El regreso de los embajadores de España y Marruecos a sus puestos, tras 15 meses de crisis, ha sido visto como un «gran avance». Pero el camino tiene muchas sombras...
03 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.La recuperación de las relaciones hispano-marroquíes se certificó ayer con la vuelta de los embajadores a sus despachos. Finalizaban los siete meses de alejamiento para Fernando Arias-Salgado y los 15 de Abdesalam Baraka, con la crisis de Perejil entremedias. El deshielo abre una etapa con muchos retos y no menos dudas, que la propia ministra Ana Palacio señalaba: «La normalización la dan las instituciones, pero las relaciones se hacen en el día a día». Arias-Salgado aterrizó el pasado domingo en Casablanca, desde donde se trasladó por carretera hasta su residencia en Rabat. Allí ofreció una recepción y expresó su «satisfacción personal y profesional de regresar con renovado brío». En una disposición similar a la mostrada por Palacio tras el acuerdo del pasado jueves, elogió los pasos dados por los operadores económicos españoles y marroquíes para la reanudación del diálogo y destacó que las comisiones de trabajo, constituidas para analizar los contenciosos, van por el buen camino. La reconciliación fue acogida con honda satisfacción en el mundo político, económico, diplomático, universitario y mediático del país magrebí. Una celebración, sin embargo, que está acompañada de cierto escepticismo porque «ahora es cuando van a tener que ponerse a afrontar sus diferencias», que, en algunos terrenos, son históricas, como las reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla o el Sáhara, afirmaron fuentes diplomáticas de Rabat. «Los dos países tienen que aprender la lección, evitar caer en reacciones emocionales y sacar las relaciones de la cultura de la confrontación para encauzarlas en el diálogo, porque de lo contrario volveremos a vivir períodos difíciles», advierte el politólogo Mustafá Sehimi. A su juicio, ha de retomarse el espíritu del tratado de buena vecindad, firmado en 1991, mientras que Rabat debe «revisar su política exterior», hoy en manos del rey Mohamed VI, y «entender que enfrentarse a España es enfrentarse con un socio importante de la UE y por lo tanto, con el club». Sehimi recalcó que son «dos Estados con intereses comunes, pero también contrapuestos». Es, añade, «partiendo de este diagnóstico, como se limarán las diferencias». 1 El Sáhara occidental. Entre las asignaturas pendientes, la de orden político que sin duda más escuece es el Sáhara occidental, que enfrenta desde hace 27 años a Marruecos con los independentistas del Frente Polisario y su gran valedor político, Argelia. Rabat, que cuenta con el apoyo de Washington, París y Londres, defiende la opción autonomista (recogida por la ONU) pero bajo su soberanía, y acusa a Madrid de apoyar al independentismo saharaui. «Marruecos espera que España europeíce su postura y asuma las tesis marroquíes», según fuentes de Rabat. 2 Ceuta y Melilla. El estatuto político y jurídico de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y otros enclaves españoles situados en el norte de Marruecos es otro punto de fricción. Rabat defiende la marroquinidad de lo que califica como «presidios coloniales», aunque las autoridades africanas se declaran dispuestas a negociar y crear una «célula de reflexión» bilateral sobre el problema, como ya propusiera Hasán II. 3 Aguas territoriales. La delimitación de las aguas territoriales en el Atlántico entre ambos estados y las concesiones de prospección petrolífera a la compañía Repsol en las cercanías de la costa canaria son otro motivo de enfrentamiento que las diplomacias de los dos países han empezado a analizar. 4 Inmigración y droga. La inmigración clandestina de trabajadores marroquíes y subsaharianos a España y la UE provoca grandes tensiones. Madrid reprocha a Rabat la falta de control de sus fronteras y Marruecos argumenta que en los últimos tiempos ha reforzado la vigilancia y la represión policial. Algo parecido ocurre con el tráfico de drogas por el Estrecho. España se quejó en varias ocasiones de la presunta implicación de algunos mandos y agentes de las fuerzas de seguridad en las actividades de las mafias del narcotráfico. 5 Agricultura y pesca. Las exportaciones agrarias marroquíes a la UE son vistas en algunos casos por el Gobierno de Aznar como «una amenaza» para los intereses de algunos sectores productivos españoles. El cierre de los caladeros marroquíes hace más de dos años es otro escollo que ya que provocó el inicio de la crisis diplomática. El contencioso sigue pendiente, con la UE de por medio. Pero el ofrecimiento real de las aguas para faenar a los afectados por la marea negra, así como la voluntad expresada por algunos empresarios españoles del sector de colaborar con sus homólogos marroquíes, alivió el conflicto.