Mariano Rajoy revalidó su liderazgo, renovó completamente el equipo dirigente y salió ganador del 16.º congreso del PP, pero todavía le quedan muchos cabos por atar. A primera vista, hay bastantes contraindicaciones en las decisiones que tuvo que adoptar para superar el trance y ahora tendrá que atajar los daños colaterales causados por el fuego amigo disparado durante los últimos meses.
Un ex ministro, ex ucedista y ex aznarista, asegura que las divisiones internas dejarán una huella difícil de borrar y sostiene la tesis de que «en la derecha las heridas no cicatrizan nunca». Los críticos guardarán silencio durante un tiempo, pero siguen convencidos de que la asamblea de Valencia no será más que un paréntesis, una etapa transitoria hasta nuevas hostilidades.
Es difícil que Esperanza Aguirre olvide, por ejemplo, que le pidió a Rajoy que incluyera en su lista a Ignacio González, Francisco Granados y Juan José Güemes, pero el candidato ignoró su demanda. Solo colocó al último. Rajoy no podrá seguir ignorando a Aguirre porque es ella la que tiene el control absoluto del partido en Madrid y preside una comunidad autónoma poderosa.
Focos de división
La organización de los congresos autonómicos mediante el complicado sistema de las seudoprimarias será fuente de conflictos y obligará a la secretaria general y a la vicesecretaria de Organización a volcarse en su desarrollo a fin de evitar que se conviertan en nuevos focos de división. El nuevo método propicia el enfrentamiento entre candidatos y sus respectivos equipos, algo que resulta novedoso pero también «extremadamente peligroso», según advierten veteranos dirigentes.
Compatibilizar los cargos en la dirección nacional y sus respectivos puestos de carácter orgánico es otro reto. María Dolores de Cospedal tendrá que hilar muy fino para dirigir a los populares de Castilla-La Mancha y defender los intereses de las organizaciones de los restantes territorios. Algo parecido le ocurre a Javier Arenas, que tiene como misión armonizar las posiciones de todas las autonomías y, al mismo tiempo, defender los intereses del PP de Andalucía.