El presidente regresa a España para cerrar una crisis que refundirá ministerios y modificará el organigrama del Ejecutivo.
07 abr 2009 . Actualizado a las 03:10 h.Apagón informativo. José Luis Rodríguez Zapatero ha desplegado hoy un tupido velo sobre sus planes de remodelación del Gobierno. Nadie, ni en el Ejecutivo ni en el PSOE, abrió la boca. El presidente y los ministros de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, y de Igualdad, Bibiana Aído, que participaron en el II Foro de la Alianza de Civilizaciones en Estambul, permanecieron recluidos todo el día y evitaron hablar de la crisis en un intento de contener la onda expansiva de una noticia que estropeó al jefe del Ejecutivo su día grande con Barack Obama.
Rodríguez Zapatero acogió la noticia de su crisis de Gobierno con estupor y, sobre todo, con profunda irritación. Al jefe del Ejecutivo no le hizo ninguna gracia que a 4.000 kilómetros de distancia reventaran una remodelación en la que trabajaba con todo sigilo desde hacía varios días. El que desde sus propias filas se hiciera público un cambio que todo presidente del Gobierno gusta conservar en el máximo secreto -es una de las escasas potestades que ejerce en solitario- descabaló toda su agenda. Lo urgente era regresar a España cuanto antes, pero los compromisos con el primer ministro turco complicaron el asunto.
Ya el domingo había hecho el feo a Recep Tayyip Erdogan de retrasar dos horas su cita para poder reunirse con Obama en Praga, con lo que la primera Reunión de Alto Nivel (RAN) hispano-turca quedó deslucida. Salir a toda prisa tras la intervención en el foro, a primera hora de la mañana, habría supuesto un desaire hacia una iniciativa de la que él y Erdogan son copatrocinadores. Y no estar presente en la recepción que las autoridades turcas ofrecieron por la noche a los gobernantes asistentes, el único acto al que se sumó el presidente de Estados Unidos, no era posible.
Aunque el primer ministro turco tenía mucho interés en que se quedara hasta el mediodía del martes para participar en un acto universitario en el que ambos iban a ser investidos honoris causa, solo quedaba una salida: regresar a España tras la cena.
Así se hizo para cerrar este martes desde La Moncloa los últimos flecos de la crisis y comunicar al Rey unos cambios ya aireados por los medios de comunicación. Lo cierto es que Rodríguez Zapatero no dio muestras de estar muy centrado en Estambul en las actividades de la Alianza de Civilizaciones. En lugar de leer el discurso preparado para la inauguración del foro, se lanzó a improvisar y acabó construyendo con lentitud frases de gramática imposible. Unas horas después, se perdió la foto de familia, según sus colaboradores por puro despiste, porque estaba con algunos de los participantes en el foro. Pero al rato de esta no-foto llegó al hotel para posar en la, ahora sí, foto de familia al completo.
Ninguno de los miembros de su gabinete, a excepción de los portavoces oficiales, apareció para explicar nada. Aunque suele ser habitual que en estas reuniones internacionales algún miembro de la delegación haga un resumen informal de la aportación española a los debates, esta vez no fue así. Ni Moratinos ni Aído se dejaron ver.
En otras condiciones, y sin el sobresalto de la crisis anticipada, todo habría sido distinto porque la idea gubernamental era exprimir al máximo la participación de Zapatero a lo largo de esta semana en el G-20 de Londres, la cumbre de la OTAN, la reunión informal UE-Estados Unidos y su entrevista con Obama como un logro de su política exterior y una muestra de que, él sí, ha conseguido sacar a España del rincón de la historia.
Agenda
Si Estambul fue el reino de la opacidad, Madrid no lo fue menos. La socialista Leire Pajín suspendió por problemas «de agenda» la habitual comparecencia tras la reunión de la comisión permanente de la dirección del PSOE. Una excusa, reconocieron fuentes socialistas, para evitar hablar de la crisis gubernamental. Ningún ministro salió a la palestra. La titular de Educación, Mercedes Cabrera, la única que no pudo escurrir el bulto, se limitó a decir desde Valladolid que son «los presidentes del Gobierno los que hacen las crisis» y, como tales, «no son opinables». Solo algún socialista despistado dio por hecha la remodelación y se felicitó de que José Blanco vaya a ser ministro de Fomento, «una magnífica noticia», dijo el portavoz del PSde Galicia.
El baile de nombres de la víspera se frenó en seco, y nadie autorizado confirmó o desmintió. Todos los interlocutores remitieron a la vuelta de Rodríguez Zapatero y a los cambios que anuncie él mismo. Pero la crisis, más allá de los apellidos, traerá cambios en la estructura gubernamental, según apuntaron fuentes socialistas, ya que habrá fusiones de carteras y novedades en el organigrama del Ejecutivo. Entre las unificaciones, mencionan las de Educación y Cultura, Vivienda y Fomento, la desaparición de la cartera de Administraciones Públicas que sería absorbida por la Vicepresidencia autonómica que se asigna a Manuel Chaves.
Otro análisis que circula entre los socialistas es que en el anticipo de crisis hay algo que no cuadra. En tiempos de crisis económica y ahorro del gasto público con reducción de ministerios, rechina la existencia de tres vicepresidencias, una para el todavía presidente de la Junta de Andalucía, otra económica para Elena Salgado y la tercera que mantendría Teresa Fernández de la Vega. Sobra una que dirige una mujer, afirman fuentes del partido gubernamental, que no descartan que se quede fuera de juego la actual 'número dos' del Gobierno.