El PP estrena el «tiro al calvo»

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Rubalcaba se ha convertido en la diana de los populares, con alusiones a su pasado, y de militantes socialistas que no lo quieren como sucesor de Zapatero

31 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

En esta escalada de despropósitos del clima político, la atracción del final de legislatura se llamará tiro al calvo. Acuñada por el diputado popular Rafael Hernando -«usted, señor Rubalcaba, pierde el pelo, pero no el vicio»-, a falta de ideas y alternativas, se ha inaugurado el concurso de descalificaciones. «Donde antes había lucha de clases ahora hay lucha de frases», ha escrito un analista político.

El nombramiento de Rubalcaba como salvavidas oficial de Zapatero ha generado en los primeros días una tremenda inquietud en el PP. El presidente, a la desesperada, entendió que o lo sacaba del apuro este hombre, al frente del equipo de bomberos de élite integrado por Blanco, Iglesias y Jáuregui, o se hundía. Pero la idea de salvavidas la ha convertido el PP en pararrayos presidencial. El miércoles en el Congreso comenzó el tiro al calvo. Soraya Sáenz de Santamaría con más categoría; los diputados Hernando y Gil Lázaro, con estilo tabernario.

De mantenerse ese ritmo, y proyectando resultados a año y medio, sucederá, si no se abrasan, que el arco voltaico Soraya-Rubalcaba encumbrará a ambos al liderazgo moral de su partido. Un viejo militante del PP en Verín lo anuncia así: «A mí, la que me gusta más es la pequeñita, se atreve con todos». En el PSOE, cuando habla Rubalcaba sacan pecho, porque andaban necesitados de una seguridad que Zapatero ya no les daba. Solo Blanco ha cubierto ese desierto de liderazgo hasta que han sacado a Rubalcaba del ostracismo.

Pero esa batalla verbal en la superficie encubre otros lances de fondo muy serios: en el PP, el temor a que en año y medio se cuestione la llegada de Rajoy a la Moncloa, o que lo haga sin mayoría suficiente quedando preso de los nacionalistas; en el PSOE, la sucesión de Zapatero, que todavía no ha dicho que se va, por más que Tomás Gómez se haya atrevido a exigirle que lo concrete de una vez. «No sé lo que hará, pero creo que hoy, íntimamente, está por no continuar», aventura un integrante de la ejecutiva federal.

Los populares han desenterrado el GAL y le espetan a Rubalcaba que él fue el portavoz del Gobierno de Felipe González en aquellos pasajes turbios de la lucha anti Eta descontrolada. Por aquel entonces, Rubalcaba nada tenía que ver con Interior, pero parece que los GAL están argumentalmente de vuelta. El vicepresidente sabe que lo que más indigna a la ciudadanía es la corrupción -por más que el electorado del PP se lo consienta a sus líderes, especialmente en Valencia- y sostiene que «los populares tienen que limpiar su casa sin ensuciar la de los demás; primero tenían la culpa los jueces, después los fiscales y ahora la policía; limpien su casa y no carguen contra la policía, porque esa es una argumentación típica de los delincuentes, o de los presuntos delincuentes», se atrevió a decir el jueves.

Entretanto, en un sector del PSOE también se ha decretado el tiro al calvo. Cada vez es menos secreto el alineamiento de algunos dirigentes para frenar el ascenso de Rubalcaba. Caldera, López Aguilar, Jordi Sevilla desde fuera, Torres Mora -el amigo de Zapatero- y Tomás Gómez prefieren a Carme Chacón como candidata a la presidencia. Alguno de ellos, o de su cuerda, declaró hace unos días que «los abuelos no suceden a sus nietos». Rubalcaba, nacido en 1951, como Marcelino Iglesias, dice que «respeta la declaración, pero le duele que se esconda quien lo ha dicho». El asunto es interesante porque replantea la edad idónea para acceder a la presidencia. Veníamos de una dictadura con gobiernos de la tercera edad y la democracia trajo presidentes jóvenes: Suárez, González, Aznar y Zapatero. De forma especial, Zapatero, en sus nombramientos de diseño, quería gentes de menos de 50 años. Cuando han venido mal dadas, ha tenido que echar mano de la brigada veterana. Rubalcaba e Iglesias tienen 59 años, y Jáuregui es mayor. Quien sabe si de toda esta crisis saldrá la conclusión de que conviene que gobiernen los más capaces, tengan los años que tengan.