José Blanco vuelve para poner orden y a movilizar al partido en defensa de la política económica

Paula de las Heras

ESPAÑA

Reunión con los dirigentes territoriales

02 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El hombre que durante ocho años puso firme al PSOE con solo levantar el teléfono ha vuelto. Después de meses dedicado en cuerpo y alma al Ministerio del Fomento y rodeado de un aura institucional hasta entonces desconocida, José Blanco ha tenido que recuperar el dardo dialéctico para poner orden en un gallinero que Rodríguez Zapatero delegó a Leire Pajín hace algo menos de año y medio. El vicesecretario general de los socialistas presidió ayer una reunión con la secretaria de Organización y los líderes territoriales para intentar orquestar un cierre de filas de todos los estratos del partido en defensa de la política económica del Gobierno.

Los socialistas se han encontrado con un elemento que mueve la tierra bajo sus pies y lastra sus esfuerzos por hacer entendibles unos Presupuestos y una subida de impuestos, criticados a izquierda y derecha: los comentarios demoledores de Jordi Sevilla o Pedro Solbes. Blanco, con cierto tono irónico, reclamó un ejercicio de lealtad a sus antiguos compañeros de viaje. «Cuando yo deje de ser ministro le estaré eternamente agradecido [a Rodríguez Zapatero] porque hay miles de ciudadanos que podrían hacerlo mejor o igual de bien que yo», subrayó. «Uno no es ministro por sus méritos propios ni por su currículo académico, sino porque el presidente del Gobierno decide que lo sea», afirmó.

Zapatero ya no es un líder sin mácula. Ahora, como recuerda alguno de los perjudicados, tiene muchos «muertos en el armario», antiguos amigos o colaboradores que han ido quedando fuera de los círculos de poder. Blanco es uno de los pocos supervivientes del grupo Nueva Vía que lo aupó al liderazgo del partido en el 2000, el que ganó el 35.º congreso a Bono con un mísero teléfono móvil y el que dirigió las dos campañas electorales que lo llevaron a la jefatura del Ejecutivo.

«Probablemente, a mí me designaron ministro de Fomento para hacer nuevas cosas porque para hacer lo mismo ya estaba mi antecesora», soltó ante buena parte de la clase empresarial española. Fue otro recado para los resentidos y un intento de contrarrestar la idea de que la política económica de Rodríguez Zapatero consiste en un cúmulo de improvisaciones.