Esto tiene mala pinta. La cifra de cinco millones de parados ha caído como un mazazo. Es como esas malas noticias que impactan a pesar de que se ven venir. La ciudadanía mira hacia los políticos, de cualquier signo, y la receta mágica nadie se la enseña. Se mira hacia Europa y la falta de liderazgo inquieta. Se optó por poner a desconocidos con experiencia limitada al frente y el resultado es lo que tenemos. Con todo respeto político y personal hacia Van Rompuy, su experiencia al frente de Bélgica es aval insuficiente para sus altas responsabilidades actuales. Es lo que hay en liderazgo.
Cuando la UE no funciona, la solución parece alemana aunque se represente la función del eje franco-alemán para darle aire al decaído Sarkozy. Pero es Merkel quien manda. Se extiende la convicción, que acuñó algún anónimo ocurrente, de que «Alemania no pudo ganar las dos guerras mundiales pero ganará la tercera, que es económica». La europea quizás sí, pero no la mundial, porque Estados Unidos resiste y China empuja fuerte. Además, la confianza en Alemania se resiente. Descubrir ahora que, por un error contable, el país germano tiene 55.500 millones de euros menos de deuda pública, sin que nadie se hubiera percatado de ello, no es la mejor credencial para generar confianza.
El viernes, el congreso de CEDE -directivos españoles- que preside Isidre Fainé fue escenario de un diálogo del máximo interés. Primero intervino Joaquín Almunia, quien celebró que los bancos españoles se basten por sí mismos para recapitalizarse, por más que la exigencia europea fuera excesiva. Culpó a la prensa, pero la ciudadanía percibe que la Unión trata con severidad a España, que ha hecho más reformas y recortes que Italia, por ejemplo. Admitió Almunia que los mercados se mueven a velocidades medidas en kilómetros por hora y los organismos europeos a centímetros por hora. Pero a su juicio, con los últimos acuerdos todo va ya más rápido, solo que con un año o dos de retraso. Pero repartió alguna dosis moderada de esperanza.
Más nos vale, porque España por sí sola no despega: los recortes y la austeridad han servido de momento para generar más paro. La publicidad baja en todos los sectores y soportes y las Navidades que vienen se anuncian como las más tristes de las últimas dos décadas.
César Alierta, Ignacio Sánchez Galán, Antoni Brufau, Antonio Vázquez e Isidre Fainé, es decir Telefónica, Iberdrola, Repsol, Iberia y Caixabank, animaron a salir al exterior. Más optimismo, más energía. Después de un sentido discurso del lendakari Patxi López en homenaje a los empresarios que resistieron en el País Vasco el acoso de ETA, habló el príncipe Felipe, que, para sorpresa de todos, llevaba horas en el auditorio tomando notas como un directivo participante más. No se anduvo por las ramas: «Sin crecimiento ni empresas de éxito que tiren del empleo poco podemos hacer». El príncipe dibujó el temor de que el país pueda caer en el fatalismo, especialmente los jóvenes tan castigados por el paro, y llamó a emprender, a exportar y a innovar. Esfuerzo interior y rezos para que Europa salga adelante y tire de España. Esa es la única esperanza.