José Luis Rodríguez Zapatero pudo por fin reunirse en Madrid con el dimitido secretario general del PSE, Nicolás Redondo Terreros. Después de varios plantones, Redondo sólo dejó claro al líder del PSOE que no tiene intención de abandonar Euskadi para aceptar un puesto en la capital. «No vendré a Madrid para dejar un hueco en el País Vasco», afirmó tras la reunión, pero no aclaró si piensa presentarse a la reelección como secretario general de los socialistas vascos. No obstante, admitió que la opinión que le trasladó Zapatero es «no poco importante a la hora de tomar esa decisión». Tampoco piensa Redondo en abandonar la ejecutiva socialista, ya que, según dijo, es «compatible» con su idea de seguir trabajando por «disminuir las zonas de miedo en el País Vasco». El dirigente vasco insistió en la necesidad de mantener «la lucha por conseguir la paz» y de recuperar «el discurso de siempre, que es el de la unidad de los demócratas, con una clara vocación de entendimiento con otras fuerzas políticas». Este deseo de entendimiento con el PP es el que le ha traído mayores problemas. Ayer, el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, afirmó que no apoya a Redondo por el mero hecho de ser alabado por Mayor Oreja y medios afines a Aznar. Igualmente crítico se mostró Alfonso Guerra, quien dijo que la dimisión era «la única posición» que le quedaba a Redondo. El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, aseguró que Zapatero y Redondo coincidieron en la necesidad de afrontar el congreso del partido con la mayor unidad.