Parodia de algo más que una boda

Juan Luis Gallego MADRID

ESPAÑA

BENITO ORDÓÑEZ

Animalario, la compañía que presentó la polémica gala de los Goya, ha decidido prorrogar hasta final de mes las funciones de su obra más valiente

18 feb 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Paradojas de la vida, o de la política, probablemente sea el Gobierno del PP, por su virulenta reacción contra la ceremonia de los Goya, culpable, en un elevado porcentaje, de que la compañía de teatro encargada de la presentación de la gala, Animalario, agotara en apenas unas horas las entradas para las funciones inicialmente previstas de su última obra. La otra parte de culpa la tiene, obviamente, el título: «Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente». Díficil no sentir curiosidad ante semejante invitación, por mucho que los folletos oficiales editados por Escena Contemporánea, el festival de artes escénicas que patrocina la Comunidad de Madrid y en el marco del cual se estrena este espectáculo, la resumiera bajo el algo menos sugerente título de «Alejandro y Ana». Pero, si después de este montaje, Animalario se convierte, como parecería justo, en referente del teatro moderno español, los únicos culpables serán ellos, los componentes: el director, Andrés Lima; los guionistas, Juan Cavestany y Juan Mayorga; los actores, espléndidos, Alberto San Juan, Guillermo Toledo, Javier Gutiérrez y Roberto Álamo, y todos los que integran un equipo que gana cada día profesionalidad sin perder un ápice de la frescura que les caracteriza. Entradas agotadas Inicialmente, las funciones iban a ser tres, entre ayer martes y mañana jueves. Pero las entradas se agotaron dos semanas antes. El lunes, la compañía anunció una prórroga, ya al margen de las actividades de Escena Contemporánea, hasta, al menos, el próximo viernes 28. Las funciones se celebran en un salón de bodas. Caben apenas unas 225 personas, sentadas algunas en las mesas de banquete entre las que transcurre la acción, pasean bandejas los camareros, flirtean, negocian o riñen los invitados, y baila, incluso, la hija del presidente. Cada uno de los cuatro actores representa a varias decenas de personajes: a invitados de la boda, al propio Aznar, a sus ministros, a camareros y camareras, a guardaespaldas, al chófer de confianza. Algunos son identificables, sobre todo el presidente, que cierra la ceremonia con un encendido y patético discurso, pero «Alejandro y Ana¿» no es una parodia, no hay imitaciones en ella. Risas y crítica Con esta obra se ríe uno mucho, pero también se podría llorar. Hay escenas cómicas, gags de extrema calidad, como la conversación entre los dos miembros del servicio de seguridad sobre el peligro que representa Sadam Husseín o el monólogo de una camarera sobre la conveniencia de ser de derechas frente a los «amargados» de izquierdas. Pero también hay escenas inquietantes, en las que se habla de la guerra como espectáculo, del comercio de armas como negocio, se identifica lealtad con humillación y se llega a vender a una hija si es necesario y, sobre todo, si el precio es bueno. Era lo que quería San Juan cuando llamó a Cavestany y le explicó su idea: un espectáculo escrito desde el punto de vista de la derecha. Quien pensó en la boda de la hija de Aznar como escenario fue Lima. Hay quien lo llama teatro político o teatro comprometido. De lo que no cabe duda es de que es teatro.La obra se representa en los salones Lady Ana, calle Mantuano, nº 4, metro Cruz del Rayo. Todos los días, hasta el 28 de febrero, a las 20:00 horas. Para más información, los teléfonos 915 627 649 y 915 617 877.