde». «La potencialidad ecológica es enorme pero está enfrentada a la modernidad mientras el coche sea Dios», quiere recalcar.
La gente no se concentraba en las plazas pidiendo el anillo verde. Nos criticaron por apostar por pájaros y flores
recogida de basura neumática
En Galicia, aunque Pontevedra puede rivalizar con la capital vasca en peatonalización y, según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), ambas empatan en satisfacción de limpieza urbana, la existencia de una tarjeta única para el transporte público en toda Álava (bicis, autobús y tranvía incluidos) y el uso de sistemas como la recogida neumática subterránea de la basura en el casco medieval marcan la diferencia. En las calles empedradas de Gasteiz (su rehabilitación fue reconocida en 1982 con el Europa Nostra) no pasean camiones de noche, con lo que evitan ruidos molestos y olores desagradables (los residuos se aspiran al momento y se conducen hasta las plantas de residuos). En lo relativo a la movilidad, los gobiernos municipales trabajan con las diputaciones forales en la unificación de las tarjetas de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya.
Modélicos «hasta los 80»
Pero, nada es perfecto. «Tras duplicar su población en los 60 (entre los años 55 y 75 es la capital de provincia del Estado español que más crece en habitantes), la planificación fue modélica. Se dibujaba primero en el plano y después se hacía realidad, a diferencia de en muchas ciudades, que se hacían por partes. Sucedió así hasta los 80, cuando se construyó un gran barrio fuera de la circunvalación, del anillo verde. Con el nuevo plan general de urbanismo, aprobado en el 2003, en la etapa de Alfonso Alonso en la alcaldía, se trató de dar respuesta a una necesidad, la falta de vivienda, pero se hizo con la construcción de dos barrios inmensos en poco tiempo. En urbanismo, esto siempre es peligroso», remarca Unai Fernández de Betoño, profesor de Arquitectura en el campus de Álava de la Universidad del País Vasco (UPV).
La explosión de la burbuja en el 2008 se traduce ahora en solares vacíos y barrios con baja densidad de población. «Los precios de compra han bajado respecto a otras capitales vascas. En Vitoria tenemos claro que no necesitamos consumir más suelo», advierte de Betoño. Tras esta experiencia, concluye el especialista, la ciudad vuelve a mirar cara su interior. La circunvalación natural ayuda en ese enfoque al funcionar como muro de contención. Paseando por aquí parece cierto aquello que decía Unamuno: «El paisaje hace al paisanaje».