La autora del libro que implica al monarca en el 23-F se defiende y dice que su versión es fiel a la verdad
23 may 2014 . Actualizado a las 10:33 h.Con la publicación de su libro, La gran desmemoria, Pilar Urbano deconstruye el relato de la transición que se enseñaba en los colegios y embiste contra la Casa Real. Ella relativiza el «calambrazo zarzuelero» y sonríe al hablar de lo bien que van las ventas.
-¿Con quién es fiel en el libro?
-Soy fiel con el lector y con la verdad, y no es una frase hecha. Lo que opine el rey y lo que opine la familia Suárez, me resbala, yo no soy su periodista de cabecera. Solo cuento las cosas que están contrastadas y no con tres, sino con siete fuentes en algunos casos. Hay otras de las que no hablo porque todavía falta alguna pieza.
-¿Qué se ha guardado?
-Frases fuertes, de la noche del 23-F, como una que se pronunció en Zarzuela al saber que había habido tiros en el Congreso y dijeron que eso no era lo previsto. ¿Es que había algo previsto? O la conversación que mantuvo Ana Balletbó [diputada del PSC] con el «señor rey», como ella lo llamó, cuando Tejero la dejó salir del Congreso porque estaba embarazada de gemelos. El rey le dijo que alguien se había precipitado e hizo una tontería. La frase es tremenda, porque la tontería alude a un delito muy grave.
-Parece que hay material para una segunda entrega...
-Bueno, le traslado algunas dudas, hay que unirlo todo.
-Hay quien habla de la tesis que defiende en el libro como teorías peregrinas. Felipe González dijo que era una ficción.
-No, dijo más, dijo que yo miento más que hablo. Lo que creo es que en vez de usar esos calificativos, lo que tenía que hacer es desmentir que iba a ser vicepresidente del Gobierno de Armada, hace 33 años. Y Felipe no iba de ministro de Medio Ambiente, no, iba a ser el vicepresidente y autor de la línea política del Gobierno, y eso tenía que estar pactado.
-¿Cuántas querellas ha tenido que afrontar con su publicación?
-Ninguna, a lo mejor alguno tiene que afrontar alguna mía.
-¿Qué papel tuvo Suárez, fue confidente suyo?
-Después de salir de la Moncloa, Suárez no se retiró precisamente a un monacato de trapenses, sino que habló y habló bastante, porque se fue echado por el rey, y estaba muy resentido. Y hablaba con más gente, y allí estaba muchas veces Eduardo Navarro, al que Suárez le decía siempre «escribe todo lo que diga». Y esos papeles yo los tuve porque Navarro vino a mi estudio como 33 veces.
-¿Tras desestabilizar la Casa Real con su libro, cree que la monarquía todavía es útil a España?
-Lo ha sido. El rey, hasta los años noventa, todavía tiene cierto carisma para los negocios de Estado, pero llega un momento en que se confía con una vida exótica, de amiguetes y amoríos, en la que empieza a abandonarse y a entrar en una zona en la que se cree inmune. Perdió la ejemplaridad y ahora la monarquía está a 3,62, es decir, suspendida.
-¿Puede arreglarlo el heredero?
-Sí, mejor aún que la República, porque el príncipe trae dos cosas que son la posibilidad de reformar la Constitución y estudiar la reforma territorial de España.