Crisis europea esta semana con final feliz. Ya se califica como «la cumbre más importante de los últimos años». Dará paso a un Tratado que se ratificará en España vía parlamentaria, sin que ZP nos meta de nuevo en otro referendo. Aquí ya se hizo, ya se ganó y hasta puso el listón más alto de lo que ahora se consigue. Pero es preferible un acuerdo reducido en marcha que un gran tratado fracasado. De las escaramuzas ha salido reforzada Angela Merkel , presidenta de turno de la Unión Europea, y sin duda Nicolas Sarkozy , especie de Jacques Anquetil de la política: gana todas la etapas y quiere ser campeón europeo. La circunstancia la ha aprovechado bien el presidente español, Zapatero , para pegarse a la rueda del francés y subir en la general. Seguramente, Zapatero fue menos decisivo en la reunión de lo que cuenta su equipo, pero es cierto que aportó la solución sobre el «ministro de Exteriores de la UE», que terminó aceptando Tony Blair . Entró y salió de la reunión alineado con Alemania y Francia. Sarkozy lo agradece y lo aprecia, y los etarras, que también leen periódicos franceses, van cambiando el sur de Francia por el sur de Portugal. La operación para ZP ha sido importante. Comenzó mal, inoportuno, con Angela Merkel en la noche electoral alemana en un episodio de ingenuidad sólo comparable al precipitado alborozo de Moncloa por la supuesta victoria del demócrata Kerry sobre George W. Bush , horas antes de que el republicano barriera en la costa oeste. Pero los jóvenes maduran y la prudencia se impone. Que Alemania y Francia tengan a España como aliado seguro frente a los británicos y a los excéntricos gemelos que gobiernan Polonia debe dar sus frutos en los capítulos de estabilidad y de cooperación. Aunque haya pasado casi desapercibido el argumento, nótese la capacidad de provocación de los gemelos Kaczynski , que llegaron a reclamar más poder a la Unión, a cuenta de Alemania, a base de contabilizar en su demografía los seis millones de muertos que en Polonia provocó la Segunda Guerra Mundial iniciada por los nazis. Con el frente europeo afianzado y con las tensiones con los americanos reduciéndose, Zapatero se concentrará en los próximos nueve meses en su reelección. Atrás quedan aquellas declaraciones del primer año -«he visitado ya casi cuarenta países desde que soy presidente»- propias de todo gobernante poco viajado hasta aquel momento. Y quizá quede atrás, o profundamente redibujado, el espejismo de alcanzar de modo inmediato la paz en el País Vasco. Legítimamente Zapatero lo ha intentado, como Aznar , González , Calvo Sotelo y Suárez . Es su obligación. Pero ETA pedía cosas que no se le podían entregar, Navarra entre ellas, y, como no se cedió, por eso vuelve a la carga. Frente a esa decisión, el Estado tiene recursos. No se olviden los logros antiterroristas del Gobierno Aznar y tampoco que José Antonio Alonso , primer ministro del Interior con Zapatero, tiene el récord de detención de etarras. En eso están, y no han dejado de estar durante la tregua. Entretanto, las elecciones del 27 de mayo van cobrándose víctimas. Algunos cayeron aquella noche y otros, como el balear Jaume Matas , se despidieron esta semana. Nuevo empate de Rajoy y ZP. «Que no dimita nadie hasta las generales», proclamaron ambos. Pero Matas y Simancas ya dieron el portazo. El episodio anuncia para Baleares presidente socialista, Francesc Antich , gracias a esa poderosa señora, Maria Antonia Munar , de Unió Mallorquina, que con tres diputados y dos concejales en Palma le ha pasado factura a Matas, obsesionado por echarla de la política. Ahí sigue, tan bien peinada como en un anuncio de laca, mientras el ex ministro emigra a Estados Unidos. En Canarias, el pacto de Coalición y el PP meterá al ganador, López Aguilar , en un cayuco destino a la Península. Paulino Rivero no quiso ser su vicepresidente. Se arriesga a recibir un cierto castigo en las elecciones de marzo porque la tendencia al cambio en el archipiélago ha sido manifestada claramente. El problema lo tiene el ex ministro López Aguilar, al que se supone ahora cabeza de lista al Congreso en marzo y, si Zapatero gana, la posibilidad de que tenga a bien rescatarlo para algún ministerio. Y en Navarra, movimientos de gran riesgo. En el Ayuntamiento de Pamplona, que es la mitad de Navarra en población, los socialistas han facilitado la reelección de la alcaldesa de UPN absteniéndose. No podían aceptar compartir el voto a favor de la candidata de Na-Bai, Uxue Barkos , con algún concejal de los batasunos de ANV. Miguel Sanz valoró el gesto y se lo devolvió facilitando que el Parlamento Foral tenga ya presidenta socialista. Pero falta el gordo: la presidencia de la comunidad, que supone también en la misma persona la presidencia de la CAN (Caja de Ahorros de Navarra). ¿No hubiera sido conveniente un acuerdo entre socialistas y populares para dar paso a la lista más votada, los unos en Canarias y los otros en Navarra, tal y como proponía Mariano Rajoy? Dirigentes socialistas confiesan en privado que esa opción sería la mejor porque temen que será difícil explicar a toda España que Zabaleta y Nafarroa Bai, aunque independentistas, son demócratas, antiviolentos y por tanto antietarras. Temen que esa explicación es muy difícil, sobre todo cuando el interlocutor no quiere escuchar.