Sadam no se rinde; Aznar no cede

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

05 abr 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

Hay guerra casi para dos meses más», comenta a La Voz Narcís Serra , en un pasillo de las Cortes . Nadie lo diría porque el cerco a Bagdad parece la antesala de la batalla final. Pero el ex vicepresidente del Gobierno y ex ministro de Defensa, siempre con excelente información, lo razona así: «Parece el final, pero no creen los expertos que los americanos se metan en la ratonera de Bagdad sin la ayuda de los blindados pesados que están trayendo en barco desde Estados Unidos . Y son veintiocho días hasta Kuwait ». Error de cálculo. Pensaron que no los necesitaban porque el régimen de Sadam se desmoronaría ante el despliegue de un cuarto de millón de hombres -y de mujeres- en sus fronteras. Se habló de desbandada, de posible golpe de estado interno, de exilio del dictador y de su probable liquidación física por un comando especial de la CIA. De todo menos de resistencia de la población indignada por la invasión. Los estrategas que vendieron la moto no saben donde meterse. Y los que, como Aznar y Blair , la compraron tampoco. Serra afina todavía más: «La alternativa a dos meses de guerra es golpear sin piedad con un mínimo de cien mil muertos». O sea, o dos meses de guerra o más de cien mil muertos. O las dos cosas a la vez. Otra hipótesis parece inviable porque Sadam no se rinde. Antes prefiere morir y seguramente morirá en su encastillamiento.Con un enemigo así, meterse en Bagdad, salvo sorpresas, es crear un mini Vietnam en una ciudad de casi seis millones de habitantes. Los americanos que ya llevan el triple de muertos de lo que pensaban -en Afganistán la proporción de víctimas fue de uno a mil setecientos y aquí aspiraban a mejorar el ratio- no podrían soportar una guerra de guerrillas urbana con kamikazes dispuestos a inmolarse. A la vista de la carnicería, por el futuro de Blair y Aznar, con la opinión pública en contra desde antes de la guerra, nadie apuesta a favor. Pero el propio George Bush debe preocuparse seriamente porque en pocas semanas empezará a estar en juego su reelección. ¿Previsión exagerada? Para Narcís Serra es demasiado prudente: «Ya está en juego con este fiasco. Y en noviembre empiezan las primarias».Lo de dos meses más de guerra espanta a los partidos españoles por razones humanitarias y por cálculos electorales. O por cálculos electorales y razones humanitarias. Dos meses significa celebrar en medio de la guerra elecciones municipales y autonómicas en trece comunidades. Fatal para el PP porque «la fotografía de las Azores con Aznar feliz y Bush pasándole la mano por el hombro, puede hacer estragos», opina el diputado convergente Sanchez Lliure . Pero también para partidos con aspiraciones de gobierno, especialmente socialistas y nacionalistas canarios y gallegos. Los vascos son de otro mundo y los catalanes sólo gobiernan en Tarragona y dan por perdida la Generalitat en octubre. Serra lo reconoce: «Dos meses más es tiempo para que la protesta pacífica se pudra y la calle quede en manos de los radicales».Algo de eso ya pasa: las intolerables agresiones a la sedes del Partido Popular con artefactos en el caso de Galicia que se atribuyen a grupúsculos de independentismo radical, el asalto a unos grandes almacenes en Barcelona por encapuchados surgidos de una manifestación que la policía ha sido incapaz de identificar, etcétera.Otra cosa es la guerrilla propagandística clásica que terminará en los tribunales. El diputado socialista burgalés que aparece ante una sede del PP en Aranda de Duero con los brazos cruzados sostiene que aquella manifestación fue pacífica porque si no él se hubiera marchado y denuncia que Arenas manipuló el vídeo de denuncia con desórdenes de otras ciudades. Eso sólo puede ser verdad o mentira. Y uno de los dos debe pagarlo. Ya se aclarará. Un poco más difícil lo tiene Izquierda Unida por la implicación de algunos concejales en el acoso a los populares. Pero cierto es que a Gaspar Llamazares lo vino Dios a ver con la guerra porque su formación bajaba por su alianza con los nacionalistas vascos y ahora no para de subir. Propaganda Guerra de guerrillas en Bagdad a un lado y guerrilla propagandísitica en España al otro, a muchos candidatos sólo les queda el recurso de montárselo como pueden a la vista de que Sadam no se rinde, pero Aznar tampoco y sigue convencido de hacer historia. Es el caso de Alberto Ruiz Gallardón que coloca en su lista por Madrid a Alicia Moreno , la hija de Nuria Espert , asistentes ambas a manifestaciones contra la guerra. Hace dos semanas no se hubiera atrevido pero hoy Alicia quizás sea un salvavidas para el brillante candidato popular al compensar la rueda de molino al cuello que lleva con Ana Botella en su lista. Otros se limitan a trabajar y a esperar que escampe, pero aunque lo hagan brillantemente -como la ministra Ana Pastor que ha conseguido cerrar un pacto sanitario sin precedentes con todas las autonomías, todas-, no encuentran espacio en los titulares entre unas guerrillas y otras. Entretanto, bien haría Zapatero en decretar una purga de metepatas en su partido. La lista crece ( Caldera , Maragall ...) y ahora el candidato a la alcaldía valenciana, Rafael Rubi o, que atribuyó a secuelas mentales del cáncer las declaraciones, ciertamente llamativas, de la ministra Ana Palacio . No hay que tener piedad con quien no la tiene, ni promover tontos a cargos públicos.