Poco liderazgo para tanto reto

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Quizás pasaremos décadas hasta encontrar a un plantel de dirigentes solventes como el que llevó el timón en la transición

04 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La percepción general es que la complejidad del mundo actual es muy alta, pero en España todavía más. La convicción es que faltan líderes solventes para afrontarla, pero en nuestro país esta carencia resulta aún más alarmante. Quizás pasaremos décadas hasta encontrar a un plantel de dirigentes como el que llevó el timón de la política española en la transición. Media docena de líderes excepcionales -Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga, Jordi Pujol y también Leopoldo Calvo-Sotelo, mejor gobernante que candidato- y otra media docena magnífica en la segunda posición, a saber, Fernando Abril Martorell, Rodolfo Martín Villa, Manuel Gutiérrez Mellado, Alfonso Guerra, Jordi Solé Tura y Miquel Roca i Junyent.

Desgraciadamente hoy no se divisan dirigentes de esa categoría, ni en la primera fila, ni en la segunda. Y los desafíos son inmensos, tales como superar la crisis financiera y económica, construir un nuevo modelo productivo eficaz, reformar a fondo las Administraciones públicas o dar salida a las tensiones territoriales sin rupturas. Demasiados retos juntos para liderazgos tan débiles. En Moncloa no está Suárez, ni Felipe González, pero en la Generalitat tampoco está Jordi Pujol. No se divisa ningún Abril Martorell en Madrid, y ni por asomo alguien parecido a Roca i Junyent en Barcelona. En un sector de la clase política española, de forma especial en Cataluña, se critica cada vez más la transición democrática. Aquella obra de ingeniería política tuvo también defectos y acaso ahora paguemos la factura con recargo de aquel «café para todos». Pero se consiguió lo esencial -pasar de una dictadura a una democracia sin enfrentamiento civil- y fue obra de todos. A ver qué somos capaces de hacer ahora, acostumbrados durante décadas a vivir por encima de nuestras posibilidades y con una memoria popular tan frágil.

Tratado entre la UE y Colombia

El liderazgo que España necesita es requerido en todos los frentes, desde luego en el político, pero también en el empresarial y en las relaciones económicas internacionales. Un ejemplo: en pocas semanas entrará en vigor el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y Colombia, un país cada vez más relevante y potente entre los emergentes. «Colombia es lo más parecido a la España de los años ochenta con todas sus expectativas de despegue económico y con una estructura regional parecida, porque si Bogotá se compara con Madrid, Medellín es como Barcelona y Cali como Valencia», destaca Luis Zanón, director internacional de Tecnocom, una firma cotizada en bolsa con setecientos empleados en aquel país. Dirigentes de la Andi -la patronal colombiana- creen que este tratado con la UE es una gran oportunidad para España porque «Europa para nosotros empieza en Madrid». Pero al tiempo, la Cámara Hispano-Colombiana en Bogotá teme que en Madrid no se sepa aprovechar esta oportunidad, bien porque están ocupados con otras cosas, o por falta de liderazgo. La visita de Mariano Rajoy a Colombia en el pasado mes de abril dejó una impresión más bien pobre entre los empresarios españoles en ese país. «El presidente Santos, con unas notas en mano, lanzó un discurso esperanzador -recuerdan varios de los presentes- y Rajoy le respondió leyendo unos folios con escaso contenido». «En Colombia, los inversores franceses, o los americanos, se sienten más respaldados por su Gobierno que nosotros los españoles», se lamentan.

Con todo, la iniciativa privada española se consolida allí. El BBVA ya es el cuarto banco en Colombia y pronto será el tercero, sin inmutarse por las crónicas de la prensa local que criticó la reciente salida del país del Banco Santander o del grupo editorial Planeta, que vendió el diario de referencia El Tiempo. La compañía Tecnocom acaba de firmar un contrato tecnológico espectacular con el Grupo Azteca y cada día llega una nueva empresa española. Cabe imaginar lo que seríamos capaces de hacer en el exterior con un poco mas de liderazgo, hoy un bien muy escaso.