Discordia en CDC por el inmovilismo de Mas pese al bloqueo de la CUP

Alfonso Torices MADRID / COLPISA

ELECCIONES 2016

Marta Pérez | EFE

El número dos en la lista del 20D pide un cambio de alianzas o elecciones, pero Junts pel Sí decide no hacer nada hasta el sábado

29 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Artur Mas está dispuesto a soportar lo que haga falta para apurar sus posibilidades de ser presidente de la Generalitat, aunque sea sobre la campana. Tras tres meses de bloqueo institucional, dos intentos de investidura fallidos, un sinfín de concesiones a la CUP y una asamblea del partido anticapitalista en la que, para sorpresa internacional, el domingo hubo 1.515 asistentes a favor de rechazar su investidura e idéntica cantidad proclive a permitirla, ha decidido no mover ni un dedo y seguir a la espera de que la dirección de la formación asamblearia, el próximo sábado, decida in extremis si le hace presidente de la Generalitat o si le obliga a repetir las elecciones.

Ayer hizo oídos sordos a los llamamientos de propios y extraños para que termine con esta situación, que la oposición coincidió en tildar de «humillación», y convoque a los catalanes de nuevo a las urnas. La respuesta fue que Cataluña «funciona, con un Gobierno que funciona, con unas administraciones públicas que funcionan perfectamente».

Las reclamaciones llegaron desde Ciudadanos, del PP, del PSC y hasta de los miembros de Podemos en Catalunya Si que es Pot. E incluso del número dos de Convergència en el Congreso, Carles Campuzano, que dijo que lo vivido en la asamblea de la CUP fue «ridículo», que la legislatura tal como se planteó tras el 27S, como un frente independentista, «está acabada», y que ya solo ve como salidas o un cambio de alianzas -algo que parece imposible- o la repetición de las elecciones. Convergència desautorizó poco después a Campuzano, diciendo que era solo su opinión, porque el partido apuesta también por esperar a la decisión de la CUP sobre Artur Mas.

Si el 9 de enero no se ha investido nuevo presidente -justo dos meses después del primer intento fallido-, la repetición de las elecciones será automática. Y para que ese día Mas pueda repetir en el cargo precisa de los votos de la alianza de Convergència y Esquerra -Junts pel Sí- y de al menos dos votos favorables y ocho abstenciones de la CUP. Un apoyo que le ha negado durante tres meses.

Sucumbir a la presión

Junts pel Si y su candidato creen que la formación asamblearia, partida en dos como se vio el domingo, puede estar a punto de sucumbir a la presión y darle el apoyo necesario en la última semana, por lo que han decidido jugárselo todo a una única carta. Como dejaron claro ayer, ni van a hacer concesión alguna más a la CUP ni van a proponerle un candidato a la Generalitat alternativo a Mas para facilitar que la balanza, en presunto equilibrio, gire a su favor. Esperarán a que, el sábado, el alma independentista de la CUP se imponga al anticapitalista.

Mientras tanto, Junts pel Sí lo ha dejado todo preparado por si hay que correr para investir a Mas. La Mesa y la Junta del Parlamento catalán se reunirían el 4 de enero para que entre ese día y el siguiente se celebre la primera sesión de investidura, que el candidato perdería por carecer de mayoría absoluta, y el día 7 se pueda celebrar la segunda votación, que ya ganarían con mayoría simple.

Silencio de los empresarios catalanes mientras crece la incertidumbre política

Los empresarios catalanes, salvo excepciones, han pasado de puntillas sobre el desafío secesionista. Las organizaciones patronales han intervenido en momentos puntuales del proceso, fundamentalmente durante la campaña electoral del 27S y en al antesala de la del 20D, para reclamar estabilidad política, pero después han guardado silencio. El pasado fin de semana, en víspera de la a priori decisiva asamblea de la CUP, Societat Civil Catalana, la organización más activa en contra de la independencia, envió una carta a 150 empresarios, embajadores y líderes de opinión en la que alertaba de la existencia de «un plan detallado para desintegrar el Estado» auspiciado por Artur Mas y que dependía de lo aprobar la CUP. Pasada la asamblea de la formación antisistema sin que se haya resuelto la incertidumbre, con la espada de Damocles de unas nuevas elecciones en marzo si la próxima semana no hay presidente, los empresarios han evitado responder al requerimiento de Societat Civil Catalana.

Los últimos pronunciamientos al respecto provienen de la semana pasada, en respuesta al resultado de las elecciones generales. Entonces, Joaquim Gay de Montellà, presidente de Fomento del Trabajo, principal organización patronal de Cataluña, abogó por la formación de Gobierno cuanto antes, tanto en España como en Cataluña, y que se valore «la doctrina del bien común» en las negociaciones correspondientes. Asimismo, reclamó diálogo entre los Gobiernos central y catalán.

También apostó por el diálogo Empresaris de Catalunya, una de las organizaciones más activas en contra del desafío secesionista. Para el presidente de esta asociación, Josep Bou, la inestabilidad política que se abre en España hasta que se vea si es posible constituir un nuevo Gobierno o si, por el contrario, hay que convocar nuevas elecciones, unido a un eventual acuerdo entre Junts pel Sí y la CUP constituiría «la tormenta perfecta que llevará a nuestro país a sufrir un frenazo en la recuperación económica». Además, esta organización recordaba que, en línea con lo que ya había ocurrido el 27S, en las elecciones del pasado día 20 las fuerzas constitucionalistas habían logrado 18 diputados en Cataluña frente a los 17 conseguidos por las candidaturas independentistas.

En los dos últimos años, en los que el desafío secesionista ha llegado al extremo, cerca de dos mil empresas han abandonado Cataluña.